Pan y f¨²tbol
Ciento diez mil millones de pesetas pierden al a?o los restaurantes por culpa de las retransmisiones televisadas de f¨²tbol los s¨¢bados a las 21.00, seg¨²n datos que aporta la representaci¨®n profesional de estos establecimientos. Ya es pasta, No pastaciutta, ni pasta macarroni, ni tortellini, ni tallarini, ni fettuccine, ni spaghetti, sino pasta pecunia numerata, que el pueblo llama parn¨¦, o c¨®nquibus, o mosca morusa, o guita, o talegas, que son dineros contantes y sonantes.La ciudadan¨ªa espa?ola prefiere el f¨²tbol, al parecer. En opini¨®n de los restauradores, primero el f¨²tbol, luego el restaurante. Es el pan y toros a la moderna: pan y f¨²tbol; o f¨²tbol y pan, por este orden. Lo decente ser¨ªa -proponen los restauradores- que la televisi¨®n no retransmitiera partidos de f¨²tbol en la anochecida de los s¨¢bados, ya que, eliminado el absorbente se?uelo del bal¨®n, los ciudadanos cenar¨ªan fuera de casa, y degustar¨ªan las ricas viandas de la variada cocina nacional e internacional, y se, dejar¨ªan en los restaurantes lo que ahora mismo, m¨¢s los 110.000 millones de pesetas perdidos, y aquellos establecimientos ver¨ªan reducido a cero su d¨¦ficit presupuestario.
Como ni esta soluci¨®n ni ninguna otra han llegado - adelantar media hora el partido, seg¨²n anuncian las televisiones auton¨®micas, dice la Federaci¨®n de Restauradores que no basta-, los empresarios y empleados del sector se van a echar a la calle -mejor hoy que ma?ana-, para protestar por la retransmisi¨®n televisada de los partidos en s¨¢bado y con la es peranza de que los poderes p¨²blicos decreten su pro hibici¨®n. Las espadas est¨¢n en alto, desde luego; pero puede que esta medida de presi¨®n alcance sus objetivos y ya no vuelva a haber partidos de f¨²tbol televisa dos los s¨¢bados. Lo que ocurrir¨¢ despu¨¦s, si se pro duce semejante supuesto, ya pertenece al terreno de la hip¨®tesis. Es de suponer, sin embargo, que los res ponsables de las televisiones auton¨®micas tomar¨¢n medidas para recuperar la audiencia perdida y en sustituci¨®n del f¨²tbol pondr¨¢n los s¨¢bados a las 21. 00 Lo que el viento se llev¨®. Unos s¨¢bados Lo que el viento se llev¨®; otros, las restantes pel¨ªculas que han emocionado y divertido a los espa?oles durante generaciones; la retransmisi¨®n de acontecimientos de inter¨¦s general; programas de aqu¨ª te espero. Gran parte de la audiencia lo agradecer¨¢, pues se sabe tambi¨¦n -aunque no lo digan los restauradores- que a muchos ciudadanos espa?oles el f¨²tbol no les gusta, a algunos incluso les repele, y los s¨¢bados prefieren sintonizar cualquier canal que no retransmita f¨²tbol, o ir a cenar a un restaurante, o al cine, o darse un paseo higi¨¦nico, o meterse en la cama a dormir.
Son datos, que faltan en esta controvertida cuesti¨®n: 1. Cu¨¢ntos ciudadanos no ven f¨²tbol nunca jam¨¢s. 2. Cu¨¢ntos ciudadanos ven f¨²tbol siempre. Y, a mayor abundamiento: 1-a. Cuantos ciudadanos que no ven f¨²tbol se van a cenar a un restaurante. 2-a. Cu¨¢ntos ciudadanos que ven f¨²tbol optar¨ªan por ir a cenar a un restaurante si no retransmitieran partidos por televisi¨®n. ?tem m¨¢s: 3. Cu¨¢ntos espa?oles van a los restaurantes, con televisi¨®n o sin ella. 4. Cu¨¢ntos espa?oles habr¨ªa un s¨¢bado por la noche en los restaurantes en el caso de que todos se llenaran hasta la bandera.
Hay millones de espa?oles que nunca pisan un restaurante, bien porque la pecunia numerata no les alcanza, bien porque no lo hay en su pueblo, bien porque se lo impide su religi¨®n. En este aspecto, el dato 4 ser¨ªa importante para determinar la dimensi¨®n social del problema. Este seguro servidor de buen diente -que Io desconoce- ha de plantear la cuesti¨®n en t¨¦rminos barruntativos pero que probablemente sean reveladores: si en una ciudad como Madrid los restaurantes tienen una capacidad para 200.000 comensales y los s¨¢bados por la noche cubren la totalidad de las plazas, resulta que 4.400.000 madrile?os, ese mismo d¨ªa y a, la misma hora, se van a distinto sitio o se quedan en casa viendo la televisi¨®n.
Censurar la libre programaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n equivaldr¨ªa a coartar la libertad de su audiencia. Censurar la libre programacion de unos medios de comunicaci¨®n en favor de determinados intereses sectoriales supondr¨ªa superponerlos a los derechos inalienables de, Ia ciudadan¨ªa. Uno quisiera
saber qu¨¦ opinanan los habitantes de Tresviso, Cereixido o Nerpio, los de Parla, Morata o Chapiner¨ªa -sin ir m¨¢s lejos- si supieran que les dejan sin f¨²tbol los s¨¢bados por la noche para que vayan a los restaurantes los se?oritos de la capital.
Distinto ser¨ªa si los restaurantes hubiesen emprendido una imaginativa campa?a de promoci¨®n para superar la crisis: men¨²s m¨¢s atractivos, sofisiticadas recetas, precios asequibles, un obsequio de la casa, esas cosas. A lo mejor gran parte de, los que se quedan viendo el f¨²tbol acud¨ªan. en tropel a los restaurantes. Y eran los consejos de administraci¨®n y las plantillas de las televisiones los que se echaban a la calle para protestar porque los restaurantes ofrec¨ªan bueno, bonito y barato, dej¨¢ndoles sin clientela, sin guita y sin trabajo.Con la misma raz¨®n, naturalmente.
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