Un testigo a?ade 20 cr¨ªmenes m¨¢s al caso de la 'casa de los horrores'
El juicio genera millonarias ventas de exclusivas de prensa
Los horrores que escond¨ªa el n¨²mero 25 de Cromwell Street, el domicilio del matrimonio West, en Gloucester, podr¨ªan ser mayores de los contabilizados hasta ahora por la polic¨ªa brit¨¢nica. Janet Leach, testigo en el juicio en su calidad de observadora de los interrogatorios a que fue sometido Frederick West, asegur¨® ayer que el propio acusado le reconoci¨® abiertamente haber asesinado "a otras 20 personas", adem¨¢s de las doce j¨®venes cuyos cad¨¢veres han sido recuperados hasta ahora por la polic¨ªa.Janet Leach, de 39 a?os, mantuvo largas conversaciones con Frederick West durante la investigaci¨®n del caso y antes de que el principal acusado decidiera suicidarse en su celda el d¨ªa primero de 1995. Leach, una mujer de delicada salud, se ha revelado como la m¨¢s sorprendente de todas las testigos que han tomado asiento en el tribunal de Winchester donde se desarrolla el juicio contra Rosemary West, viuda de Frederick.
El pasado mi¨¦rcoles, la testigo revel¨® ante un at¨®nito jurado c¨®mo West le explic¨® en las largas conversaciones que ambos marituvieron las razones de su temprana confesi¨®n policial. Seg¨²n Leach, que se desmay¨® antes de terminar su intervenci¨®n ante el tribunal, Frederick hab¨ªa sellado un pacto de amor con su mujer, a la que pretend¨ªa proteger, y para ello hab¨ªa decidido asumir toda la responsabilidad en los cr¨ªmenes. Supuestamente, una tercera persona, en concreto un hombre, se habr¨ªa visto implicado en la truculenta historia de asesinatos de Cromwell Street. Rosemary West, de 41 a?os, se ha declarado inocente de los diez asesinatos de que se le acusa.
Las cintas de West
La s¨²bita enfermedad de la testigo oblig¨® al juez a aplazar el juicio hasta ayer, aunque no puede decirse que su reaparici¨®n no haya sido sensacional. Las declaraciones de Janet Leach han sido superadas tan s¨®lo por los fragmentos de las propias cintas de los interrogatorios de Frederick West, grabadas por la policia. Escuchado en la sala, el fr¨ªo relato de West de c¨®mo asesin¨® a su propia hija Heather y c¨®mo desmembr¨® meticulosamente el cad¨¢ver, alcanz¨® uno de los momentos m¨¢s escalofriantes de la historia judicial brit¨¢nica, no precisamente falta de casos truculentos.Hasta entonces, los testigos del juicio de los West hab¨ªan animado ellos s¨®los la sala del tribulial de Winchester, entregados a una recreaci¨®n lo m¨¢s s¨®rdida posible de sus respectivas experiencias en el n¨²mero 25 de Cromwell Street. El objetivo, naturalmente, era vender la historia a los ¨¢vidos tabloides brit¨¢nicos.
En el juicio ha habido, as¨ª, de todo. Una hijastra de la acusada, Anne Marie Davies, que ha cobrado la modesta suma de 3.000 libras (unas 600.000 pesetas), por relatar en un ¨ªnfimo tabloide c¨®mo su padre, Frederick, y su madrastra, Rosemary, la violaron a temprana edad convenci¨¦ndola de que era el mejor m¨¦todo de iniciaci¨®n sexual que podr¨ªa encontrar. Una ni?era, Caroline Owens, empleada en 1972 por los West, que no ha tenido inconveniente en contar con pelos y se?ales -antes de hacerlo frente al jurado de Winchester- c¨®mo fue enga?ada por la pareja y sometida a toda clase de vejaciones sexuales. La historia le proporcion¨® unas 20.000 libras (alrededor de cuatro millones de pesetas) a la v¨ªctima, gracias a que mereci¨® un amplio espacio en las p¨¢ginas de The Sun.
O una joven lesbiana sin complejos, Katliryn Hall¨ªday, que se ha llevado su peque?a recompensa -en este caso algo m¨¢s de 1,5 millones de pesetas- sin necesidad de presentarse como una v¨ªctima. Halliday se limit¨® a relatar en otro tabloide las intimidades de su relaci¨®n con la acusada.
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