Libertad de horarios no es justicia social
En su art¨ªculo del pasado 30 de septiembre, Pedro Schwartz no s¨®lo cae en la m¨¢s cruel de las demagogias, sino que, adem¨¢s, se recrea en ella pretendiendo vestir su malintencionada distorsi¨®n de la realidad de cl¨¢sica demanda robinhoodiana. Muy acarameladamente, el periodista intenta sincronizar su exigencia de plena libertad de horarios comerciales y, por tanto, la supresi¨®n de la disposici¨®n transitoria que la Ley de Comercio catapulta hasta enero del 2001 con la consiguiente mejora de la calidad de vida de las mujeres obreras.La pobre dicotom¨ªa que construye el articulista enfrenta los intereses de una "limpiadora", seg¨²n ¨¦l necesitada de horas y espacios donde comprar s¨¢bados y domingos a bajo precio junto a su familia -obviando que el s¨¢bado ya es un d¨ªa de apertura comercial generalizada-, a los de Ia "funcionaria". ?sta seguramente puede permitirse el privilegio de acudir todos los fines de semana a su segunda residencia porque ha podido realizar sus compras en las tardes de los d¨ªas laborables.
En su argumento, adem¨¢s de dejar de lado la riqueza que caracteriza el abanico ocupacional de las mujeres espa?olas de hoy, Schwartz esconde a los principales perjudicados de una permisividad absoluta en horarios comerciales durante los siete d¨ªas de la semana: trabajadores y trabajadoras del sector del comercio y la distribuci¨®n. Las plantillas se ver¨ªan. obligadas a amoldarse para cubrir los nuevos d¨ªas y horas de apertura.
Por ello, aconsejar¨ªa a su articulista que intente imaginarse su misma ficci¨®n con un peque?o cambio de papeles: su mujer obrera es una dependiente que ve mermada su calidad porque ahora debe tambi¨¦n trabajar los domingos, y las contraprestaciones econ¨®micas que obtiene son muy escasas. ?O quiere dividir cada vez m¨¢s la sociedad en ciudadanos de primera y de segunda en funci¨®n de si pueden dedicar sus fines de semana al ocio y las compras, o bien su trabajo les obliga a proporcionar servicios a los dem¨¢s?
Pero ni su habilidad reduccionista deja tranquilo a Pedro Schwartz, que tambi¨¦n acusa a los que defendemos ' el descanso dominical de "se?oritos" y "vacar a voluntad". Y ni tan s¨®lo conoce la amplitud y diversidad del colectivo que nos adscribimos a ello. Adem¨¢s de sus odiados botiguers, estamos las empresas de distribuci¨®n de capital espa?ol, los sindicatos, y toda aquella gente que alcanza a comprender que todo el mundo tiene derecho a por lo menos una fiesta semanal. Por tanto que Schwartz guarde sus gratuitas etiquetas de "machismo" y "antiobrerismo" para cuestiones de mayor peso y de las que tenga un conocimiento m¨¢s profundo.- Presidente del Consejo de Empresas Distribuidoras de Alimentaci¨®n de Catalunya (CEDAC).
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