Umberto Eco: "Quiero para mis libros un lector inteligente, no un imb¨¦cil"
"El primer 'best seller' de culto fue la Biblia", afirma el autor italiano
"Quiero para mis libros un lector inteligente, no un imb¨¦cil, busco un lector que est¨¦ dispuesto a escalar el Mont Blanc y no a pasear por el parque". Umberto Eco lleg¨® ayer a Barcelona con su ¨²ltima novela, La isla del d¨ªa de antes. Habl¨® de la construcci¨®n del libro, de islas desiertas, de n¨¢ufragos ilustres y de su particular inmersi¨®n en el barroco. Habl¨® tambi¨¦n de semi¨®tica, claro, de los ¨²ltimos avances tecnol¨®gicos (Internet, por supuesto), y solt¨® unas cuantas frases brillantes. Un ejemplo: "Un autor debe buscar siempre la ruina de su editor". Los editores de Lumen y Destino, a su lado, sonre¨ªan.
Escuchando a Umberto Eco uno tiene la impresi¨®n de que el autor italiano se mueve con ventaja cuando habla de su novela. Es autor, pero es tambi¨¦n cr¨ªtico. Al contrario del protagonista de su libro, sabe nadar y guardar la ropa. Es consciente, por tanto, de todos los mecanismos, de todos los trucos que ha utilizado en La isla del d¨ªa de antes. Y sabe exponerlos como si se tratara de una receta sin complicaciones. "El punto de partida de una novela es siempre una idea y, a partir de ah¨ª, puede decirse que el libro se hace solo", afirma con una sonrisa, "lo ¨²nico que hace el novelista es dejarse llevar, escribir lo que el libro le pide".Parece sencillo cuando lo explica Eco, pero el resultado no lo es tanto: m¨¢s de 400 p¨¢ginas de una novela cargada de erudici¨®n, con un lenguaje muy trabajado, en la que el periodo barroco se muestra en todas sus facetas. ?Cu¨¢l fue el punto de partida en su caso? "La imagen inicial era la de un n¨¢ufrago en una isla desierta", murmura Eco como si se trasladara en sue?os hasta aquella lejana imagen. "Pens¨¦ que si este n¨¢ufrago, en vez de situarlo en una isla, estuviera en una nave frente a la costa y no supiera nadar ser¨ªa mucho m¨¢s interesante. M¨¢s adelante se me ocurri¨® que si la nave estuviera en el punto justo del meridiano del cambio de d¨ªa, a¨²n ser¨ªa metaf¨ªsicamente m¨¢s excitante".
La isla del d¨ªa de antes es todo esto, por supuesto, pero es tambi¨¦n mucho m¨¢s. A trav¨¦s de las peripecias de su n¨¢ufrago, el piamont¨¦s Roberto de la Grive, y tomando como punto de partida el a?o 1643, Eco repasa los aspectos m¨¢s interesantes del periodo barroco. "?Por qu¨¦ situ¨¦ la novela en este periodo? Es muy sencillo", responde en plan did¨¢ctico. "Podr¨ªa decir que lo hice porque me encanta el barroco, pero lo cierto es que, por el tema que eleg¨ª, me ve¨ªa obligado a viajar al siglo XVII. Al elegir la imagen inicial de un n¨¢ufrago y del cambio de d¨ªa, tuve que pensar en una ¨¦poca en la que el descubrimiento de la longitud era algo importante. Esta ¨¦poca era la del barroco, en la que lleg¨® a haber disputas internacionales".
A partir de la idea inicial y de la ¨¦poca elegida, Eco se entreg¨® a una inmersi¨®n a fondo en el barroco y en su personaje. "Viaj¨¦ hasta las islas Fiyi, un para¨ªso en tecnicolor", comenta, "y me obligu¨¦ a desaprender a nadar, ya que el drama de mi personaje es. que no sabe nadar. Tambi¨¦n viv¨ª su experiencia de la soledad pero esto no tiene tanto m¨¦rito, ya que la soledad se puede experimentar en una gran ciudad como Nueva York".
M¨¢s all¨¢ de la idea inicial, Eco buscaba un viaje al pa¨ªs de los robinsones literarios, como el Robinson Crusoe de Daniel Defoe, que, aunque salva literariamente, critica por su esp¨ªritu pr¨¢ctico. "No ve ¨¢rboles, sino material para construir una empalizada", dice. "No mira nunca la isla, no sue?a, no tiene fantas¨ªa. Es demasiado pr¨¢ctico, hasta el punto de que si hubiera podido habr¨ªa realizado pruebas nucleares en la isla...". Eco prefiere el Robinson de Michel Tournier, el de Viernes o los limbos del Pac¨ªfico. "Es mucho m¨¢s sensual", se?ala, "y casi llega a hacer el amor con la isla".
Dejando la novela a un lado, Eco tambi¨¦n solt¨® unas cuantas opiniones contundentes. Por ejemplo: "El primer best seller de culto fue la Biblia, y despu¨¦s Tolkien", "a la televisi¨®n le quedan 10 a?os de vida" y "una buena revista cultural debe durar dos o tres a?os y despu¨¦s morir".
Babelia
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