"En cierto sentido sigo viviendo en el Ulster" afirma el Nobel Seamus Heaney
El escritor opina que el galard¨®n es una bendici¨®n para la poes¨ªa
"?La significaci¨®n pol¨ªtica del premio? No la s¨¦, creo que deber¨ªa pregunt¨¢rselo a la Academia Sueca". Fue acaso la ¨²nica respuesta cortante que se permiti¨® Seamus Heaney, laureado hace poco m¨¢s de una semana con el Nobel de Literatura, en el breve encuentro organizado ayer por sus editores con la prensa londinense. La presencia de Heaney en el cuartel general de Faber & Faber coincidiendo con el D¨ªa Nacional de la Poes¨ªa, que se celebraba ayer en el Reino Unido, no despert¨® especial curiosidad. Tampoco el poeta norirland¨¦s pareci¨® impresionado, con su propia celebridad, quiz¨¢ porque, como humor¨ªsticamente dir¨ªa m¨¢s tarde, "en Irlanda todos somos famosos de nacimiento".
Las ventanas del edificio estaban tapizadas con la fotograf¨ªa del Nobel, y en su interior una mano an¨®nima hab¨ªa distribuido art¨ªsticamente ejemplares de su obra. Desde The redress of poetry, una recopilaci¨®n de sus lecturas sobre poes¨ªa durante sus a?os e profesor en Oxford -entre 1989 y 1994-, publicada hace semanas, hasta North, Selected poems 1965-1975 y Haw lantern.Heaney, vestido con chaqueta beis sobre un polo blanco, hizo una discreta aparici¨®n apenas 15 minutos tarde sobre la hora prevista y se someti¨® durante la siguiente media hora a la rueda de preguntas. La primera, inevitable, para recordarle que con un mill¨®n de d¨®lares (unos 125 millones de pesetas) en el bolsillo -la dotaci¨®n del Nobel- dista mucho de ajustarse a la imagen del poeta permanentemente escaso de fondos. "Eso ser¨¢ a partir de ahora. Pero tengo 56 a?os y en este tiempo me he entrenado considerablemente en la frugalidad". "Durante toda mi vida me he visto obligado a dar clases para poder vivir. Durante un tiempo lo dej¨¦ para dedicarme s¨®lo " a la poes¨ªa, pero en cuanto nacieron mis hijos y empezaron las obligaciones, hipotecas y dem¨¢s, tuve que volver a, las aulas. En. estos momentos mis clases en la Universidad de Harvard -seis meses al a?o- son mi ¨²nico trabajo oficial".
La poes¨ªa y su complejo tejido ling¨¹¨ªstico ha sido y es la pasi¨®n de su vida. Heaney insisti¨® por eso en que el Nobel que este a?o ha reca¨ªdo sobre ¨¦l viene a ser una "bendici¨®n" para la poes¨ªa. "Recibir el Premio Nobel es una cosa m¨¢gica", dijo el poeta, por otra parte un hombre sonre¨ªdo por la fortuna desde que comenz¨® a escribir a principios de los sesenta. "He tenido siempre suerte. Desde. el principio, los peri¨®dicos irlandeses publicaban mis poemas pese a mi condici¨®n de escritor desconocido y sin contactos, M¨¢s tarde la editorial Faber demostr¨® una fe m¨¢gica en mi proceso". Ahora, el Nobel Heaney asegur¨® que no sabe lo que va a hacer con el dinero, ni siquiera lo ha pensado todav¨ªa. Ni en eso, ni en las primeras l¨ªneas del discurso que leer¨¢ ante la Academia Sueca en Estocolmo el pr¨®ximo 10 de diciembre, fecha de la entrega oficial.
Ense?ar la poes¨ªa
Sus pensamientos siguen concentrados en la musicalidad secreta de algunas palabras. Pero ?se puede ense?ar la poes¨ªa? "Es complicado. En primer lugar porque hay gente que le tiene miedo o la aborda con timidez. No lo s¨¦, creo que lo mejor sigue siendo leer poes¨ªa".
Radicado en la Rep¨²blica de Irlanda desde comienzos de los a?os setenta, Heaney vive desde hace tiempo con su mujer, Marie Devlin, y sus tres hijos en Dubl¨ªn. Ahora que el Nobel ha consagrado definitivamente su obra y que el mundo vuelve los ojos a su patria, ?no piensa en regresar al Ulster? "En cierto sentido sigo viviendo all¨ª. Es una tierra que siento y que est¨¢ conmigo vaya adonde vaya, especialmente Derry, donde nac¨ª. Est¨¢ claro que pertenezco al Ulster".
Aunque visiblemente reacio a abordar el tema de la violencia en Irlanda del Norte -"creo que est¨¢ agotado ya", dijo en un momento-, Seamus Heaney no quiso dejar pasar la oportunidad de recordarles a los periodistas, que como ciudadano de una atormentada provincia prob¨® en su momento el sabor amargo del conflicto. "Viv¨ª en Derry la terrible escalada de violencia y todav¨ªa recuerdo la terrible impresi¨®n de los sucesos de 1969, cuando el conflicto tom¨® un sesgo completamente nuevo. Estaba en Espa?a, recorr¨ªa las salas de Goya en el Museo del Prado y viendo la evoluci¨®n de sus cuadros, desde las corridas a los monstruos del periodo negro, sent¨ª muy vivamente el horror y este car¨¢cter com¨²n de la historia, de la experiencia de la violencia. Ten¨ªan tanta relaci¨®n con las masacres en Belfast".
El Nobel cerr¨® el acto, como correspond¨ªa a tan se?alada ocasi¨®n, leyendo un poema de dos l¨ªneas dedicado al lecho de un r¨ªo. Era una met¨¢fora minimalista de su compromiso con la sencillez y con la brevedad.
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