Cr¨®nica de Madrid y sus mujeres
No es en absoluto discreta esta joven, bulliciosa y arriesgada enamorada. No lo es nadie en esta obra de Lope. De enredo, de enga?os. ?C¨®mo se ment¨ªa en Madrid! (No tengo claro si he de referirme s¨®lo al pasado). Adem¨¢s del barullo del amor y el sexo, contiene una cr¨®nica de la vida cotidiana y un debate sobre la libertad de la mujer; alg¨²n soneto agradable, un di¨¢logo picado y suelto, los versos de relleno con sus ripios com¨²nmente aceptados ("ojos" con "enojos") y una longitud exagerada para lo que desarrolla.Hoy sirve principalmente para que Andrea D'Odorico exhiba su experiencia y su arte en el decorado simult¨¢neo, para que Miguel Narros guste otra vez como figurinista excepcional y para que su direcci¨®n a?ada desparpajo al que tiene la escritura: carreras, voces, subidas y bajadas: un movimiento perpetuo. Hace soportar, mejor la bober¨ªa del enredo.
La discreta enamorada
Obra de Lope de Vega. Int¨¦rpretes: Berta Riaza, Natalia Men¨¦ndez, Mar¨ªa Luisa San Jos¨¦, Juanjo Artero, Joaqu¨ªn Notario, Jos¨¦ Navarro, Alberto Maravilla, Paco Casares, Alberto G¨®mez, Jos¨¦ Manuel Ronda, Jes¨²s Hern¨¢ndez. Dise?o de vestuario: Miguel Narros. Iluminaci¨®n: Juan G¨®mez Cornejo. Escenograf¨ªa: Andrea D'Odorico. Direcci¨®n esc¨¦nica: Miguel Narros. Teatro de la Comedia, Madrid.
Sirve tambi¨¦n para los actores. Las mujeres, sobre todo, porque son el objeto principal de Lope de Vega como en la mayor¨ªa de su teatro menor: el arranque madrile?o y espa?ol de Mar¨ªa Luisa San Jos¨¦ como real hembra lib¨¦rrima, o los matices, sutilezas y mentiras infinitas con que interpreta Natalia Men¨¦ndez a la discreta indiscreta: y su voz. Claro, Berta Riaza: una persona que todo lo hace bien, hasta el peque?o papel de graciosa. Los graciosos siempre ganan, y as¨ª Joaqu¨ªn Notario; y los galanes, en estos casos, est¨¢n pasmados: Juanjo Artero se defiende. Y Paco Casares est¨¢ siempre bien, tambi¨¦n: lo est¨¢ en el figur¨®n de la obra. Esta obra es, como siempre en los cl¨¢sicos, y hasta hace muy poco tiempo, una burla de los enamorados viejos, y Berta y Paco hacen que no sean tan rid¨ªculos como se propone el autor. Que, viejo, incluso viej¨ªsimo para su tiempo de vida breve, segu¨ªa enamor¨¢ndose.
Al p¨²blico le gusta, dosifica sus aplausos para cada actor y no parece equivocarse. Y se r¨ªe con pasajes de la obra. Estoy hablando de un viernes por la tarde, sin "estrenistas". Aunque con colegiales.
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