Habr¨¢ comisi¨®n
POR UN solo voto de diferencia se aprob¨® ayer en el Senado la creaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n sobre los GAL. Que hay que investigar esa trama es algo indiscutible, y as¨ª lo est¨¢ haciendo la judicatura. Una vez encarrilada esa investigaci¨®n, habr¨ªa sido m¨¢s prudente desistir de crear una comisi¨®n parlanientaria,que indague en paralelo sobre los mismos hechos y las mismas personas.En casos como los de Juan Guerra, Mariano Rubio e incluso Rold¨¢n, estaba claro que, aun no habiendo responsabilidad 'penal directa de cargos p¨²blicos concretos, s¨ª podr¨ªa haberla pol¨ªtica. En el caso GAL, ambas se superponen, al menos en el estado actual de la investigaci¨®n, cuando est¨¢ en manos del Supremo precisamente por afectar a esas personas aforadas tuya responsabilidad investigar¨ªa la comisi¨®n parlamentaria. Otra cosa habr¨ªa sido crear la comisi¨®n cuando el proceso penal s¨®lo hab¨ªa llegado hasta el nivel de los polic¨ªas Amedo Y Dom¨ªnguez, dejando pendiente cualquier responsabilidad de las instancias pol¨ªticas en la financiaci¨®n, organizaci¨®n y encubrimiento de esa trama.
Las garant¨ªas propias de todo proceso penal se ven reforzadas cuando afectan a personas aforadas, precisamente para evitar el riesgo de una utilizaci¨®n aventurada o partidista del proceso. Es algo contradictorio con ese reforzamiento de las garant¨ªas que los mismos hechos y personas vayan a ser investigados simult¨¢neamente por un ¨®rgano parcial por definici¨®n como es una comisi¨®n parlamentaria. Las batallas previas a la votaci¨®n de ayer ilustran esa parcialidad, consustancial al parlamentarismo, pero que no deber¨ªa interferir en la acci¨®n judicial.
Esa interferencia es, sin embargo, casi inevitable: ?c¨®mo impedir la presi¨®n para que los jueces, confirmen las conclusiones anticipadas por la investigaci¨®n parlamentaria, amplificadas por el eco medi¨¢tico de las comparecencias de las personas aforadas? Habr¨ªa sido m¨¢s responsable, m¨¢s pedag¨®gico de cara a. una opini¨®n p¨²blica desorientada y sometida a dosis crecientes de demagogia, desistir de plantear, en estas condiciones, la comisi¨®n.
De un partido que es ya la primera fuerza del Senado y que cuenta con grandes posibilidades de ser pronto el del Gobierno cabr¨ªa esperar una actitud m¨¢s responsable, menos obediente a los sectores amantes de las emociones fuertes que cada d¨ªa le marcan la estrategia. Que la direcci¨®n del PP ordenase a sus senadores mostrar en p¨²blico su papeleta para evitar votos disidentes, o especulaciones sobre los mismos, es un s¨ªmbolo del car¨¢cter casi escolar de esa obediencia.
Es dudoso que la comisi¨®n pueda avanzar en la investigaci¨®n propiamente dicha, dada la inminencia de la disoluci¨®n de las Cortes; pero tal vez sea posible hacer en ella una discusi¨®n pol¨ªtica, pendiente todav¨ªa, sobre la actitud de cada cual respecto a los GAL. No ahora, sino cuando su existencia era un problema real: entre 1983 y 1987.
A Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le dio la risa floja cuando el martes le preguntaron sobre sus relaciones con Garc¨ªa Damborenea, uno de los escasos pol¨ªticos. que siguen sosteniendo que la creaci¨®n de los GAL fue una necesidad ineludible. Ser¨ªa interesante, sin embargo, contrastar esa. opini¨®n, con la evidencia de los desastrosos efectos de aqu¨¦lla aventura para el cr¨¦dito de las instituciones, particularmente en el Pa¨ªs Vasco. Es probable que los socialistas merezcan por ello lo que les est¨¢ pasando, pero ello no justifica iniciativas tan extempor¨¢neas como la aprobada ayer por el Senado merced al apoyo determinante del Partido Popular, S¨®lo cabe esperar que la investigaci¨®n parlamentaria no, contamine de nulidad el proceso penal. Se habr¨ªa hecho un flaco favor a la justicia.
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