El cine portugu¨¦s, acosado
El cine portugu¨¦s siempre ha estado en situaci¨®n precaria; debido a las reducidas dimensiones del mercado interno y a la situaci¨®n del propio pa¨ªs, europeo pero perif¨¦rico, que limita las posibilidades de exportaci¨®n. Esta situaci¨®n llev¨® a una intervenci¨®n del Estado que, institucionalmente, existe desde 1948, primero encuadrada ideol¨®gicamente en la dictadura de Salazar y, a partir de 1974, con la revoluci¨®n, a trav¨¦s del Instituto Portugu¨¦s del Cine (IPC). No hay pr¨¢cticamente ninguna pel¨ªcula que no est¨¦ subvencionada.Esta situaci¨®n, aparentemente de privilegio, tuvo efectos perversos. El Estado reclamo para s¨ª el apoyo a la producci¨®n cinematogr¨¢fica, pero no interviene en la distribuci¨®n y exhibici¨®n . A su vez, los distribuidores perdieron el inter¨¦s en producir e incluso en exhibirlas.
Los cineastas pueden realizar sus obras con casi total libertad, s¨®lo limitados por los costes de producci¨®n y por la suerte, puesto que los criterios de selecci¨®n de proyectos dependen del libre arbitrio de una comisi¨®n. Esta situaci¨®n propici¨® la afirmaci¨®n de importantes autores, y dio a conocer internacionalmente el cine portugu¨¦s. La otra cara de la moneda fue la circunscripci¨®n del cine portugu¨¦s a un virtual gueto en el propio pa¨ªs, provocando una tendencia a la entrop¨ªa y una aguerrida autodefensa: las pel¨ªculas se ven poco.
Estas contradicciones se acentuaron todav¨ªa m¨¢s a causa de dos factores, comunes a los pa¨ªses europeos, pero agudizados en Portugal. Uno fue la creciente dependencia de la producci¨®n norteamericana, agravada por una situaci¨®n de casi monopolio en la distribuci¨®n, d¨®nde una empresa representante del consorcio UIP, acapara directa o indirectamente cerca del 70% del mercado. El otro factor fue la televisi¨®n.
Casualmente, 1955, el a?o en que se cre¨® la cadena p¨²blica de televisi¨®n, fue el a?o cero del cine portugu¨¦s: no se produjo ninguna pel¨ªcula. Casualmente, 1975, a?o en que hubo mayor n¨²mero de espectadores, fue tambi¨¦n el de la llegada de la telenovela brasile?a, que r¨¢pidamente se convirti¨® en favorita del p¨²blico, que desert¨® de los cines.
En 1974, la abolici¨®n de la censura con la revoluci¨®n permiti¨® alcanzar en tres a?os nuevas cotas de p¨²blico -l2.812.000 espectadores en 1976-.
Incluso con el mercado en recesi¨®n -o por no depender de ¨¦l-, fue posible una cierta estabilizaci¨®n del cine portugu¨¦s despu¨¦s de a?os de notable descontrol productivo en que los rodajes se prolongaban, indefinidamente y en ocasiones se interrump¨ªan Esa estabilizaci¨®n data de 1984, despu¨¦s de que un exceso de proyectos aprobados en 1981 imposibilitara durante dos a?os que hubiera nuevas subvenciones.
Tal exceso era resultado de la euforia desencadenada, por la nueva aceptaci¨®n internacional del cine portugu¨¦s, as¨ª como por el enorme ¨¦xito comercial, de dos pel¨ªculas, Oxal¨¢, de Antonio-Pedro Vasconcelos, y Kilas, o Mauda Fita, de Jos¨¦ Fonseca e Costa, que en 1981 sobrepasaron la barrera m¨ªtica, de los 100.000 espectadores.
De esos a?os data la entrada en escena de un personaje controvertido, el productor Paulo Branco lo que facilit¨® contactos de producci¨®n internacionales y atrajo a realizadores extranjeros, (El estado de las cosas, de Wim Wenders, se film¨® parcialmente en Portugal). Aunque el contacto en el campo t¨¦cnico tuvo consecuencias fruct¨ªferas, este "polo portugu¨¦s", como fue denominado, fue una utop¨ªa peligrosa: la de ser el ¨²ltimo refugio para el cine de autor. Esta internacionalizaci¨®n tuvo tambi¨¦n consecuencias econ¨®micas, y productivas, con un aumento de los costes y la utilizaci¨®n de Portugal como lugar de rodaje, lo que convirti¨® a algunos productores en meros gestores de proyectos del exterior pero filmados en el pa¨ªs, como La casa de los esp¨ªritus, y dej¨® virtualmente aisdado a Branco como productor durante a?os.
Otra caracter¨ªstica es la prolongada asociaci¨®n, in¨¦dita en el cine portugu¨¦s, con un realizador, Manoel de Oliveira. Tras iniciarse en los ¨²ltimos d¨ªas del cine mudo, Oliveira regres¨® al cine en 1971, despu¨¦s de 30 a?os sin hacer ning¨²n largometraje. En 10 a?os hizo su Tetralog¨ªa de amores frustrados y, a partir de 1985, entr¨® en un ritmo vertiginoso, realizando ocho pel¨ªculas desde entonces, la ¨²ltima de las cuales es O convento, que cuenta por primera vez con la presencia de dos estrellas, Catherine Deneuve y John Malkovich. A sus 87 a?os, Oliveira est¨¢ trabajando en una nueva pel¨ªcula. Con todo, este exponente radical del cine de autor no deja de ser el autor m¨¢s visto en Portugal -con cerca de 80.000 espectadores por pel¨ªcula-.
De la generaci¨®n que en los a?os sesenta trat¨® de constituir un nuevo cine portugu¨¦s, Joao C¨¦sar Monteiro apareci¨® tard¨ªamente en la escena internacional, pero dos pel¨ªculas (Recorda?oes da Casa Amarela y A Com¨¦dia de Deus) convirtieron, a este autoractor en un director de culto. M¨¢s disperso es el trabajo de los otros, miembros de esa generaci¨®n (Paulo Rocha, Fernando Lopes, Fonseca e Costa, Ant¨®nio-Pedro Vasconcelos o Cunha Telles), y una de las razones, aunque no la ¨²nica, es que todos han estado en puestos de poder: se discute m¨¢s la pol¨ªtica cinematogr¨¢fica portuguesa y se hacen menos pel¨ªculas.
Cuatro hechos sucesivos vinieron a agravar las condiciones del cine portugu¨¦s. La tasa incluida en el precio de las entradas, que era la fuente de supervivencia del IPC, fue abolida, con lo que el cine pas¨®, a depender directamente de las partidas presupuestarias. A partir, de 1991, la confusi¨®n se generaliz¨® con la creaci¨®n de un Secretariado Internacional de lo Audiovisual, en el que se encuadre la intervenci¨®n p¨²blica en el cine y la televisi¨®n, y que despues se fundi¨® con el IPC en un nuevo Instituto Portugu¨¦s del Arte Cinematogr¨¢fico y Audiovisual de estatuto ambiguo y direcci¨®n autoritaria. Por primera vez desde el intento de toma del poder por los comunistas en 1975, una direcci¨®n intent¨¦ imponer una l¨ªnea est¨¦tica, se alej¨® de las grandes cuestiones de los medios audiovisuales y el cine en el espacio europeo y, por razones. ideol¨®gicas, pretendi¨® dar primac¨ªa a un espacio lus¨®fono que no pasa de ser un espejismo, porque las pel¨ªculas portuguesas no tienen. acogida alguna en Brasil y dif¨ªcilmente puede imaginarse que tengan ¨¦xito en las colonias africanas.
Por t¨¦rmino medio, en Portugal pe produc¨ªan siete pel¨ªculas por a?o. Debido a la acumulaci¨®n de proyectos, en 1993 hubo, 14 producciones. En 1994 s¨®lo hubo seis y, de ellas, tres eran antolog¨ªas de pel¨ªculas de una hora encargadas por Lisboa 94 Capital Cultural Europea.
El cine portugu¨¦s -o muchos de los m¨¢s importantes autores- est¨¢ acosado.
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