Especialistas de todo el mundo ofrecen una lista de las "mejores pel¨ªculas" de la historia
Luis Bu?uel y V¨ªctor Erice, directores espa?oles m¨¢s citados por los cr¨ªticos consultados
Citizen Kane (1940), dirigida por el c¨¦lebre cineasta estadoundidense Orson Welles, es la pel¨ªcula m¨¢s votada en una lista de 2.247 t¨ªtulos, elaborada a partir de las respuestas de historiadores y cr¨ªticos vinculados a las filmotecas y las publicaciones cinematogr¨¢ficas de todo el mundo. La encuesta ha sido realizada por la Cin¨¦math¨¦que Royale de Belgique y sucede a otras efectuadas en 1948 y 1958. Tres de Luis Bu?uel -que se convierte as¨ª en el cineasta supremo- entran entre las consideradas en esta lista como las 20 mejores de todos los tiempos. V¨ªctor Erice es el segundo director espa?ol m¨¢s citado.
Las personas consultadas ten¨ªan que responder a esta cuesti¨®n: "?Cu¨¢les son, en su opini¨®n, las obras m¨¢s importantes de la historia del cine?". Las respuestas testimonian desprecio por el cine de Hollywood, pues s¨®lo el pionero, Griffith y su Intolerancia (1916) y el filme musical, Cantando bajo la lluvia (1952), dirigido por Stanley Donen y Gene Kelly, acompa?an a Welles.El cineasta que m¨¢s veces aparece citado entre los 20 primeros t¨ªtulos es Luis Bu?uel, por su obra vanguardista: Un perro andaluz, (1928), La edad de oro (1930) y Las Hurdes / Tierra sin pan (1932)-. Otro director espa?ol que figura entre los m¨¢s votados es V¨ªctor Erice, en su caso por El sol del membrillo (1992). Erice es, junto con el brit¨¢nico Peter Greenaway, el griego Theo Angelopoulos y el franc¨¦s Jaeques Rivette, uno de los pocos directores cuyas pel¨ªculas posteriores a 1975 figuran entre las 100 primeras.
Los votantes han podido citar tantos t¨ªtulos como han querido sin que sus respuestas supusiesen orden de preferencia. A partir de las opiniones suministradas por 37 cinematecas se ha elaborado una lista que tiene en cuenta el n¨²mero de veces que se menciona cada filme. El primero, ya lo hemos dicho, es la m¨ªtica obra de Welles. Luego encontramos El acorazado Potemkin (1925), incombustible cl¨¢sico sovi¨¦tico de Serg¨¦i Eisenstein que sobrevive a la desaparici¨®n de la URSS. En tercer lugar, un t¨ªtulo fundador de la corriente expresionista: El gabinete del doctor Caligari (1919), de Robert Wiene. Nanuk, el esquimal (1922), del gran Robert Flaherty, recuerda que el poder documental de las im¨¢genes trasciende a menudo la construcci¨®n dram¨¢tica.
La epopeya cinernatogr¨¢fica sovi¨¦tica sobrevive de nuevo a la pol¨ªtica con El hombre de la c¨¢mara (1929) de Dziga Vertov, otro documental, en este caso influido por el constructivismo. Jean Renoir en La regle du jeu (1939) sigue en el palmar¨¦s. Intolerancia, de D. W. Griffith, es otro de esos grandes monumentos del cine mudo que siguen vivos. A El ladr¨®n de bicicletas (1948), o el neorrealismo sentimental de un excelente Vittorio de Sica, precede otro documental, c¨¦lebre: Noche y niebla (1956), de Alain Resnais, que narr¨® como nadie la l¨®gica del horror en los campos de exterminio.
La nouvelle vague francesa, hoy tan cuestionada, se asoma a la lista gracias a Godard y a su Al final de la escapada (1959), una obra de cin¨¦filo para cin¨¦filos y que poco tiene que ver con la trayectoria personal seguida por el director desde hace ya m¨¢s de veinte a?os. Otro ruso, en este caso antisovi¨¦tico, Andr¨¦i Tarkovski, ha sido elegido por Andr¨¦i Rublev (1966), cuya acci¨®n transcurre en el siglo XV pero que tabla con virulencia del totalitarismo.
El cine documental, que tan poca estima merece en las salas comerciales, ocupa tambi¨¦n el puesto n¨²mero 12 gracias a Berl¨ªn, sinfon¨ªa de una gran ciudad (1927), un canto futurista a la modernidad firmado por Walter Ruttmann. Cantando bajo la lluvia, de Donen-Kelly, es el ¨²nico musical retenido para los puestos de honor, y le sigue la ya citada Edad de oro bu?ueliana. Otro cl¨¢sico del neorrealismo, Roma , ciudad abierta (1945), de Roberto Rossellini, recuerda la dimensi¨®n c¨ªvica que ha tenido el cine, mientras que Avaricia (1923), de Erich von Stroheim, est¨¢ ah¨ª como la ruina gloriosa de lo que no pudo ser, como una cuarta parte de un proyecto grandioso mutilado por la l¨®gica comercial que denuncian los autores de la lista, una voluntad parecida a la que debe animar a quienes eligen El nacimiento de una naci¨®n (1915), otro Griffith, en este caso con ¨¦xito.
Luego llega el gran Carl Theodor Dreyer, pero no con La palabra o Gertud, sino con su cinta muda La pasi¨®n de Juana de Arco (1928). Ingmar Bergman y Fresas salvajes (1957) nos retrotraen a una ¨¦poca en que los nuevos cines modernizaron el lenguaje del cine y le dieron una dimensi¨®n cultural hasta entonces negada. La lista cierra sus primeros puestos con la apoteosis del cine de autor: Fellini 8 y medio.
Chaplin retrocede en la consideraci¨®n de los especialistas y el western y la comedia est¨¢n subrepresentados. El cine japon¨¦s -Yasuhiro Ozu, Kenji Mizoguchi o Akira Kurosawa- es poco citado. Los cineastas americanos pierden ante los europeos. John Ford es m¨¢s estimado por Centauros del desierto que por La diligencia. Stanley Kubrick figura en el puesto 44 y el joven mejor clasificado es Wim Wenders, de 50 a?os.
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