Alianza sin secretario
LA ALIANZA Atl¨¢ntica muestra de nuevo s¨ªntomas de confusi¨®n y tensiones internas ins¨®litas, y sin duda preocupantes. Pr¨¢cticamente ha quedado desabezada, mientras sus miembros apenas pueden disimular sus disputas. Esto en el momento en que acababa de demostrar con eficacia su contribuci¨®n militar para acabar con la guerra en la ex Yugoslavia y en que se apresta a encabezar el dispositivo de fuerza para hacer respetar el futuro tratado de paz. La dimisi¨®n de Willy Claes, por su presunta implicaci¨®n en un caso de corrupci¨®n de B¨¦lgica, y el s¨²bito descabalgamiento del holand¨¦s Ruud Lubbers como principal candidato a sucederle han dejado a la OTAN sin secretario general y a todos en discordia.La retirada del ex primer ministro holand¨¦s, al que apoyaba la pr¨¢ctica totalidad de socios europeos, se ha debido a un claro veto de Estados Unidos, el miembro m¨¢s influyente de la organizaci¨®n. Todo indica que la tradicional suspicacia de Washington con la persona de Lubbers, incrementada por lo que consideraron su escaso dominio de la realidad internacional tras someterle a examen en Washington, no ha sido la causa decisiva del mismo. El factor determinante ha sido la irritaci¨®n de Washington por la precipitaci¨®n de Par¨ªs y Londres -apoyadas por Bonn- en anunciar p¨²blicamente su apoyo a Lubbers, sin antes haber tratado el nombramiento con su mayor aliado, A la primera potencia y m¨¢ximo contribuidor de la Alianza no le gusta que sus socios le presenten hechos consumados en cuestiones de tanta relevancia. Y selo ha hecho notar a los aliados. Despu¨¦s del triste papel europeo en los Balcanes y la decisiva intervenci¨®n norteamericana, EE UU est¨¢ menos dispuesto que nunca a fiarse de iniciativas europeas que le afecten.
Pero si el enfado norteamericano contiene un punto de raz¨®n, conviene no exagerar. Al fin y al cabo, tambi¨¦n los europeos aceptan sin discusi¨®n que el mando militar supremo de la Alianza recaiga siempre en militares norteamericanos, lo que hoy tiene menos l¨®gica que en la guerra fr¨ªa. En todo caso, la reacci¨®n de Washington deteriora un poco m¨¢s la ya moderada, firmeza del lazo euroatl¨¢ntico. La discreci¨®n del pol¨ªtico holand¨¦s retir¨¢ndose de la escena ha logrado salvar una crisis, grave. Salvado lo peor, queda lo malo: el aumento de dificultades para que aparezca una candidatura alternativa seria, Pa¨ªses y l¨ªderes aspirantes se tientan la ropa a la luz de lo sucedido. Nadie quiere quemarse de forma gratuita.
En esta situaci¨®n de precariedad surge la posibilidad de una candidatura mediterr¨¢nea, y tal vez espa?ola. Mediterr¨¢nea, porque el flanco sur s¨®lo ha suministrado un secretario general en toda la historia de la OTAN. Espa?ola, porque el nombre emergente es el de Javier Solana. Por ahora, el Gobierno espa?ol guarda luto por Lubbers. Felipe Gonz¨¢lez reiter¨® ayer que Espa?a "no se plantea" presentar un candidato y record¨® que nuestro pa¨ªs no est¨¢ integrado en la estructura militar integrada de la Alianza. Estas manifestaciones dejan abierta la cuesti¨®n: hoy no se lo. plantea, ma?ana quiz¨¢ s¨ª. Y el recuerdo de la especificidad espa?ola puede ser tambi¨¦n un aviso; si los socios empujan la candidatura del espa?ol, que asuman de entrada ese condicionante y no lo presenten despu¨¦s: como inconveniente.
Adem¨¢s, esta relaci¨®n particular puede resultar ¨²til a una Alianza manifiesta en un proceso de ampliaci¨®n que seguramente se desarrollar¨¢ a varias velocidades, con distintos grados de involucraci¨®n. El nombre de Solana es de momento s¨®lo una posibilidad. Y la situaci¨®n pol¨ªtica interna de Espa?a supere que Solana puede tener ya otros papeles asignados. Ser¨ªa importante para este pa¨ªs, en todo caso, asumir por primera vez un cargo de tal relevancia. Washington respaldar¨ªa en principio tal posibilidad. Las dos condiciones esenciales planteadas por la Administraci¨®n norteamericana son que el candidato sea resueltamente favorable a la ampliaci¨®n de la Alianza al Este y, que cuente con el apoyo de la oposici¨®n de su propio pa¨ªs. Ser¨ªa bien lamentable que consideraciones de partido, del propio o del principal de la oposici¨®n, diesen al traste con esta segunda posibilidad -la primera fue la de Gonz¨¢lez para la Comisi¨®n de la UE- de que un espa?ol presida una organizaci¨®n intemacional de primer rango.
Y de todas formas, sea quien sea el nuevo secretario general, la OTAN no se puede permitir conflictos internos tan evitables como ¨¦ste entre sus dos pilares. Su cohesi¨®n requiere la soluci¨®n discreta y efectiva de los crecientes malentendidos transatl¨¢nticos. Tiene demasiada importancia para la seguridad europea como para someterse ahora a un juego de vanidades nacionales.
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