El Madrid se agarra a la fortuna
El equipo de Valdano fue zarandeado por el Compostela
Roto, en un estado muy precario, el Madrid sobrevivi¨® a duras penas a un partido que volvi¨® a poner de manifiesto la debilidad del equipo, que se debate en mil problemas, a cual m¨¢s grave. Un. minuto de goles le salv¨® del desastre, que amenaz¨® con producirse en durante todo el segundo tiempo, cuando el Compostela zarande¨® al Madrid como a un mu?eco. Pero el equipo gallego, que realiz¨® un encuentro muy meritorio, condescendi¨® y no alcanz¨® el empate. Son las cosas del f¨²tbol: en el peor de sus partidos, en una situaci¨®n tambaleante, el Madrid consigui¨® su primera victoria en Chamart¨ªn.El primer contragolpe del Compostela fue gol, seg¨²n la l¨®gica que ha impuesto la defensa del Madrid en estos tiempos. Llega alguien por un costado, cruza la pelota al ¨¢rea y se cae el chiringuito madridista. Sucedi¨® en Valencia y volvi¨® a ocurrir frente al Compostela, un equipo que decidi¨® explotar el estado de ansiedad que vive el Real Madrid. Se agrup¨® detr¨¢s -una l¨ªnea de cinco y otra de cuatro- y se sent¨® a esperar el progresivo des¨¢nimo del Madrid, que vive el f¨²tbol desde el miedo, con esa mezcla de prevenci¨®n y angustia que le hace vulnerable a cualquier circunstancia adversa del juego. La peor de todas es un gol, en su porter¨ªa, y eso se encontr¨® el Madrid reci¨¦n comenzado el partido. El lateral Nacho, que provoc¨® un incendio en cada una de sus internadas por la banda izquierda, tir¨® el centro y Jos¨¦ Ram¨®n apareci¨® en el segundo palo para empujar la pelota a la red. De repente, el Compostela estaba en la mejor situaci¨®n posible: con ventaja y con el Madrid al borde del coma. Chamart¨ªn se prepar¨® para otra cat¨¢strofe.
Desde el ¨¢mbito futbol¨ªstico, el Madrid se encontr¨® taponado en casi todas las posiciones. Ra¨²l andaba perdido en la media punta y Esn¨¢ider decepcionaba en la punta, donde no ofrec¨ªa soluciones de clase a la tradicional aportaci¨®n combativa de Zamorano. En el aspecto defensivo hab¨ªa una fractura monumental en la banda derecha madridista, tomada al asalto por Nacho, que estuvo de viaje durante toda la tarde. Iba tiraba una raci¨®n de dinamita en el ¨¢rea de Buyo y regresaba a sus cuarteles. El asunto se hizo tan previsible que extra?¨® la ausencia de contramedidas del Madrid para cerrar el agujero.
A pesar de la gravedad de los s¨ªntomas, el Madrid salv¨® los muebles en un minuto de inspiraci¨®n y goles. El primero fue un bombazo de Hierro en un tiro libre que entr¨® por la escuadra. El segundo lleg¨® en una jugada de toda la vida, una apertura hacia el extremo izquierda que solucion¨® Amavisca con un centro hacia el segundo palo, donde apareci¨® Zamorano como un torbellino. El gol fue recibido con j¨²bilo por la hinchada, que se tem¨ªa lo peor. Y con raz¨®n.
La ventaja no acab¨® con el estado de precariedad del Madrid. Lejos de estabilizarse y cobrar aire, pas¨® un calvario en la segunda parte. Un tiro enorme, casi impensable de Hierro, al larguero fue el apunte m¨¢s destacable hasta el final del partido. El resto del encuentro tuvo un car¨¢cter ag¨®nico para los locales, que se vieron desbordados por la ofensiva del Compostela en la segunda parte, donde los m¨¦ritos del equipo gallego fueron innegables. El ajuste de Ohen sobre Milla ceg¨® la creaci¨®n en el medio campo y dej¨® al Madrid expuesto a las ocurrencias de los centrocampistas del Compostela. Cada jugada se convirti¨® en una amenaza para Buyo, que vivi¨® sobresaltado todo el segundo tiempo. Quebrado por la mitad y dominado por su rival, el Madrid sobrevivi¨® por cuestiones m¨¢s relacionadas con la fortuna que con el juego y las oportunidades,
Las llegadas del Compostela se hicieron cada vez m¨¢s frecuentes y sencillas, propiciadas por la desintegraci¨®n del medio campo madridista. El empate se anunci¨® varias veces, ante la desesperaci¨®n de los aficionados, que pidieron las sales para aliviarse del susto que produjo aquel mano a mano de Ohen con Buyo, el tiro de Christiansen al palo y las sucesivas apariciones de delanteros y centrocampistas en el ¨¢rea. Se mascaba el empate, pero no lleg¨®. Entr¨® Redondo y consigui¨® dar un poco de aire a su equipo, que pidi¨® la hora y lo que fuera para terminar con el padecimiento que sufri¨® hasta el final.
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