'Eurogal'
La correcta adecuaci¨®n del hombre al medio exige un determinado porcentaje de suicidios. Por cansancio o por verg¨¹enza, los hombres deciden, a veces, matarse, y esa actitud forma parte de un cap¨ªtulo de la vida moral. En Menorca, seg¨²n palabras de una nativa, cuando las gentes se cuelgan 0 se despe?an, los vecinos suelen elegir por todo' comentario: "Ja en tenia prou" (ya ten¨ªa bastante), que es un comentario sobrio, avezado. En Europa, recientemente, una catarata de suicidios ha afectado, en especial, a dos pa¨ªses: Italia y Francia. En el primero, y a causa de la revoluci¨®n judicial, importantes financieros y alg¨²n segund¨®n decideron irse, quiz¨¢ porque estaban acabados los d¨ªas de vino y rosas. En Francia, alg¨²n pol¨ªtico y un grupo de fil¨®sofos decidieron a?adir su suerte personal a la suerte de sus ideas en un bello gesto que encierra sin aspiraci¨®n de respuesta las preguntas fundamentales.En Espa?a, por el contrario, en esa Espa?a de gentes ap¨¢ticas y fr¨ªas contra el t¨®pico de M¨¦rim¨¦e, as¨ª somos los espa?oles hoy, seg¨²n el CIS-, el suicidio queda muy lejos de las opciones morales disponibles. La verg¨¹enza existe, y diseminada, pero aqu¨ª no se suicida nadie. Aqu¨ª se ha preferido otro espacio com¨²n europeo: el del cinismo imperturbable. Imperturbable y transversal: en los ¨²ltimos d¨ªas, Jorge Sempr¨²n -que ha escrito sobre lo que es matar a un hombre-, Jordi Pujol -que ha sufrido la tortura a manos de la raz¨®n de Estado- y Manuel Fraga -sobre el que no me extender¨¦- coinciden en que los GAL fueron un asunto de impericia, mientras invocan con descomunal frialdad pedag¨®gica una cierta tiniebla de Europa. Ese discurso de exculpaci¨®n avanza imparable. Ya s¨®lo Felipe Gonz¨¢lez parece ajeno a ¨¦l. No me hago ilusiones, sin embargo: ejercer de malvado puede repugnarle. Pero, sobre todo, debe repugnarle ser el responsable de tanta impericia, tan poco europea.
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