La novela de un literato
Cuando se public¨® hace ya diez a?os el primer volumen de La novela de un literato, obra p¨®stuma de Rafael Cansinos-Assens, armada por su hijo con los papeles in¨¦ditos que el padre dejara a su muerte, escrib¨ª un comentario destacando la importancia que el libro tiene para la historia de la literatura espa?ola, y me qued¨¦ con curiosa expectativa a la espera de los tomos venideros donde la materia narrada se adelantar¨ªa hasta llegar a una ¨¦poca que yo mismo he vivido. Conoc¨ª a Cansinos, concurr¨ª -y he dado testimonio de ello en mis propios Recuerdos y olvidos- a una tertulia ambulante que ¨¦l reun¨ªa por los a?os aquellos en que, muy joven, me asomaba, yo a la vida literaria madrile?a; dej¨¦ de verlo pronto, pero en cambio tuve luego, a lo largo de mi vida, frecuentes ocasiones de o¨ªr en labios de Borges alguna c¨¢lida evocaci¨®n de su extra?a personalidad.Borges ha solido, como bien se sabe, expresar reiterada y abiertamente su admiraci¨®n por este escritor nuestro, Cansinos, a quien suele tenerse por raro y de secundaria categor¨ªa, infravalorado sin duda entre nosotros. En cuanto a Borges mismo, la incomprensi¨®n a que est¨¢n condenadas figuras tan complejas como la suya -cr¨®nicamente mal entendido y, cuando no ignorado o sospechado ya envuelto ahora en la nube de un incienso beato, es decir, rutinario y acr¨ªtico- ha dado lugar a que se difunda una interpretaci¨®n maliciosa de su declarado aprecio por quien consider¨® un maestro, seg¨²n la cual no ser¨ªa ello sino mezquina coartada para rebajar u omitir al resto de los escritores peninsulares. El hecho cierto es que, en lo privado de la amistad, siempre le o¨ª a Borges concitar una vez y otra con palabras de c¨¢lida admiraci¨®n su recuerdo de Cansinos. Y siendo as¨ª, sent¨ªa yo un impaciente inter¨¦s por ver qu¨¦ era lo que por su parte iba a decir Cansinos acerca de Borges en estos papeles secretos que ahora sal¨ªan a la luz p¨²blica. Diez a?os han pasado desde la primera entrega. Concluida ya la edici¨®n de sus memorias p¨®stumas, me he apresurado a buscar en sus p¨¢ginas (no sin alguna dificultad, pues las remisiones del ?ndice onom¨¢stico est¨¢n mal hechas) el nombre de aquel joven argentino de entonces, un nombre que es invocado hoy en el mundo entero con vana reverencia filistea. Pues, bien: las menciones que de ¨¦l hace Cansinos se reducen, en el segundo volumen, a esto: "Jorge Luis Borges, un joven alto, delgado, con lentes y aire de profesor. Viene de recorrer Europa en compa?¨ªa de su hermana Norah, que hace unos dibujos muy modernos. Ha estado en Alemania, es pol¨ªglota y tiene un enorme fondo de cultura. A¨²n no ha publicado ning¨²n libro, pero ya en su pa¨ªs se hizo notar por su colaboraci¨®n en revistas literarias. Se adhiere, desde luego, al Ultra y se propone ser su introductor en Argentina"; y todav¨ªa en el tercer volumen vuelve a leerse casi lo mismo: "?ltimamente conoc¨ª a un joven argentino, Jorge Luis Borges, un poeta que lleg¨® a m¨ª atra¨ªdo por el Ultra¨ªsmo y que posee una gran cultura est¨¦tica y hace unos poemas que captan verdaderamente el arte nuevo". Eso es todo; y ?a qu¨¦ ir¨®nicas reflexiones se presta esa par,vedad!, ir¨®nicas no por cierto acerca de nadie en particular, pero si acerca de la trama de entendimientos y desentendimientos con que se teje la relaci¨®n entre los hombres: las consabidas "iron¨ªas de la vida".
Quiero espigar de este tercer volumen otra frase, una reflexi¨®n que el autor hace a prop¨®sito de un imprevisto avatar en la vida de cierto conocido suyo: "?Qu¨¦ notable, c¨®mo va uno recogiendo pedacitos de historia!". Pues esta frase podr¨ªa bien servirle al lector de La novela de un literato como resumen de toda su lectura. El libro ha sido compuesto en efecto mediante la ordenaci¨®n de los papeles sueltos donde probablemente ¨¦l escritor hab¨ªa ido anotando impresiones, observaciones, noticias, que quiz¨¢ pensaba. utilizar, o quiz¨¢ no, en trabajos ulteriores (las dos menciones que hace Cansinos de Borges no son sino una muestra entre much¨ªsimas otras del car¨¢cter miscel¨¢neo que la obra presenta); y la colaci¨®n de sus fragmentos permite reconstruir situaciones y completar retratos morales que, seguramente, confirman o acaso rectifican de un modo u otro la imagen establecida de personalidades m¨¢s o menos destacadas en nuestra historia literaria. Podr¨ªa citar muchos ejemplos, y ponderar, por ejemplo, las luces que proyecta sobre la fase prehist¨®rica de figuras como la de Ram¨®n G¨®mez de la Serna, o bien la de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez; pero para ce?irme a un caso concreto, quiero traer a colaci¨®n tan s¨®lo. algo que podr¨¢ ayudamos a perfilar la silueta de Manuel Machado, uno de los poetas cuyo nombre acude con m¨¢s frecuencia a las. p¨¢ginas de estas memorias. Entre las copiosas referencias que a ¨¦l hace, cuenta Cansinos, "como ejemplo de su pereza y desidia", una an¨¦cdota seg¨²n la cual, habi¨¦ndole pedido al poeta la revista Alas un himno a la Aviaci¨®n, ofreci¨¦ndole retribuirla con la entonces Muy considerable suma de mil pesetas, Machado, "encandilado por la cifra", acept¨® en seguida; pero pasaba el tiempo y como la entrega se demoraba, requerido con apremio, se excus¨® el vate ante quien se lo hab¨ªa encargado, dici¨¦ndole: "-Es que no me sale, Antonio [Lezarnal... No estoy en vena ... Pero lo har¨¦, no te preocupes ... Aguarda unos d¨ªas... ( ... ). Finalmente, Manolo acab¨® por confesarle: no me sale, Antonio... Enc¨¢rgaselo a otro... Renuncio a las mil pesetas del ala, digo, de Alas...- Con este retru¨¦cano se zaf¨® Machado del compromiso. Lezama entonces le encarg¨® el Himno a Marquina. A los tres d¨ªas lo ten¨ªa en su poder". ?La pereza de Manuel Machado! ?Tristes son las consideraciones que esta an¨¦cdota suscita en m¨ª! Se le hace inevitable a uno conjugar la estampa de aquel Machado que, no quiz¨¢ por pereza, sino m¨¢s probablemente por repugnancia a emplearse en la poes¨ªa de encargo (y el "no me sale" ?no ser¨ªa tambi¨¦n un retru¨¦cano suyo?), renuncia a componer el bien retribuido himno, con el Machado que m¨¢s tarde habr¨ªa de escribir -y no es dif¨ªcil imaginarse bajo, qu¨¦ circunstancias- aquellos versos en loor del invicto caudillo Francisco Franco que no podemos leer hoy sin sentir un penoso embarazo. Demasiado c¨®modo resulta reprocharle sus claudicaciones al pr¨®jimo. Pero si Jorge Guill¨¦n procur¨® salir lo mejor que pudo del aprieto en que circunstancias semejantes le pusieron, y el jud¨ªo Germ¨¢n Bleiberg, desde la c¨¢rcel, se vio en el caso de convertirse al catolicismo para escribir versos en loor de la Santa Virgen, a circunstancias tales habr¨ªa que condenar, y no tanto a sus v¨ªctimas. Repito a este prop¨®sito la frase citada de Cansinos: "?Qu¨¦ notable, c¨®mo va recogiendo uno pedacitos de historia!".
La novela de un literato permite reconstruir, parcheando tales retazos, una especie de tapiz donde se insertan las figuras mayores y menores que componen en animado cuadro un cierto periodo de la vida literaria espa?ola. Y desaparecido ya su autor, bien valdr¨ªa la pena de que alguien prosiguiera la tarea y completara ese cuadro (acaso mediante notas al pie de alguna futura edici¨®n del libro), para confrontar las conductas o actitudes que ah¨ª hallamos retratadas con lo que el porvenir le ten¨ªa reservado a cada cual, con las vicisitudes a que cada cual se vio sometido por circunstancias tan cr¨ªticas como las que hubieron de oprimir a Manuel Machado, Jorge Guill¨¦n o Germ¨¢n Bleiberg: El propio autor sent¨® precedente en un caso concreto, cuando, tras haber escrito a prop¨®sito de Jos¨¦ Mar¨ªa de Granada, cura rebotado que hab¨ªa alcanzado fama ef¨ªmera con su comedia El ni?o de oro, "?qui¨¦n sabe si ma?ana este, ni?o loco y pr¨®digo tendr¨¢ que llamar de rodillas a las puertas del Templo, como tantos olros!....", anota luego: "As¨ª ocurri¨® efectivamente en nuestra posguerra".
El libro de Cansinos termina en la fecha de la sublevaci¨®n militar que desencadenar¨ªa la guerra civil, y ¨¦sta hubo de poner a prueba de diversas maneras a todos los hombres de las generaciones entonces vivas, a todos los escritores entonces activos. ?Qu¨¦ fue de Pedro de R¨¦pide? ?Qu¨¦ fue de Retana? ?Qu¨¦ fue de Vidal y Planas? ?Qu¨¦ fue de Hoyos y Vinent? ?Qu¨¦ fue de Zamacois? ?Qu¨¦ fue de Valent¨ªn de Pedro? ?Qu¨¦ fue de...? ?qu¨¦ fue, en fin, del propio Rafael Cansinos-Assens?
Cansinos era un escritor de talla m¨¢s que mediana; de ning¨²n modo merece la oscuridad a que por ¨²ltimo hubo de acogerse, el olvido en que luego cay¨®. La obra p¨®stuma que estoy comentando as¨ª lo acredita y confirma. Est¨¢ integrada, seg¨²n lo dicho, por textos sueltos que manos piadosas no sin discreta destreza han procurado ensamblar. Y el material ah¨ª reunido nos ofrece un acervo de noticias, testimonios, datos e interpretaciones de valor hist¨®rico indudable, que lo hacen indispensable para el m¨¢s cabal conocimiento de un periodo de nuestra cultura cuyo esplendor ha permitido denominarla edad de plata o segundo siglo de oro de la literatura espa?ola. Pero junto a ese valor de documentaci¨®n, el libro tiene de por si m¨¦ritos art¨ªsticos muy relevantes. Si en las novelas grandes de Cansinos, originales y personal¨ªsimas, el estilo resulta brillante, refulgente a veces, a veces un tanto recargado, y siempre de muy altos quilates, las copiosas p¨¢ginas de esta pseudonovela est¨¢n escritas con una pluma ¨¢gil, suelta, a veces c¨¢ustica, que sabe construir escenas llenas del inter¨¦s m¨¢s vivo. La mirada infalible del narrador capta el elemento novelesco que la realidad cotidiana pueda contener en su seno, sin pasar por sus aspectos m¨¢s s¨®rdidos, hasta adoptar incluso inflexiones caricaturescas, aunque manteniendo casi siempre la t¨®nica de. un distanciamiento, no exento de desenga?ada comprension.
Mediante la libertad de se mejante estilo, desplegado en la ¨ªntimidad y no constre?ido todav¨ªa por las consideraciones a que una perspectiva de inmediata publicaci¨®n acaso obligaran, se logran ah¨ª peque?os relatos de traza, magistral, varios de los cuales bien pueden valer como cuentos estupendos, tan pronto divertidos como pat¨¦ticos. Cuentos, eso s¨ª, cuyos prot¨¢gonistas son personajes de la vida real, con nombre conocido.
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