Recapitulaci¨®n vasca
Ayer cumpli¨® 16 a?os el Estatuto de Gernika y pronto har¨¢ 20 a?os de la muerte de Franco. Entre 16 y 20 a?os tienen esos j¨®venes que incendian autobuses y ertzainas, atacan a los que piden la liberaci¨®n de Aldaya y amenazan a jueces, periodistas y p¨²blico en general: peque?os fascistas manejados por ex peque?os fascistas que ahuecan la voz para decir que esos desmanes son consecuencia de la represi¨®n que se ejerce sobre la juventud vasca. Su impunidad constituye el s¨ªmbolo del fracaso tanto de la pol¨ªtica de apaciguamiento mediante concesiones seguida por el nacionalismo democr¨¢tico como de la estrategia de guerra sucia desplegada hace una d¨¦cada desde el Ministerio del Interior.El nacionalismo vasco, que viene presidiendo el Gobierno auton¨®mico desde 1980, ha conseguido su objetivo hist¨®rico de garantizar la pervivencia de la identidad vasca, pero ha fracasado en su proyecto de articular una sociedad pr¨®spera, integrada y pac¨ªfica. La existencia de una minor¨ªa violenta que s¨¦ ampara en algunos de los mitos fund¨¢cionales -la independencia, el rechazo frontal a Espa?a- favoreci¨® la hegemon¨ªa de la ideolog¨ªa nacionalista durante la transici¨®n, pero es desde hace a?os un obst¨¢culo permanente al cr¨¦dito y afianzamiento de las instituciones de autogobierno: cuestiona la eficacia de un sistema policial auton¨®mico, impide superar los efectos de la crisis, imposibilita la cohesi¨®n social.
Una sociedad pr¨®spera es imposible mientras subsistan los secuestros y asesinatos, y sin prosperidad econ¨®mica ser¨¢ dif¨ªcil integrar en la sociedad a ese 52% de menores de 24 a?os en paro. Pero sin esa integraci¨®n y una. mayor cohesi¨®n social ser¨¢ a. su vez dif¨ªcil interrumpir la inercia de la violencia y su reproducci¨®n generacional. El PNV desea sinceramente la desaparici¨®n de ETA, pero no una derrota que inevitablemente implicar¨ªa la relativizaci¨®n de esos mitos originarios y de otros incorporados al blas¨®n com¨²n por la din¨¢mica radical: sobre todo, la consideraci¨®n de la autodeterminaci¨®n como ¨²nica respuesta democr¨¢tica -y no una entre varias posibles- a la cuesti¨®n nacional. Por una parte, no es capaz de convencer a ETA de que abandone la violencia; por otra, vacila ante los efectos de un enfrentamiento directo y combina gestos de firmeza -Atutxa- con otros de apacig¨¹amiento y ofertas de negociaci¨®n: "Espa?a nos da m¨¢s n¨²edo que ETA"; "son patriotas equivocados"; "la paz exige repartir la raz¨®n entre los protagonistas del conflicto".
Intentar desatar el nudo mediante concesiones a la l¨®gica de ETA y HB se ha revelado desastroso. Si ETA no ha desaparecido es porque no ha renunciado del todo a la fantas¨ªa de que tal vez acentuando la violencia, o haci¨¦ndola m¨¢s selectiva, pueda un d¨ªa imponer una negociaci¨®n que produzca efectos pol¨ªticos que no conseguir¨ªa mediante el convencimiento pac¨ªfico de los ciudadanos (la integraci¨®n de Navarra, por ejemplo). Sin el intermitente aval prestado por el nacionalismo democr¨¢tico ¨¢ esa posibilidad, hace tiempo que ETA y KAS la habr¨ªan abandonado.
Tal soluci¨®n es ut¨®pica (ning¨²n estado podr¨ªa aceptarla sin deslegitimarse), no democr¨¢tica (implica que la mayor¨ªa se pliega a la minor¨ªa) y m¨¢s favorable a la continuidad indefinida de la violencia que a su abandono. Adem¨¢s, su invocaci¨®n como un objetivo justo crea el humus en que florece ese fascismo con boina que considera leg¨ªtimo buscar la adhesi¨®n mediante la intimidaci¨®n. Algunos pol¨ªticos admiten eso pero dicen que no hay otra soluci¨®n. Es cierto que no la hay de inmediato, pero ello es en buena medida consecuencia de los errores cometidos. Habr¨ªa que enmendarlos, y no que doblar la dosis como ahora proponen los campeones del desarme unilateral (moral y pol¨ªtico).
De la idea de que hay que dividir la raz¨®n entre agresores y agredidos se ha llegado a la hip¨®tesis de que la paz se encuentra en un punto intermedio entre el Estatuto de Gernika y la alternativa KAS. Aceptar esa hip¨®tesis significar¨ªa reemplazar el pacto de convivencia en el que se reconoce la plural sociedad vasca por un contrato entre las diversas corrientes nacionalistas; sustituir la sociedad por la comunidad: variante del principio de limpieza ¨¦tnica. ?Piensa alguien que la consagraci¨®n de ese principio pueda ser un camino de paz?
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