Fortaleza de tomates
Cuando Jacques Delors acu?¨® el lema Europa sin fronteras para sintetizar la destrucci¨®n de barreras interiores que supon¨ªa el mercado ¨²nico de 1992, los norteamericanos replicaron con otra expresi¨®n que tambi¨¦n hizo fortuna: se trataba, acusaron, de una nueva m¨¢scara para la Europa fortaleza, encastillada en su proteccionismo agr¨ªcola, un para¨ªso para privilegiados rodeado de cinturones de seguridad.?Qui¨¦n ten¨ªa raz¨®n? Las cifras han demostrado que Europa es la. potencia comercial m¨¢s abierta del globo: absorb¨ªa en 1992 el 39,7%,de las importaciones mundiales, contra el 14,4% de EEUU y el 6,1% de Jap¨®n. Esta realidad aument¨® con la aplicaci¨®n de los acuerdos que desembocaron en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. Se consolid¨® con la reforrma de la superproteccionista Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n, empujada con excesos gestuales y buen tino, al mismo tiempo, por Margaret Thatcher. Y se ha multiplicado, sobre todo, con la reciente apertura de la Uni¨®n Europea a los pa¨ªses del Este, el Mediterr¨¢neo y Am¨¦rica Latina, bajo propuestas que incluyen el, establecimiento de ¨¢reas de libre comercio.
Esta Europa es as¨ª, cada vez m¨¢s, una Europa sin fronteras. Pero al mismo tiempo sigue albergando castillos, coronados con almenas corporativistas y subsectoriales. Es la fortaleza del tomate, como ilustra la pat¨¦tica discusi¨®n del acuerdo de asociaci¨®n UE-Marruecos.
Las reservas planteadas al cap¨ªtulo agr¨ªcola del acuerdo debieran superarse en el Consejo de Exteriores de hoy. Su atrabiliario esc¨¢ndalo por unas concesiones verdaderamente limitadas amenaza con oscurecer el verdadero alcance del pacto y la realidad de que ser¨¢n los pa¨ªses m¨¢s industrializados quienes en mayor medida se beneficien de ¨¦l.
El inter¨¦s del acuerdo, aunque econ¨®mico, trasciende lo comercial. Focalizar el asunto en la flor cortada o el tomate es enga?ar. El acuerdo tiene un alma pol¨ªtico-estrat¨¦gica. La completa aper tura a la competencia europea de la industria y los servicios marroqu¨ªes acelerar¨¢ la modernizaci¨®n del sistema productivo de ese pa¨ªs en doce a?os. ?sta redundar¨¢ en una nueva rnentalidad orientada haci¨¢ la econom¨ªa de mercado, ingrediente esencial del cambio social y la transformaci¨®n democr¨¢tica. En cascada l¨®gica, esa transformaci¨®n democr¨¢tica y ese progreso econ¨®mico constituyen las garant¨ªas, m¨¢s serias de la estabilidad pol¨ªtica y demogr¨¢fica en Marruecos y en el Magreb.
La Comisi¨®n Europea y la presidencia espa?ola de la UE sostienen que el acuerdo debe imponerse, porque es "equilibrado": las concesiones son mutuas y los costes de su impacto se reparten entre los distintos pa¨ªses de los Quince. Pero m¨¢s que de equilibrio habr¨ªa que hablar de una tendencia hacia el reequilibrio, tanto en la relaci¨®n Norte-Sur como en la interna dentro del Norte.
Tendencia, m¨¢s bien que equilibrio perfecto, porque las concesiones agr¨ªcolas del Norte al Sur, aunque dolorosas para los afectados, son muy inferiores al objetivo propuesto por Marruecos al inicio de la negociaci¨®n: la completa liberalizaci¨®n agr¨ªcola. Y porque la protecci¨®n europea se sigue asegurando mediante el doble sistema de contingentes y precios de entrada, cuando el objetivo apuntado por el GATT estriba en suprimir los primeros en beneficio del segundo mecanismo, que facilita las comparaciones homog¨¦neas de los flujos comerciales internacionales.
Es cierto que entrar¨¢n en m¨¢s tomates y flores marroqu¨ªes. Pero entrar¨¢n, en camionetas Volskswagen y se dirigir¨¢n m¨¢s a la industria perfumera de Francia que a Alemania, que hasta ahora ha importado la rid¨ªcula cantidad de 300 toneladas de flores, y como m¨¢ximo las doblar¨¢: resulta infame alegar que pone en peligro el empleo alem¨¢n, pues su coste adicional no llega a los 200 millones de pesetas.
Si las protestas del sector afectado, aunque discutibles, exhiben la coherente l¨®gica de la autodefensa, no puede decirse lo mismo de los Gobiernos que se plegan ante ellas. El inter¨¦s nacional, en Alemania u Holanda, como en Espa?a, no es un mero agregado de todos los intereses corporativos. Si Alemania quiere vender autom¨®viles, si Holanda pretende ampliar mercados de electr¨®nica, si Espa?a quiere seguir incrementando sus inversiones deslocalizadas, sus Gobiernos deben sacrificar otros intereses. Lo contrario no es ya s¨®lo una relaci¨®n de intercambio desigual, sino puro gesto colonial.
Por vez primera los sacrificios no recaen al 100% en los pa¨ªses europeos mediterr¨¢neos, sino que se reparte algo m¨¢s, aunque en torno al 80% sigan cargando sobre Espa?a, Italia, Francia, Grecla y Portugal. Que el centro-norte de Europa reciba un cierto impacto no constituye raz¨®n para que se olvide de que no es el principal afectado.
En cuanto a las airadas, reacciones de algunos grupos en Espa?a, hay que empezar a decir las cosas claras, Sus protestas ser¨ªan m¨¢s cre¨ªbles si no chapotearan continuamente en las aguas de un catastrofismo rampl¨®n. Todos los espa?oles deben saber que la renta familiar agraria de este pa¨ªs ha pasado en diez a?os de suponer s¨®lo un 87%, de la renta media comunitaria a un 121%! Todos deben recordar tambi¨¦n que el sector del tomate ha ?duplicado! sus exportaciones a la UEen los ¨²ltimos cuatro a?os, hasta 700.000 toneladas. Y que el ¨²ltimo acuerdo tomatero con Marruecos, que ocasion¨® encierros y teatrales protestas, ha redundado en un aumento de la exportaci¨®n ?del 20% anual!
La demagogia corporativa ser¨¢ eficaz a corto plazo. A largo plazo, se impone en la memoria de todo ciudadano sensato la demagogia de los hechos. El retraso impuesto por Holanda, B¨¦lgica y Alemania (y luego por otros), a la aprobaci¨®n del acuerdo, de asociaci¨®n, ha suscitado la cr¨ªtica del sector pesquero espa?ol, esta vez ?porque no se puede empezar a faenar en las condiciones que apenas hace unas semanas se consideraban lamentables! Pero si la incongruencia l¨®gica, el cortoplacismo, o la defensa numantina son explicables cuando proceden de los directamente afectados, resultan grotescas si son enarbolados por representantes pol¨ªticos que deber¨ªan anteponer la perspectiva general y la conciliaci¨®n de intereses a la simple pesca en el r¨ªo revuelto del cuanto peor mejor. El Congreso -tanto los diputados populares como los socialistas- ha cre¨ªdo que con su oposici¨®n al acuerdo defend¨ªa los intereses de Espa?a. Lo ¨²nico que hac¨ªa era regalar coartadas a quienes estigmatizan la Europa sin fronteras como Europa-fortaleza. De tomate.
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