Partidos
En tan s¨®lo seis d¨ªas han aparecido en estas p¨¢ginas dos art¨ªculos de firma influyente cuyo diagn¨®stico sobre la actual situaci¨®n pol¨ªtica europea es casi el mismo. No es ninguna casualidad, y su coincidencia es m¨¢s llamativa por proceder de posiciones pol¨ªticas diametralmente opuestas. Me refiero al art¨ªculo de Herrero de Mi?¨®n (?Democracia o buen gobierno?, jueves 19 de octubre) y al de Alain Touraine (?Desintegraci¨®n pol¨ªtica en Francia?, mi¨¦rcoles 25 de octubre), cuyo diagn¨®stico com¨²n es identificar la actual crisis pol¨ªtica con la crisis de los partidos. Y ambos coinciden tambi¨¦n en la soluci¨®n, que identifican con el reforzamiento institucional del Estado, aunque difieran en el matiz de su estatalismo: para el conservador Herrero de Mi?¨®n hay que garantizar la independencia de la Administraci¨®n frente a los partidos, mientras para el progresista Touraine hay que potenciar la intervenci¨®n reformista para luchar contra la desigualdad y la exclusi¨®n. Pero matices al margen, el acento es el mismo: no hay crisis del Estado o la democracia, sino crisis de los partidos.Creo que resulta obligado coincidir totalmente con este diagn¨®stico. Y a la hora de interrogarse sobre sus causas, parece necesario referirse a la metamorfosis de la representaci¨®n pol¨ªtica que se ha producido entre 1985 (inicio de la perestroika) y 1989 (ca¨ªda del tel¨®n de acero). Hasta entonces, los partidos representaban los Estados Mayores de la lucha de clases que divid¨ªa a los ciudadanos europeos. Y mientras esto tuvo sentido, los partidos pol¨ªticos eran aut¨¦nticamente representativos, porque sus bases sociales estaban realmente enfrentadas entre s¨ª, al verse amenazadas en sus intereses por abiertos desaf¨ªos. Pero hoy ya no es as¨ª. Tras el fin de la guerra fr¨ªa, la lucha de clases ha dejado de tener sentido, al no quedar abierto ning¨²n desaf¨ªo que amenace inter¨¦s alguno. Y por tanto lo partidos pol¨ªticos han perdido su anterior raz¨®n de ser, en tanto que Estados Mayores de aquella guerra incruenta entre clases sociales.
Esto ha generado dos imprevistos efectos perversos. Por una parte, la anterior divisi¨®n entre las clases se ha desdibujado hasta ser sustituida por otras nuevas divisiones sociales m¨¢s visibles aunque carezcan por el momento de representaci¨®n pol¨ªtica suficiente: es el llamado multiculturalismo con sus divisiones entre etnias, entre g¨¦neros, entre lenguas, entre territorios, entre generaciones... Y por otra parte, los viejos partidos pol¨ªticos, que originalmente nacieron como partidos de clase, han perdido todo su car¨¢cter representativo, si exceptuamos al nacionalismo reaccionario, hoy los grandes partidos se han autonomizado de sus bases sociales y ya s¨®lo representan los intereses instrumentales de sus militantes profesionales.
Esta desnaturalizaci¨®n de los partidos, que ya no representen a nadie m¨¢s que a s¨ª mismos, es la causante de todos estos efectos de corrupci¨®n, descr¨¦dito y judicializaci¨®n de la pol¨ªtica que vemos por doquier. C¨®mo ya no representan a nadie, no pueden autofinanciarse, por lo que pasan a depender de las subvenciones p¨²blicas que se autoconceden expropi¨¢ndolas al contribuyente. Y como no tienen bastante, precisan recurrir adem¨¢s a la venta de favores pol¨ªticos, ofertando privilegios exclusivos cuando administran alg¨²n poder. As¨ª es como malversan el inter¨¦s p¨²blico en defensa de sus esp¨²reos intereses privados: en lugar de servir a la ley, se sirven de la ley, instrument¨¢ndola en provecho propio y reclamando derecho a la inmunidad legal.
No es extra?o por eso que la Comisi¨®n creada en el Congreso para la reforma de los partidos se haya saldado con el m¨¢s completo fracaso. Y es de temer que la anunciada conferencia socialista en defensa de la democracia degenere en nuevo blindaje protector de la autonom¨ªa del partido, que le permita seguir neg¨¢ndose a rendir cuentas ante las bases sociales a las que dice representar. Pero a¨²n hay algo peor todav¨ªa que temer y es lo que pueda llegar a hacer el Partido Popular si es que obtiene por mayor¨ªa absoluta el poder.
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