El p¨¦ndulo de Pantic
Las encuestas sobre el excelente comienzo de temporada del Atl¨¦tico de Madrid dan resultados un¨¢nimes: Antic ha infundido a sus muchachos un esp¨ªritu tribal; Kiko ha rescatado a los duendes de la bah¨ªa de C¨¢diz; Penev ha conseguido olvidar el olor a cloroformo, y Pantic, el nuevo armador, ha desembarcado en el Manzanares con su comp¨¢s y su sextante, por supuesto.Con Pantic se recupera la inapreciable figura del jugador de club. Procedente de un pa¨ªs que hab¨ªa logrado reunir una de las mayores reservas de talento que nadie recuerde, recal¨® en Grecia tal vez porque las luminarias de Prosinecki y Boban cegaron a los magnates del f¨²tbol, tal vez porque los ojeadores italianos tienen la vista cansada. All¨ª jug¨® sin mucho ruido, s¨®lo para hinchas enamorados, cuando de repente le llamaron de Madrid.
Meses despu¨¦s, todo el mundo habla del misterio de su eficacia. Analizado por elementos, tiene pegada, toque y agilidad mental, pero su cualidad maestra est¨¢ en su efecto multiplicador: su influencia en el equipo est¨¢ por encima de su juego.
Es aqu¨ª donde se echa en falta una segunda. interpretaci¨®n. ?Qu¨¦ modelo representa? No pertenece a ese patr¨®n de superclases que son lo que son/ est¨¦n donde est¨¦n. Diego Maradona por ejemplo, siempre impregnara a sus equipos de un profundo aroma de cantina bajo el cu¨¢l s¨®lo pueden prosperar los m¨²sicos solitarios y los narradores de historias. Detr¨¢s de la bruma crepuscular de los tugurios del puerto, o en las neblinas del ¨¢rea, siempre aparecer¨¢ ¨¦l entre bengalas y luces de San Telmo para marcar el gol del a?o. Y, naturalmente, su equipo ser¨¢ siempre el equipo de Maradona.
Pantic representa a otra estirpe. Su manual hace pocas concesiones a la poes¨ªa. Se inspira en un riguroso sentimiento de utilidad y en un duro compromiso de participaci¨®n. Al contrario de los orfebres como Diego, ¨¦l es lo que es/ en funci¨®n del equipo donde est¨¢. A sus veintinueve a?os, bien pudo irse del f¨²tbol con la dudosa gloria de haber sido un n¨²mero de orden en la legi¨®n extranjera que hace la guerra por cuenta de otros en las canchas del mundo.
Su mayor problema se encierra en un principio industrial: ¨¦l se siente mas pieza que motor, y no est¨¢ hecho a la medida de cualquier maquinaria; para dar lo mejor de s¨ª mismo debe desempe?ar una misi¨®n precisa en un equipo determinado. Con siderando que el juego es finalmente un problema textil, ¨¦l ha resultado ser el hilo que faltaba en la camiseta del Atl¨¦tico de Madrid.
Los madridistas conoc¨ªan esa figura como efecto Jankovic, pero ¨¦l merece una consideraci¨®n personal. Ha llegado el efecto Pantic.
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