El Gobierno itaIiano privatiza la ¨®pera
Los teatros se transformar¨¢n en fundaciones, y el Estado dejar¨¢ de cubrir su d¨¦ficit
La ¨®pera en Italia tiene un d¨¦ficit cr¨®nico que cuesta al Estado m¨¢s de 60.000 millones de pesetas al a?o. El tema se ha ido haciendo pol¨¦mico, entre consideraciones sobre la necesidad de poner fin a la sangr¨ªa financiera contrapuestas al car¨¢cter nacional de un espect¨¢culo con repercusiones en los ingresos por turismo, y la pol¨¦mica se ha acentuado a medida que todo el pa¨ªs se aproxima a una bacarrota que impone recortes generales. El Gobierno de Lamberto Dini ha decidido trasformar los teatros en fundaciones privadas y no responder de su d¨¦ficit.
Un paso decisivo de esa direcci¨®n acaba de ser dado por el Senado, que ha aprobado una norma para que el Gobierno regule dentro del pr¨®ximo a?o el sistema por el que los 13 teatros l¨ªricos subvencionados que hay en el pa¨ªs se vean obligados a transformarse en fundaciones de derecho privado, que incorporar¨¢n a los ayuntamientos y otras autoridades locales que hoy intervienen junto al Gobierno en la direcci¨®n de los entes.Existe, adem¨¢s, un proyecto de ley por el que la gesti¨®n de los teatros deber¨¢ ser transferida a sociedades an¨®nimas, participadas al 51% por las mencionadas fundaciones. El 49% restante ser¨¢ suscrito por particulares.
Las bases del sistema proyectado son claras, aunque quedan por precisar muchos puntos fundamentales. No se sabe qu¨¦ tipo de compromiso estable mantendr¨¢ el Estado en la financiaci¨®n de los teatros ni c¨®mo se favorecer¨¢, sobre todo con medidas fiscales, su financiaci¨®n por patrocinadores privados.
Queda tambi¨¦n en el aire la suerte de unas plantillas muy abultadas -que van desde los 742 empleados de La Scala de Mil¨¢n a los 237 del Palestrina de Cagliari, pasando por los 662 de la Opera de Roma o los 547 del Massimo de Palermo-, fijadas hasta ahora por el Gobierno. Lo ¨²nico seguro es que estos trabajadores perder¨¢n su condici¨®n de empleados p¨²blicos, y que el Gobierno, aunque siga financiando los teatros, dejar¨¢ de hacerse cargo de su d¨¦ficit.
Los m¨¢s inmediatamente afectados por la reforma ser¨¢n, pues, los trabajadores, y esto explica en buena medida las huelgas que se vienen realizando desde el verano, y especialmente en La Scala, donde ha habido amenazas de impedir que se inaugure la temporada, el 7 de diciembre. Los superintendentes, en espera de que se concreten detalles fundamentales como los mencionados, han reaccionado con mayor o menor entusiasmo a la norma aprobada por el Senado, en funci¨®n de las posibilidades de supervivencia de sus teatros.
Uno de los m¨¢s entusiastas ha sido Carlo Fontana, de La Scala, que ve en la privatizaci¨®n una garant¨ªa de desarrollo aut¨®nomo para el primer coso l¨ªrico italiano. Gianfranco Pontel, superintendente de La Fenice de Venecia, es menos optimista ya que, insiste, el hist¨®rico teatro que dirige tiene capacidad para s¨®lo 819 espectadores.
13 teatros de ¨®pera
Las diferencias de tama?o, estructura y calidad art¨ªstica son grandes entre los 13 teatros de ¨®pera que consumen casi la mitad del presupuesto italiano para el espect¨¢culo, cine incluido. Una de las causas del enorme d¨¦ficit oper¨ªstico es, precisamente, el elevado n¨²mero de salas que programan l¨ªrica. En la mayor¨ªa de los pa¨ªses, los teatros de ¨®pera, espect¨¢culo caro por excelencia, se cuentan con menos dedos que los de una mano. En Italia, adem¨¢s de los 13 teatros mencionados, hay otros como el Bellini de Catania o el Comunale de Parma, que programan temporadas regulares de buen nivel. La Scala de Mil¨¢n, la ¨®pera de Roma y el Massimo de Palermo absorben m¨¢s del 30% de la subvenci¨®n global asignada a los entes l¨ªricos. Pero, salvo en el primero de los casos citados, esto no quiere decir que sus resulta dos art¨ªsticos sean los mejores. Teatros como el Reggio de Torino, el Comunale de Bolo?a, el Comunale de Florencia o el San Carlos de N¨¢poles suelen ofrecer espect¨¢culos superiores a los que se ven en Roma o Palermo. Sus ¨ªndices de ocupaci¨®n por el p¨²blico son tambi¨¦n mayores.
La ¨®pera de Roma es el caso extremo de una gesti¨®n desastrosa, a la que en estos d¨ªas se intenta poner remedio. En la primera mitad de esta d¨¦cada, de la mano del superintendente democristiano Gian Paolo Cresci, acumul¨® un d¨¦ficit de m¨¢s de 15.000 millones de pesetas que oblig¨® a mantener casi cerrado el teatro en 1994. Pero su caso no es ¨²nico. En el mismo a?o, cinco de los 13 entes l¨ªricos dieron p¨¦rdidas, que se suman a los 50.000 millones de pesetas con que fueron subvencionados aquel a?o.Los teatros italianos son m¨¢s caros de mantener que sus hom¨®logos extranjeros. Frente a los 140 d¨®lares (unas 17.000 pesetas) que el Covent Garden de Londres invierte por espectador, o los 159 del Metropolitan de Nueva York, La Scala gasta 228 d¨®lares y la Opera de Roma 437 d¨®lares, seg¨²n datos publicados en 1994.La gesti¨®n p¨²blica ha encarecido los espect¨¢culos. En el caso de la ¨®pera de Roma, se han registrado casos de sobrefacturaci¨®n de elementos del decorado y de contrataci¨®n de numerosos trabajadores extraordinarios dif¨ªcilmente justificables. El superintendente Cresci, acostumbraba, adem¨¢s, a pagar subrepticiamente a figuras, como Jos¨¦ Carreras, contraviniendo las limitaciones de honorarios que afectan a los cantantes en todos los entes l¨ªricos italianos.
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