Hong Kong se prepara para lo inevitable
La a¨²n colonia brit¨¢nica intenta preservar su sistema econ¨®mico y social ante la 'devoluci¨®n' a China
ENVIADA ESPECIAL La disputa entre el gobernador brit¨¢nico de Hong Kong, Chris Patten, y el r¨¦gimen de Pek¨ªn por los intentos del primero de democratizar parcialmente la colonia antes de devolv¨¦rsela a China el 1 de julio de 1997 ha dejado extenuados a los habitantes y a los Gobiernos del Reino Unido, China y el mismo Hong Kong. Descargada la tormenta democr¨¢tica, unos y otros se aprestan por allanar el corto camino que les separa de lo inevitable y por -pragmatismo obliga- sacar el mayor beneficio posible en la recta final. Es tiempo de reconciliaci¨®n.
La mayor¨ªa de los hongkoneses tiene perfectamente asumido el cambio en la soberan¨ªa del territorio. A ello ha contribuido la efervescencia econ¨®mica que se vive actualmente en China y de la que Hong Kong es el principal beneficiario. Lejos queda ya el trauma que caus¨® en septiembre de 1982 la visita de Margaret Thatcher a Pek¨ªn en la que Deng Xiaoping le dej¨®, claro la determinaci¨®n china por recuperar Hong Kong el mismo d¨ªa en que finalizase el contrato de arrendamiento d¨¦ los llamados Nuevos Territorios. Entonces s¨¦ temi¨® una desbandaba de empresarios y profesionales liberales. Hoy d¨ªa muchos de ¨¦stos han incrementado considerablemente sus fortunas gracias a las relaciones con el continente.
"Es tiempo de dedicarse a cosas pr¨¢cticas, como el empleo, las pensiones y la vivienda", declara un empleado de una tienda de camisas en el distrito Central, en el que late el coraz¨®n financiero de la isla. 4os hongkoneses quieren que Patten deje de gastar p¨®lvora en salvas -como pedir ahora la utop¨ªa de que los 3,3 millones de hongkoneses con pasaporte brit¨¢nico puedan residir en el Reino Unido- y les arregle cuestiones, principalmente de car¨¢cter social, que luego nadie les va a resolver, puesto que China est¨¢ mucho m¨¢s atrasada que ellos.
Pek¨ªn se ha 4compirometido a mantener durante 50 a?os la pol¨ªtica de Un pa¨ªs, dos sistemas. Por eso, lo que ahora apremia es dejar atado y bien atado el bienestar de los hongkoneses. Con un ritmo de crecimiento econ¨®mico estancado alrededor del 6% (el de China es superior al 10%), la poblaci¨®n asiste con temor a la aparici¨®n de un nuevo fen¨®meno: el paro. La cifra parece casi rid¨ªcula, un 3,5%, comparada con los niveles europeos de desempleo, pero sin la existencia de un subsidio de paro ni de un r¨¦gimen gubernamental de pensiones, se multiplican las voces de los que exigen a Patten "medidas concretas para paliar las preocupaciones actuales de Hong Kong".
Quiz¨¢ m¨¢s grave que el paro es la inflaci¨®n. Numerosas empresas han huido de Hong Kong en los ¨²ltimos dos a?os, no por temor a julio de 1997, sino por temor a los alquileres y los salarios. Con una inflaci¨®n sostenida de entre un 10% y un 12% en la ¨²ltima, d¨¦cada, los costes de mantener un negocio en Hong Kong se han disparado.
A pesar de que cientos de compa?¨ªas se han apresurado en estos ¨²ltimos a?os a abrirse un sitio en la llamada puerta de China, tambi¨¦n es cierto que al primer, centro financiero de Asia le viene comiendo terreno uno de los llamados dragones: Singapur. Con una mano de obra un30% m¨¢s barata, el precio del metro cuadrado de oficinas un 40% inferior, y un 30% el de apartamentos, no es de extra?ar que muchas empresas regionales hayan trasladado sus sedes a Singapur, que ofrece un mercado m¨¢s estable y sin inflaci¨®n, aunque el sistema impositivo sea m¨¢s fuerte.
Otro de los motivos que ha llevado a grandes, compa?¨ªas como el Hong Kong Bank o Jardine Mathe son a buscar otros para¨ªsos fiscales es la actual ley de control de sociedades. Fuentes de la banca internacional aseguran que l9s primeros en presionar al Gobierno de Hong Kong para que cambiara esta ley han sido los mismos empresarios hongkoneses, empezando. por los multimillonarios y estrechos amigos de los dirigentes de Pek¨ªn Li Ka-shing y Stanley Ho. Esta ley permite que con un porcentaje m¨ªnimo de acciones, entre un 10% y un 15%, se pueda nombrar el consejo de administraci¨®n y con ello, acceder al control efectivo de la sociedad. "Si, como ocurri¨® en 1984 y 1985, se produce otra crisis de confianza y baja la Bolsa, que ahora est¨¢ inflada, miles de empresas pueden pasar a estar bajo el control efectivo del Partido Comunista Chino", a?aden las fuentes.
Lo cierto es que Patten no ha logrado colmar las expectativas de ninguno de los estratos sociales hongkoneses. Su popularidad en la colonia anda por los suelos y el "buen entendimiento" alcanzado entre los ministros de Exteriores del Reino Unido y China, Malcolm Rifkind y Qian Qichen, respectivamente, durante la en trevista mantenida en Londres a primeros de mes, le ha dejado en una situaci¨®n penosa. "Asistimos al espect¨¢culo incre¨ªble de ungobernador hundi¨¦ndose", declar¨® la semana pasada a la televisi¨®n hongkonesa el ex embajador brit¨¢nico en China Percy Cradock.
"Patten no ha querido darse cuenta de que en las elecciones en las que ha volcado todo su esfuerzo s¨®lo ha votado el 37% de los inscritos, mientras problemas b¨¢sicos que nos afectan a todos, como la ense?anza del mandar¨ªn, se han dejado de lado", comenta Susan Chan, de 32 a?os y madre de dos hijos que estudian en un colegio de lengua inglesa.
Sin embargo, los recientemente elegidos miembros del Consejo Legislativo (¨®rgano que no tiene poder de legislar, sino s¨®lo de asesorar) se?alan que esta es una "oportunidad ¨²nica para democratizar la vida de los hongkoneses y, lo que es m¨¢s importante, para que despu¨¦s de 1997, prevalezca en el territorio su propia ley.
Econ¨®micamente hay una realidad innegable: el primer in versor en China es Hong Kong, y viceversa. Entre ambas econom¨ªas se ha creado una simbiosis. Lo que perjudica a una perjudica por igual a la otra. Por ello pare ce impensable que Pek¨ªn realice un movimiento que pueda poner , en peligro su ansiado desarrollo "La cuesti¨®n no es 1997 sino, a medio plazo, qui¨¦n se impondr¨¢ a qui¨¦n. ?La eficacia de Hong Kong se extender¨¢ por China, o Hong Kong quedar¨¢ dominado por la burocracia y corrupci¨®n chinas?", se preguntaba Hugo Alfonso, director de ventas de Lladr¨® en la colonia brit¨¢nica.
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