Asesino so?ador

Cuenta Plutarco que ciertos atenienses capturados por el tirano de Siracusa en el 413 salvaron la vida gracias a su facultad de recitar de memoria las obras de Eur¨ªpides. Hac¨ªan so?ar como hoy Kanisky y Anand. En la c¨¢rcel de Carabanchel, en 1967, mi trato con ciertos cabecillas fue facilitado por mis modestas lecciones de ajedrez. Uno de ellos, asesino seg¨²n sus acusadores, me confes¨® que el ajedrez tambi¨¦n le hac¨ªa... so?ar. En su Historia de los animales, Arist¨®teles asegura que "entre los animales es el hombre el que m¨¢s sue?a". Las partidas de ajedrez en la c¨¢rcel en aquellos tiempos atra¨ªan a muchos compa?eros de galera. Alguna vez me pregunt¨¦ si proporcionalmente el ajedrez en Carabanchel no seduc¨ªa a tanto p¨²blico como el teatro en Atenas. Catorce mil espectadores escuchaban a Eur¨ªpides cuando los adultos de la ciudad s¨®lo era tres veces superior. Un d¨ªa, el asesino me dijo: "Sabes jugar al ajedrez; porque eres como Frankenstein, el de las pel¨ªculas". No comprend¨ª lo que quer¨ªa decir. Pero a los 19 a?os, Mary Godwin Shelley hab¨ªa dado a luz a su tercer hijo, hab¨ªa escrito la novela Frankenstein o el moderno Prometeo... y jugaba al ajedrez como su padre, anarquista y so?ador.En la l4? partida, Anand hizo so?ar a los espectadores. Jug¨® con coraje la apertura escandinava como rom¨¢ntico del siglo XIX. "?Qu¨¦ injusto es el ajedrez!", coment¨® un aficionado decepcionado por el resultado de la partida.