El orden est¨¦tico que nos invade

El edificio de la Conferencia Episcopal Espa?ola, en una zona residencial madrile?a y dotado del confort visual del ladrillo visto y las vegetaciones ornamentales, tiene algo de central sindical mezclada de rector¨ªa en una tarde laborable. Y el presidente, El¨ªas Yanes, tiene m¨¢s aspecto de p¨¢rroco amable, pero parco en palabras, que de alto dignatario de la Iglesia en posici¨®n te¨®rica de comunicarse con el Papa por m¨¦todos humanos o divinos. No hay v¨ªa crucis protocolario y casi sin transici¨®n se pasa de un muy receptivo seglar al ascensor y a monse?or, que avanza dotado de luminosa corporeidad impuesta por el predominio del blanco de su piel, sus cejas, sus cabellos, hasta hacerle casi inexpresivo, o tal vez sea un efecto ¨®ptico reforzado por la necesidad de estar pendiente de la precisi¨®n de cuanto dice. Abel Hern¨¢ndez, en El Quinto Poder, describe a un Yanes que ha llegado desde las posiciones m¨¢s progresistas poscoinciliares a la presidencia de la Conferencia Episcopal pasando por los filtros conservadores del Papa de Roma y su profeta en Madrid, el sospechosamente ascendido nuncio Tagliaferri. Los datos externos me enfrentan, pues, a un monse?or h¨¢bil en el no siempre justo t¨¦rmino medio, el tipo humano, opuesto a Taranc¨®n, capaz de interrumpir una conversaci¨®n ante una extra?a m¨²sica cenital y comentar: "No se preocupe. No es el Esp¨ªritu Santo. Es el hilo musical". O decir: "Tengo miedo de los pol¨ªticos de comuni¨®n diaria". Pero, as¨ª como Taranc¨®n era habitualmente terr¨¢queo, de Yanes tampoco puede decirse que levite.Pregunta. ?La situaci¨®n del pa¨ªs es de desorden ¨¦tico?

Respuesta. Hay otros des¨®rdenes, pero tambi¨¦n el ¨¦tico, s¨ª.

P. Cuando fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal, lleg¨® con el cartel de obispo progresista y no como el candidato del Vaticano. Se produjo una cierta rebeli¨®n de los obispos nativos ante las consignas del Papa o de su nuncio.

R. Las dos observaciones son un poco inexactas, la segunda m¨¢s porque ciertamente alguien, no s¨¦ qui¨¦n, dio esa imagen de conflicto que no, ha existido. Mi progresismo se concretar¨ªa en ser un seguidor de la orientaci¨®n del Concilio Vaticano II.

P. Eso quiere decir que quedan obispos preconciliares.

R. En los primeros a?os siguientes hubo un sector del episcopado elegido mucho antes, incluso marcado por la guerra civil. Algunas de estas personas lo asimilaron disciplinadamente, pero no ten¨ªan una sensibilidad adecuada. Se reflejaba cuando se planteaban problemas relacionados con la ¨¦tica pol¨ªtica, como el derecho a la huelga o la democracia. Pero creo que ya la casi totalidad del episcopado est¨¢ integrada por obispos que ni siquiera fuimos protagonistas del Concilio.

P. Supongo que no esperaba encontrarse con esta situaci¨®n de clima general de desorden ¨¦tico.

R. En estos ¨²ltimos a?os se han acumulado demasiados problemas graves y simult¨¢neamente.

P. Es una buena situaci¨®n para los predicadores.

R. Cuando hay tantos des¨®rdenes a la vez, algo hay que predicar. Pero es una situaci¨®n que me hace sufrir. Un pa¨ªs tiene derecho a gozar de buenos gobernantes.

P. ?La Iglesia ha intervenido suficientemente? Da la impresi¨®n de que ha sido m¨¢s predicador, por ejemplo, Anguita que usted.

R. Pues no lo s¨¦. Los obispos tenemos un cierto pudor a intervenir. Al opinar de ¨¦tica pol¨ªtica, se corre el peligro de ser interpretado como una fuerza que apoya a un partido. Queremos mantener una distancia.

P. Usted ha dicho varias veces que la democracia espa?ola es insuficiente. ?Qu¨¦ ha querido decir?

R. Una democracia no est¨¢ madura si no respeta tres principios fundamentales: el de subsidiariedad, es, decir el Estado no hace todo lo que puede, sino lo que no puede hacer la sociedad y estimula la iniciativa social al m¨¢ximo; el de la solidaridad entre las distintas regiones y sectores de la sociedad, y el de la tolerancia, pues hay que escuchar al adversario y respetar la diferencia. Me parece democr¨¢ticamente elemental la divisi¨®n de poderes. Finalmente, hay que disponer de mecanismos democr¨¢ticos para supervisar la acci¨®n de gobierno.

P. Hoy aparecen poderes m¨¢s determinantes que el pol¨ªtico: jueces, medios de comunicaci¨®n, financieros...

R. Cuando hay vac¨ªo de poder se producen fen¨®menos sustitutivos.

P. ?Se debe a la situaci¨®n cr¨®nica de esc¨¢ndalo ¨¦tico o asistimos a la prefiguraci¨®n de una democracia org¨¢nica o corporativa?

R. A veces, la prensa, con sus exageraciones, ha ejercido una funci¨®n cr¨ªtica bas¨¢ndose s¨®lo en sospechas. Pero ha sido positiva para la sociedad y la democracia porque la cr¨ªtica se ha ejercido desde valores morales, aunque no se invoquen expresamente. Tampoco me parece democr¨¢ticamente normal que el poder judicial ocupe tanto espacio y funciones. El m¨¢ximo protagonismo debe corresponder a la sociedad como tal. Participar no se reduce a votar. Me parece que tanto la derecha como la izquierda tienen cierto recelo, a confiar en la sociedad civil. Por ejemplo, las subvenciones, casi en todos los casos, se convierten en clientelismo legalizado.

P. Otra de las afirmaciones que se le atribuyen es que aqu¨ª falta cultura de la dimisi¨®n. ?En qui¨¦n estaba pensando?

R. Recordaba mis estancias en el extranjero. En los pa¨ªses con democracias consolidadas es frecuente que se dimita cuando se ha quebrado la confianza que una autoridad necesita para gobernar con credibilidad, y m¨¢s a¨²n cuando se ha de facilitar la acci¨®n de la Justicia.

P. La relaci¨®n Iglesia-Estado plantea la cuesti¨®n de los l¨ªmites del laicismo. En la relaci¨®n, Iglesia-Estado PSOE, ?se ha aplicado o asimilado bien el laicismo?

R. El mismo Parlamento que aprob¨® la Constituci¨®n ratific¨® los acuerdos Iglesia-Estado. Puede haber otros ¨¢mbitos de colaboraci¨®n o di¨¢logo, pero los fundamentales est¨¢n recogidos en estos textos pol¨ªticos, que para su aplicaci¨®n reclamaban un desarrollo complementario. Con el Gobierno de la UCD se avanz¨® bastante, pero no se pudo resolver todos los problemas. Despu¨¦s se inici¨® el di¨¢logo con el PSOE. Por parte de los obispos, siempre hubo la mejor disposici¨®n y tambi¨¦n inicialmente por la de los dirigentes socialistas, pero, de hecho, este desarrollo de normas legales no ha avanzado suficientemente. Por ejemplo, en campos como el de la ense?anza. A nuestro juicio, la posici¨®n del partido gobernante ha bordeado muchas veces la ilegali- dad. Luego, ha habido otra serie de problemas. Por ejemplo, la pol¨ªtica gubernamental hacia la instituci¨®n familiar ha sido muy d¨¦bil. Preocupa tambi¨¦n la pol¨ªtica religiosa de los medios de comunicaci¨®n dependientes del Gobierno: en TVE ha habido periodos en que se ha manifestado hostilidad hacia la Iglesia.

P. Seg¨²n Juan Mar¨ªa Laboa en La d¨¦cada socialista, el PSOE jugaba al principio a desestabilizar a la Iglesia, a maximizar sus problemas. Otros agravios: el laicismo oficial, el agnosticismo cultural y la permisividad moral. ?Suscribe el tr¨ªptico?

R. En cierto grado, s¨ª. Quiz¨¢ lo de la explotaci¨®n de las divisiones internas no sea tan relevante. Ha habido tambi¨¦n zonas de poder del PSOE, personas procedentes del mundo eclesi¨¢stico, cuya visi¨®n de la Iglesia no era coincidente con la de la jerarqu¨ªa cat¨®lica y aprovechaban su poder para imponer su visi¨®n.

P. ?Se refiere a grupos como Cristianos para el Socialismo?

R. S¨ª, a ese tipo de grupos.

P. Si personalizamos, ?piensa, por ejemplo, en Puente Ojea?

R. Ese es un caso aparte. Me refiero a gente proveniente incluso de antiguos movimientos de Acci¨®n Cat¨®lica, a cl¨¦rigos secularizados, cuya posici¨®n ante la jerarqu¨ªa es m¨¢s bien de discrepancia.

P. ?C¨®mo se mide el l¨ªmite del laicismo oficial? ?No est¨¢ obligado el Estado a ser laico?

R. La palabra laico no la emplea la Constituci¨®n. Me pareci¨® advertir en los di¨¢logos con muchos dirigentes socialistas que usan el laicismo del Estado en el sentido que esta palabra ten¨ªa en el siglo XIX, con hostilidad. En la Constituci¨®n se evit¨® este t¨¦rmino por eso. Algunos dan por supuesto que, si el Estado es laicista, lo es la sociedad. Evidentemente, el Estado espa?ol no es confesional, pero el art¨ªculo 16 de la Constituci¨®n, el 17 y otros dan por supuesto que hay una realidad social en la que est¨¢ la Iglesia cat¨®lica.

P. ?Hasta qu¨¦ punto se confirma el choque entre dos l¨®gicas: la de una izquierda, moderada, pero que quer¨ªa liberarse de esa omnipresencia de la Iglesia en el r¨¦gimen anterior, y la de ustedes, alarmados porque han visto recortado su territorio?

R. Posiblemente. Cuando hablo de socialistas, no generalizo. Guardo buen recuerdo de las relaciones personales, con Guerra o Maravall, a pesar de las discrepancias. Pero me he encontrado con demasiados dirigentes socialistas que, aun j¨®venes, ten¨ªan de la Iglesia una visi¨®n propia del anticlericalismo del XIX. No se han cre¨ªdo que la Iglesia quiere ser respetuosa con la libertad religiosa y acepta la democracia.

P. ?Y hasta qu¨¦ punto la injerencia del Vaticano en lo m¨¢s hiriente de la memoria colectiva, la guerra civil, a trav¨¦s de las beatificaciones de m¨¢rtires de la cruzada franquista ha resucitado el miedo al intervencionismo hist¨®rico de la Iglesia?

R. Algunos dirigentes pol¨ªticos no han tenido una actitud constructiva. Sentirse ofendidos podr¨ªa dar la falsa impresi¨®n de sentirse solidarios con los que cometieron aquellos cr¨ªmenes. Deber¨ªan haber adoptado la postura de decir: "No compartimos aquella manera de proceder". Se habr¨ªa desdramatizado lo que usted llama injerencia del Vaticano.

P. ?Las beatificaciones no son una apolog¨ªa indirecta del franquismo y sus matanzas bajo palio?

R. En absoluto. Se beatifica a los asesinados por ser fieles a su fe cristiana.

P. Laicismo oficial, agnosticismo cultural y permisividad moral. Se prev¨¦ que gane el PP. ?Se va a corregir ese tr¨ªptico?

R. No lo s¨¦.

P. ?Qu¨¦ estrategia eclesi¨¢stica tiene el PP?

R. No hemos hablado de eso. Como el PSOE, tampoco el PP, creo, ha reflexionado a fondo.

P. Aparentemente, el PP es un partido confesional.

R. No propiamente. Incluso los partidos de las democracias cristianas hace ya mucho que han renunciado a cualquier dependencia de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Lo que propugnan es la defensa de valores que entran en la cultura cristiana. Eso no excluye que dentro del partido haya hasta agn¨®sticos.

P. Quiz¨¢ se hayan superado los tiempos en que el cardenal Ottaviani recomendaba votar a un partido dem¨®crata y cristiano, pero hay un sector de la Iglesia que quiere el poder: el Opus Dei. Hay s¨ªntomas de un cierto retorno, de tomas de posici¨®n dentro del aparato del PP, en instituciones culturales y en la Iglesia.

R. Somos respetuosos con las estrategias p¨²blicas de los diferentes colectivos cat¨®licos. El Opus es uno m¨¢s. Ignoro su presencia en el PP.

P. A usted se le pregunt¨® sobre la influencia del Opus en el Papa y contesto. "Influencia no, convergencia".

R. Otra cosa es la presencia que pueda tener en los ¨®rganos de la Santa Sede. Ciertamente, la hay, como la hay de jesuitas, salesianos...

P. ?Esa convergencia ha repercutido en una estrategia neointegrista, anticonciliar, respecto a nombramientos, jerarqu¨ªas, pol¨ªticas nacionales eclesi¨¢sticas?

R. No puedo opinar con car¨¢cter general. Respecto al Papa a trav¨¦s de una lectura de sus documentos, creo qu¨¦ es muy dif¨ªcil de clasificar. Es un hombre con una s¨®lida formaci¨®n filos¨®fica; no s¨®lo escol¨¢stica, sino tambi¨¦n de filosof¨ªa moderna.

P. Tiene una tesis doctoral sobre Max Scheler.

R. Exacto. Me acuerdo que, cuando le eligieron, fui a buscar en el diccionario filos¨®fico de Ferrater Mora y Wojtyla consta como uno de los principales expertos en Scheler.

P. Una vez le pregunt¨¦ a Taranc¨®n qu¨¦ opinaba del Papa y me dijo: "Es demasiado polaco".

R. Hay que comprender que Polonia, durante largo tiempo, ha desaparecido entre prusianos y rusos. Eso le ha dado conciencia de pa¨ªs acosado. Es l¨®gico que el Papa parta de ello, pero lo que le caracteriza es su pasi¨®n en la defensa de la dignidad humana. En otros aspectos, como el sexual o el de la familia, responde a la moral tradicional de la Iglesia.

P. Muy tradicional, ?no?

R. Puede, pero es fiel al magisterio anterior de la Iglesia, coherente con la afirmaci¨®n del valor y la dignidad de la persona, coherente con el Evangelio.

P. Pero entra en conflicto con una moral de hecho de amplios sectores cat¨®licos.

R. La moral de hecho rara vez coincide con la de los principios.

P. ?La Iglesia espa?ola y el Vaticano tienen una estrategia ante ese desorden ¨¦tico al que nos hemos referido?

R. Nos interesa la ¨¦tica, pero tambi¨¦n la expresi¨®n de la misma fe, y nos inquieta esta moral materialista imperante.

P. Me refer¨ªa a la estrategia no s¨®lo de la Conferencia, sino tambi¨¦n del Vaticano. Por ejemplo, el choque de Tagliaferri con Pujol, que parece una advertencia sobre la autonom¨ªa de la Iglesia catalana; el caso Bl¨¢zquez; la actitud de la COPE para desacreditar la alianza Pujol-PSOE; la penetraci¨®n del PP en los santuarios electorales del nacionalismo vasco y catal¨¢n...

R. No hay que ver estrategia o contubernio. Cada caso merecer¨ªa un comentario. La expresi¨®n de Tagliaferri que molest¨® en Catalu?a era una cita del Papa condenando el nacionalismo exacerbado. Es una preocupaci¨®n, sobre todo tras el conflicto de los Balcanes.

P. Bl¨¢zquez.

R. No conozco los pasos entre la nunciatura y la Santa Sede. Por parte de ¨¦sta, la intencionalidad es pastoral.

P. Desde la llegada de la democracia, el Vaticano, salvo el caso de Carles en Barcelona, que, al ser valenciano, puede ser asimilado, ha respetado la homogeneidad ¨¦tnica de los obispos catalanes. ?Por qu¨¦ ahora no?

R. No creo que sea una buena norma que el obispo tenga que ser nativo.

P. ?Tampoco en situaciones especiales como la vasca? ?Le han dado explicaciones de por qu¨¦?

R. No. Tampoco las he pedido.

P. Dice que el Papa est¨¢ alarmado por los nacionalismos exacerbados, pero hay una relaci¨®n muy ¨ªntima entre nacionalismo pol¨ªtico e Iglesia nacional.

R. Los sacerdotes y religiosos son personas cercanas al pueblo y con frecuencia comulgan con sus aspiraciones nacionales o ¨¦tnicas.

P. Pero esa ligaz¨®n genera fundamentalismo: familia y territorio, a la sombra del campanario.

R. Cuando esos elementos se convierten en excluyentes, algo falla. Una cosa es la defensa de los derechos de un pueblo con medios justos y otra pretender hacer lo violando derechos humanos. El fundamentalismo religioso est¨¢ dispuesto a matar en nombre de Dios y el laico en el de una ideolog¨ªa.

P. El nacionalismo espa?ol es una creaci¨®n eclesi¨¢stica en buena medida.

R. La cultura espa?ola est¨¢ impregnada de valores cristianos desde el Concilio III de Toledo, en 589, con la conversi¨®n del rey Recaredo. La identidad se ha forjado en la lucha contra el islam para restablecer la cristiandad visig¨®tica, la expansi¨®n misionera, la contrarreforma y la lucha contra los protestantes, contra el liberalismo...

P. Y en la lucha contra la ilustraci¨®n, contra todo progresismo...

R. Esas luchas y exclusiones han forjado nuestro car¨¢cter. Hemos de oponer la cultura del di¨¢logo. Creo que, con todos nuestros pecados y defectos, el Concilio Vaticano II ha contribuido a establecer un entendimiento, aunque cueste practicarlo. Si la Iglesia es responsable de una cierta cultura de la intransigencia, tambi¨¦n hay que reconocer su aportaci¨®n a la cultura democr¨¢tica. Su defensa de los derechos humanos es la base de la democracia.

P. En el caso vasco, dram¨¢tico porque implica violencia, ha dicho que las revelaciones sobre el GAL dan la raz¨®n a Seti¨¦n.

R. Seti¨¦n fue de los primeros que hizo una denuncia p¨²blica que puso en cuesti¨®n el modo de actuar de las fuerzas del Estado. Cuando lo hizo, fue mal recibido por ciertos sectores de la prensa de Madrid.

P. ?La prensa de Madrid?

R. Peri¨®dicos y medios de Madrid han sido m¨¢s incordiantes, ?verdad? Han creado una imagen de Seti¨¦n que no es justa. ?l siempre ha condenado el terrorismo.

P. Se a vecina un futuro imperfecto: aumento de la disgregaci¨®n y la marginalidad social; quiebra de la cultura del trabajo; la funci¨®n del Estado: si no es asistencial, ?para qu¨¦,sirve?; los nacionalismos... ?El intelectual org¨¢nico colectivo de la Conferencia qu¨¦ va a predicar?

R. Hay doctrina s¨®lida para hacer frente a estos problemas. No tenemos un recetario porque, al buscar soluciones concretas, hacen falta tambi¨¦n recursos que ya no son doctrinales. Esta problem¨¢tica va a exigir unos esfuerzos superiores y diferentes a los conocidos.?

P. Me da la impresi¨®n de que es de los pocos obispos que insiste en ese referente de un Concilio al que le ha pasado casi lo que al eurocomunismo: ya nadie se acuerda de que existi¨® aquella oferta de racionalidad. ?El discurso del Concilio se ha interrumpido?

R. Necesita ser completado. De hecho, en la Iglesia hay instituciones que permiten participar. Esto acerca a los problemas reales. En la historia de la Iglesia, los concilios han iluminado a las sucesivas generaciones. La actualidad del Vaticano II gana al paso del tiempo como el vino viejo.

P. Lo que percibe una persona que, como yo, no pertenece a la Iglesia es que tienen gran capacidad de convocatoria y el Papa act¨²a como un h¨¦roe del rock. Pero parecen m¨¢s d¨¦biles.

R. Resumiendo mucho y mal, se ha desarrollado la presencia y la actuaci¨®n de la Iglesia en el campo social en todos los pa¨ªses. Tambi¨¦n, una m¨¢s activa del laicado. Donde ha habido una gran crisis y sigue habi¨¦ndola es en el campo moral. No me refiero tanto a la conducta, sino al pensamiento moral. Eso lo reconocen las enc¨ªclicas del Papa.

P. El Concilio liber¨® una gran energ¨ªa: intervenciones en el Tercer Mundo, la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n... Pero ahora parece como si al Vaticano le dieran miedo esas tendencias. En Am¨¦rica Latina...

R. Dar una respuesta avanzada a los problemas sociales no debe desligarnos de principios teol¨®gicos b¨¢sicos. Por parte del Papa hay un s¨ª a la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n y un no a incorporar sistemas de an¨¢lisis de una antropolog¨ªa atea. En Am¨¦rica Latina no preocupa el pulso Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n-Opus Dei, sino el avance de las sectas.

P. Un banquero, vinculado al Opus Dei, me dec¨ªa que le gustaba m¨¢s el Dios del Antiguo Testamento que el del Nuevo. Refleja el poder y a ¨¦l le gusta que Dios intervenga en la historia y la vida. ?Ha perdido influencia el Dios conciliar evang¨¦lico en beneficio del Dios del poder entronizado por el Opus Dei?

R. Mucha gente est¨¢ obsesionada con el Opus Dei. Es un fen¨®meno no representativo. M¨¢s bien, lo que yo observo en la vida de la Iglesia es una cercan¨ªa mayor a la gente sencilla, a los marginados; una actitud m¨¢s dialogante. No faltan discrepancias, pero la pluralidad de teolog¨ªas no debe romper la unidad de la fe. Ahora bien, la cristiana se abre camino no por la imposici¨®n o la coacci¨®n, sino explicando, razonando y dando testimonio de ella con nuestra vida. Cristo, en la cruz, no se impone a nadie. El Concilio Vaticano II es consciente de ello. No s¨¦ si le resulta ¨²til cuanto le he dicho.

No creo que haya contribuido a salvar mi alma, pero a?ade el Concilio Vaticano II a mi colecci¨®n de revoluciones pendientes.