Alexandr L¨¦bed, el m¨¢s peligroso rival
El veterano general de Afganist¨¢n dice que si arrebata la presidencia a Yeltsin no habr¨¢ un ajuste de cuentas
El general Alexandr L¨¦bed, el rival m¨¢s peligroso de Bor¨ªs Yeltsin por la presidencia de Rusia, est¨¢ dispuesto a "dar garant¨ªas a quien sea" de que, si llega al poder, no habr¨¢ ajustes de cuentas ni b¨²squeda de culpables por la crisis de su pa¨ªs, seg¨²n declar¨® en una entrevista a esta corresponsal, que acompa?¨® al carism¨¢tico veterano de Afganist¨¢n y otros conflictos b¨¦licos en una jornada de campa?a electoral en la ciudad de Tula (a 200 kil¨®metros al sur de Mosc¨²), vetusta cuna de las armas y de los samovares de Rusia."Estoy en contra de los can¨ªbales que quieren destrozarlo todo. Hay que buscar posibilidades y no culpas", afirma L¨¦bed, quien insiste con su vozarr¨®n de trueno en que "hacer picadillo" del ex presidente de la URSS Mija¨ªl Gorbachov o del actual presidente de Rusia, Bor¨ªs Yeltsin no solucionar¨ªa los problemas. "Hay que dejar las emociones, hay que ser fr¨ªo y calculador, y pensar, pensar", recomienda lapidariamente.
El general, de 45 a?os, una verdadera fuerza de la naturaleza por su corpulento f¨ªsico y la rotundidad con que se expresa, exhorta al sentido com¨²n y la "reconciliaci¨®n" nacional, inspirada, seg¨²n afirma vagamente, en el modelo posfranquista espa?ol. En Rusia, se?ala, hay que empezar por "poner un orden elemental". "Como militar profesional con experiencia en conflictos, estoy categ¨®ricamente en contra de la guerra", afirma L¨¦bed, que tambi¨¦n est¨¢ dispuesto a garantizar "la llegada al poder de un Gobierno de pensamiento nacional
El general, que sonr¨ªe poco, se rueda como pol¨ªtico con viajes, m¨ªtines y lecturas. "Al arte de mandar, que es lo m¨¢s caracter¨ªstico de un general, hay que a?adir hoy una suma de conocimientos de politolog¨ªa, de sociolog¨ªa, de econom¨ªa", afirma. En ¨¦poca sovi¨¦tica, no pudo con El capital, de Karl Marx, pero hoy asegura dedicar dos horas al d¨ªa a sus "variadas" lecturas de preparaci¨®n. "Mi cabeza est¨¢ construida de tal manera que primero tengo que echarle los materiales de distintas fuentes para hacer una vinagreta con ellos, y luego ordenarlos", ironiza.
Tula, donde L¨¦bed mand¨® una divisi¨®n de paracaidistas, es la circunscripci¨®n por la que el oficial aspira a un esca?o de la Duma Estatal (C¨¢mara baja del Parlamento) como candidato por el sistema mayoritario, adem¨¢s de ser el n¨²mero dos en la lista estatal del Congreso de las Comunidades Rusas (CCR), que compite por sistema proporcional. El general corrige a quienes tratan de encasillarlo como de "izquierdas", aunque se declara dispuesto "a ir codo con codo con los comunistas, el Partido Agrario y los socialistas". De los "dem¨®cratas radicales" no quiere ni o¨ªr hablar.
Lenin inspira "mucho respeto" a L¨¦bed por ser una de esas personas "capaces de proponerse una tarea y cumplirla hasta el final". El fundador del Estado sovi¨¦ticos la Casa de los Romanov y la Iglesia ortodoxa rusa son parte de su propia historia y de su propia identidad rusa, "y no me averg¨¹enzo de nada ni renuncio a nada", se?ala.
El general no se muerde la lengua al catalogar al jefe del Gobierno ruso, V¨ªctor Chernomirdin, como "simplemente un sinverg¨¹enza" que se "ha forrado a costa de nuestras l¨¢grimas y penas", que ha construido las "oficinas m¨¢s lujosas de Europa" para la empresa monopolista del gas ruso, Gasprom, y que es responsable del abismo creciente entre los privilegiados del "capitalismo de la nomenklatura" y los despose¨ªdos. Estos recibieron su participaci¨®n en la riqueza nacional en forma de un bono de privatizaci¨®n que no alcanzaba para comprar ni una "cochina plancha".
EI general L¨¦bed, que el pasado verano dej¨® las Fuerzas Armadas y el mando del 14? Ej¨¦rcito en la Regi¨®n del Transdniester (Moldavia), ha sintetizado sus ideas en su libro Za derzhavu obidno..., (Me duele el Estado), una reflexi¨®n sobre el fin del imperio sovi¨¦tico donde el Ej¨¦rcito es contemplado como v¨ªctima de los pol¨ªticos "cobardes", que no dejaban por escrito las ¨®rdenes para que las Fuerzas Armadas les sacaran las casta?as del fuego en Sumgait (Azerbaiy¨¢n) en 1988, en Tbilisi en 1989, en Bak¨² en 1990, y en el Transdniester en 1992. Cuando se produc¨ªan v¨ªctimas, los pol¨ªticos se escabull¨ªan, afirma L¨¦bed, que fue enviado a todos estos escenarios, sangrientos.
"Al Ej¨¦rcito lo hunden sistem¨¢ticamente en la mierda desde l98i8", subraya L¨¦bed, que en agosto de 1991 fue testigo de c¨®mo P¨¢vel Grachov, el actual ministro de Defensa, con quien comparti¨® la academia y la aventura afgana, "se prostituy¨®" jugando entre Yeltsin y los golpistas sovi¨¦ticos. L¨¦bed considera a los oficiales reclutados para disparar sobre la del Parlamento ruso el 4 de octubre de 1993 como "victimas" de una tragedia nacional. L¨¦bed ha sufrido la desintegraci¨®n de la URSS como un duro golpe. "Nadie protest¨®, nadie se ech¨® al monte" cuando "tres t¨ªos" (los presidentes de Bielorrusia, Ucrania y Rusia) "se emborracharon y disolvieron la URSS". L¨¦bed parece menos inclinado que otros nacionalistas rusos a buscar enemigos externos y fija la mirada en sus propios compatriotas, "capaces de destruir y de lamentarlo al d¨ªa siguiente".
El general exhorta a los rusos a unirse para una reconstrucci¨®n nacional. "?Acaso no es tiempo de despertarnos y utilizar estas elecciones para decir bien claro que somos un solo pueblo, que somos el pueblo ruso, y que es imposible no tenemos, en cuenta?". No pretende reconstruir la URSS. "Han ocurrido procesos irreversibles", subraya, "no hay que unir a nadie, s¨®lo hay que volver a ser fuerte, y cuando Rusia sea fuerte le aparecer¨¢n un mont¨®n de aliados". "Hay que dejar de esperar ayuda financiera del exterior y comenzar a vivir en nuestro pa¨ªs con nuestra inteligencia y nuestras leyes. La Duma, el Consejo de la Federaci¨®n (la C¨¢mara alta), el Tribunal Constitucional, nuestro cacaredo pluripartidismo, todo eso no funciona ni funcionar¨¢. Son un decorado democr¨¢tico basado en una Constituci¨®n tarada hecha en dos semanas a la medida de una persona. Esta Constituci¨®n no nos defiende y este Estado es un enemigo que nos ha igualado a todos limpi¨¢ndonos el bolsillo", se?ala L¨¦bed, que es bastante esc¨¦ptico sobre la posibilidad de que haya elecciones. Yeltsin, dice, teme responder por "la desintegraci¨®n de la URSS, el ca?oneo de la Casa Blanca, la guerra de Chechenia el caos salvaje de la privatizaci¨®n"
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