La elegancia social del regalo
La reacci¨®n inicial de varios gobernantes y dirigentes socialistas ante la inculpaci¨®n judicial del ex ministro Corcuera, acusado de pagar con fondos reservados la compra de joyas para regal¨¢rselas a las esposas de altos cargos de Interior, pareci¨® indicar que el reproche est¨¦tico llegaba all¨ª donde los argumentos de la pol¨ªtica, el derecho, y la ¨¦tica contra el despilfarro de dinero p¨²blico no hab¨ªan conseguido penetrar. Todo hab¨ªa descansado, sin embargo, sobre un equ¨ªvoco: esos censores -entre otros el ministro Rubalcaba- le hab¨ªan apresurado a distanciarse de Corcuera s¨®lo por creer err¨®neamente que el presidente del Gobierno hab¨ªa dado desde T¨²nez el banderazo de salida para los ataques. Desde que Felipe Gonz¨¢lez hizo un c¨¢ntico a su gran amistad con el antiguo titular de Interior, Ios acerbos cr¨ªticos se transformaron en calurosos apologistas: una estampa m¨¢s parecida a los componentes de un s¨¦quito que a los miembros de un partido dernocr¨¢tico.Corcuera justifica los regalos pagados con fondos reservados (legalmente adscritos de forma exclusiva a la seguridad y defensa del Estado) mediante argumentos sindicalistas con implicaciones ligeramente machistas. Los m¨¢ximos responsables de Interior -alega el ex ministro- prolongaban su jornada laboral y acud¨ªan al despacho los fines de semana, los d¨ªas festivos y durante las vacaciones sin cobrar horas extraordinarias: el antiguo dirigente de UGT crey¨® conveniente otorgarles una compensaci¨®n en especie por ese trabajo no remunerado aunque se tratase de un servicio p¨²blico de naturaleza pol¨ªtica. Las eventuales complicaciones administrativas anejas a la decisi¨®n se obviaron mediante la v¨ªa indirecta de convertir a las esposas de los beneficiados en destinatarias de los obsequios. Corcuera se muestra dispuesto a asumir voluntariamente la responsabilidad de esa medida: un gesto in¨²til si la responsabilidad le fuese exigida por una sentencia judicial.
Los defensores de Corcuera restan gravedad al asunto aduciendo que esa desviaci¨®n de los fondos reservados respecto a sus fines leg¨ªtimos no tiene quiz¨¢s relevancia penal y carece en cualquier caso de importancia en comparaci¨®n con otros usos abiertamente delictivos de esos dineros secretos: desde la requisa de los fondos reservados por sus administradores en provecho personal (como al Parecer hizo Rold¨¢n), hasta el pago de sobresueldos y finiquitos millonarios a los responsables de Interior (un asunto bajo investigaci¨®n judicial), pasando por la financiaci¨®n del crimen organizado (caso GAL). Pero aun siendo cierto que sisar en la compra. no es lo mismo que: despanzurrar cajas fuertes, todos esos comportamientos tienen un rasgo . en com¨²n: la abusiva patrimonializaci¨®n de los recursos presupuestarios por los pol¨ªticos o funcionarios encargados temporalmente de gestionarlos.
La aplicaci¨®n ilegal del dinero p¨²blico y el uso desviado del poder para fines ileg¨ªtimos echan f¨¢cilmente sus ra¨ªces en los terrenos cerrados por el secreto oficial al control parlamentario y al control judicial: los fondos reservados quedaron instalados en ese sofocante invernadero a partir de su inclusi¨®n dentro de las materias clasificadas. Un reciente libro del profesor Miguel Revenga describe los estragos producidos en Estados Unidos por el anormal crecimiento de los secretos oficiales con el pretexto de proteger la seguridad nacional; El imperio de la pol¨ªtica (Ariel, 1995) muestra que la publicidad es un elemento esencial de la de mocracia del que s¨®lo cabe prescindir en razones muy jus tificadas. El episodio lamentable, rid¨ªculo y menor de las joyas regaladas por un ministro espa?ol del Interior a las esposas de sus colaboradores no hace sino confirmar que el reinado del secreto es campo abonado para los abusos, las ilegalidades y las arbitrariedades.
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