Razones de Estado
Hace pocos d¨ªas, a primeras horas de la ma?ana, un titular publicado en este diario me hizo pegar un brinco de aproximadamente 80 cent¨ªmetros: La 'banda del cola cao' se disuelve. "No puede ser", me dije en el acto, tratando de recuperar mis ¨²tiles de desayuno desparramados por la mesa. ?As¨ª? ?Por la cara? ?Sin una conferencia de prensa? Ver para creer. En otros momentos, una noticia de tal magnitud habr¨ªa provocado en mi persona un irreparable subid¨®n de glucosa, pero sucede que estos primeros. d¨ªas de oto?o no son normales: los cielos est¨¢n hermos¨ªsimos, la luminosidad del ambiente roza lo m¨¢gico y el Atl¨¦tico de Madrid marcha embalado en la Liga; unas circunstancias (sobre todo la ¨²ltima) que me capacitan para aguantar en la pr¨¢ctica lo que me echen. Sin duda, a orillas del Manzanares entender¨¢n esta forma de sentir. As¨ª pues, aquella ma?ana dobl¨¦ el peri¨®dico por la p¨¢gina correspondiente, volv¨ª a colocar el azucarero en posici¨®n vertical, di un lento sorbo a mi caf¨¦ con leche y proced¨ª luego a adentrarme en la informaci¨®n, presto a asumir la crudeza de los hechos. No obstante, seg¨²n devoraba l¨ªneas, el contenido del art¨ªculo me fue tranquilizando. En realidad, el titular mencionado no respond¨ªa a una nota oficial de la banda, ni siquiera a un rumor de los bajos fondos, sino a ciertas suposiciones del enemigo: esto es, de la Guardia Civil y de la alcaldesa popular de Collado Mediano, Mar¨ªa Luz Horga.Pero repasemos por encima los antecedentes del caso: todo comenz¨® a principios de a?o, cuando varios chal¨¦s de Collado Mediano empezaron a sufrir diversos robos por parte de una banda an¨®nima de desvalijadores, cuyos miembros, despu¨¦s del trabajo, se repon¨ªan tomando un cola cao caliente en la propia cocina de la casa que previamente hab¨ªan asaltado. Esta forma de delinquir llam¨® mucho la atenci¨®n en medios de la Interpol, desde luego, porque el Cola Cao es un producto que se diluye con facilidad en la leche, cierto, pero s¨®lo si ¨¦sta se halla a una temperatura adecuada: digamos a unos 55 ¨® 60 grados Celsius. De lo contrario quedan grumos, y ya se sabe lo inc¨®modos que resultan estos cuajos cuando nos tocan el paladar. En consecuencia, y dado que el cola cao lo tomaban calentito, el conjunto de la maniobra (a saber: buscar el cazo, encender la cocina y calentar la leche) deb¨ªa ocupar a los protagonistas entre siete. y ocho minutos, seg¨²n c¨¢lculos personales. A todas luces, una cifra inaceptable en el negocio de los saqueos a domicilio. En mi opini¨®n, aqu¨ª radica uno de los detalles m¨¢s inquietantes de esta historia, sin olvidar tampoco otros, tanto o m¨¢s misteriosos que el anterior: ?por qu¨¦ estos cacos permit¨ªan que sus huellas quedaran impresas en los tazones? ?Acompa?aba esta gente el cola cao con alg¨²n tipo de tentempi¨¦ al uso? ?Con un bizcocho? ?Tal vez con una barrita tostada? Y en ese caso: ?con mantequilla? ?Con o sin mermelada? En efecto, las preguntas se multiplican y se ramifican de tal modo que acabar¨ªan por sobrecoger al mism¨ªsimo creador del Trivial.
Los informes policiales nunca hicieron referencia a nada de esto, pero yo, personalmente, sospecho que los miembros de la banda se pegaban unas merendolas de a¨²pa. Aunque eso s¨ª: despu¨¦s recog¨ªan las migas de la mesa, sacud¨ªan el mantel y, por fin, con el prop¨®sito de despistar a los sabuesos, dejaban adrede las tazas sucias aparentando un enrevesado perfil psicol¨®gico. "Maquinaci¨®n enga?osa" que le dicen.
El caso es que nunca fueron pillados y que ahora, sin que se sepa muy bien por qu¨¦, las autoridades anuncian que el grupo se ha disuelto. La alcaldesa de Collado Mediano afirma que s¨®lo eran dos o tres rateros, a los que se dio m¨¢s importancia de la que ten¨ªan, y la Guardia Civil, m¨¢s cauta, que su retirada se debe a que en verano, los due?os frecuentan de modo permanente los chal¨¦s.
Pero tengo la impresi¨®n de que unos y otros no andan bien encaminados. Con el debido respeto, voy, pues, a permitirme deslizar un par de confidencias que conf¨ªo ayuden al comandante del puesto en sus pesquisas: los miembros de la banda no son rateros al uso. En absoluto. Forman parte de un grupo organizado, apoyado y financiado por una importante multinacional y, en mi opini¨®n, son altamente peligrosos. Tanto que, despu¨¦s de un breve examen de conciencia y asumiendo las fatales consecuencias de mi declaraci¨®n, me veo obligado a revelar sus nombres: Alfonso del Real, Sergio y Est¨ªbaliz, Irma Soriano y Jesul¨ªn de Ubrique, alias Semental. Soy un chivato, de acuerdo, pero pido comprensi¨®n. Mi patria estaba en juego.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.