El sentir: su dualidad
Vemos nuestro. cuerpo moverse, lo palpamos, sentimos su gravidez y, tambi¨¦n, un vac¨ªo interior, algo que nos falta, sin saber qu¨¦ es. Esta ausencia de causa que la origine agita, asusta, y puede llegar un instante en que nos haga dif¨ªcil respirar.Sin embargo, mi cuerpo tiene aliento suficiente para afrontar el mundo, pero lo coarta la persistencia de esa ebullici¨®n que contin¨²a desazon¨¢ndole desde sus olas submarinas. ?Qu¨¦ es? ?Esto, eso, aquello? Incapaces de nombrar los estados complejos e imprecisos que sufre el cuerpo, comenzamos a vivir con una inquietud que, al no proyectarse hacia afuera atormenta y concentra, hundi¨¦ndonos en las sombras de nuestro cuerpo., "Temor y temblor", dec¨ªa Kierkegaard para definir la aurora de la existencia humana.
La sacudida que estremece al asomar el mundo es propia de todos los seres vivientes, y puede afirmarse que el hombre no vive del mero vivir, viva porque se proyecta sin cesar hacia las cosas terrestres que necesita. Esta situaci¨®n afanosa, desasosegada del cuerpo, origina una avidez pulsiva inmediata, un sentir que, en sus primeros momentos, es todav¨ªa vago e indeterminado. ,
El Sentir es unidad de los m¨²ltiples y diversos estados corporales. "Nuestro cuerpo es el ¨²nico objeto que se siente a s¨ª mismo" (Sartre), capaz de proyectarse, f¨ªsicamente hacia su interioridad: con los ojos cerrados siento que existo y veo la materia de mi cuerpo. El hombre vive desdoblado, viajando en su interior y entre los seres y cosas, animados e inanimadas, que sale a buscar en el exterior. El dolorido sentir es, al propio tiempo, goce vital de la Pasi¨®n sensible y objetivadora. Tal es la primera dimensi¨®n del cuerpo humano, que no se olvida nunca, porque est¨¢ siempre presente el tormento y acucia de sus apetencias. Podr¨ªamos definir el hombre un perseguidor afanoso, perseguido por el hervor de su cuerpo que no le deja en paz.
En modo alguno, el cuerpo es tan s¨®lo la c¨¢scara material de nuestra interioridad ni mera superficie exterior. carnal, es verdadero Sentir de todo. nuestro ser, conciencia de su estado insatisfecho, tensi¨®n, hambre, sed, pobreza, todas las carencias que originan el dolor de existir. Por ello el Sentir, que dirige el cuerpo hacia el Mundo para conseguir lo que le falta y realizarse, es dualidad: material por el ansia de satisfacer necesidades vitales, y ps¨ªquico porque concentra, interioriza y reflexiona todas las vivencias corporales.
El estado originario de nuestro ser lo manifiesta el Sentir: cuerpos arrojados al abismo de la duda y la incertidumbre. Desde este sentido interno del Sentir, se origina un impulso-respuesta frente a la amenaza que cierne la inseguridad sobre todos los hombres, inmersos en el mundo objetivo. Y nace el anhelo, "intencionalidad del Sentir" (Fraz Brentano), tan vago e indeterminado que va de aqu¨ª para all¨¢ sin saber realmente lo que quiere. Agotado el viaje anhelante sentimental, comienza la afanosa b¨²squeda del objeto concreto, "esos ojos deseados que tengo en mis entra?as dibujados" (san Juan de la Cruz), impulso del cuerpo hacia una realidad ya creada, o so?ada interiormente. Todo lo que se busca es una proyecci¨®n del Sentir, de sus ejecuciones materiales y de las utop¨ªas del Sentimiento. As¨ª nace la fogosidad de la Pasi¨®n, ansiosa y precipitada, para conseguir lo que sentimos.
La Pasi¨®n es arrebatamiento del ¨ªmpetu, una aspiraci¨®n generalizada, mientras que el Sentimiento se concreta realista en seres y cosas determina" das. La diferencia es clara: el sentir apasionado cesa de atormentar cuando. encuentra el objeto deseado, y la Pasi¨®n no deja nunca de ansiar, porque el apasionamiento le impide concentrarse, reflexionar hasta descubrir en el interior del cuerpo lo que ¨¦ste necesita o desea. Cuando el Sentir se sentimentaliza y ensimisma, tiene siempre una finalidad, y una vez cumplida se sosiega plenamente. ?Cesa, entonces, el hombre de sentir, d¨¦ aspirar y se acoquina en una pasividad satisfecha? No podemos dejar de sentir, y Sentir es desear, o sea, salir de la intimidad cerrada, porque una vez que encuentra la quietud y la paz, necesita aventurarse de nuevo en el mundo para cumplir lo que ¨¦l mismo es: Deseo de los deseos que se multiplican en experiencias enriquecedoras de su existencia. Es la identidad del Ser y el Sentir.
El Deseo y sus deseos son activos, buscan un mundo armonioso en el que lograr satisfacciones plenas, pero tambi¨¦n pueden ser ociosos, pasivos a la espera de un acontecimiento que abra el camino para la realizaci¨®n de un ideal, o la utop¨ªa del Sentir, que, es la totalizaci¨®n del propio ser. La inactividad de. los deseos conlleva se pararse del mundo, no interesarse por nadie ni por nada, y recluidos en la l¨ªbido sentimental del Yo, la Pasi¨®n existencial se inmoviliza.
El que tiene sue?os de deseos no cumplidos puede, tambi¨¦n, permanecer sin hacer nada, saboreando tan s¨®lo los encantos mir¨ªficos de su sentir, porque muchas veces los deseos que nos formulamos dejan perplejos, indecisos al desconocer c¨®mo realizarlos. Es necesaria la Pasi¨®n, firme, seria, del Sentimiento que evita los fugaces sentires. Debemos querer con vehemencia nuestros deseos, pues aun los m¨¢s profundamente sentidos, sin la querencia de la Pasi¨®n, no se realizan nunca.
"Kein F¨¹hlen ohne Leib dahinter" (Ernst Bloch), "no hay Sentir sin Cuerpo" y su proyecci¨®n decidida hacia un objetivo. Ahora bien, ?los padecimientos de nuestro cuerpo, la inquietud que sufre, el af¨¢n menesteroso, sus sentires m¨²ltiples, originan la Pasi¨®n creadora? O, por el contrario, ?es de la Pasi¨®n misma que nace el Sentir y, m¨¢s tarde, el sentimiento? S¨®lo sabemos que existe una acci¨®n rec¨ªproca del Sentir an¨ªmico (actos ¨ªntimos sucesivos), y la expansiva ps¨ªquico-corporal imperiosa de la Pasi¨®n (actos consumados en el exterior). Podemos afirmar que el Sentimiento sin pasi¨®n carece de proyecci¨®n honda; la Pasi¨®n desenfrenada, enloquecida mengua el Sentimiento, y al enfurecerse acaba apag¨¢ndolo hasta dispersar sus cenizas.
Los errores del sentimiento quijotesco los dej¨® plasmados Flaubert en su obra Madame Bovary; los extrav¨ªos del mero sentir carnal est¨¢n expresados en las novelas de D. H. Lawrence; la furia desencadenada y tr¨¢gica, de la Pasi¨®n la sufren los personajes en Luz de agosto, de Faulkner. ?Podremos en un futuro no ser v¨ªctimas de la dualidad, Sentimiento ideal y Pasi¨®n real, que todav¨ªa nos desgarra?
Carlos Gurm¨¦ndez es ensayista, autor de Teor¨ªa de los sentimientos.
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