La morenez de miel que nos endulza
Un d¨ªa es la ni?a que se ahoga en un estanque ante centenares de testigos sin que nadie se precipite a auxiliarla: "Probablemente una inmigrada", murmura el p¨²blico. Otro, una bomba oculta en una caja de mu?ecas, regalo de un "bondadoso" automovilista a dos chavales gitanos, estalla en manos de ¨¦stos y les hiere de gravedad. Un tercero, una banda de skins roc¨ªa a una adolescente rom con un l¨ªquido inflamable yl e prende fuego. La opini¨®n p¨²blica de la insigne Casa Com¨²n Europea no se emociona ni escandaliza. Hechos as¨ª son moneda corriente, y su divulgaci¨®n repetida los vuelve prosaicos. La barbarie se ha infiltrado en nuestro espacio as¨¦ptico y neutro, y convivimos con ella. ?Qu¨¦ le importan al eur¨®crata los horrores de Bosnia, Chechenia o Ruanda ? Nuestro desinter¨¦s, por la desgracia ajena, por muy tangible y concreta que sea, es el de una colonia de hormigas. Vivimos, como apunta Baudrillard, en un orden mundial ego¨ªsta y sin valores, en una cultura de apariencias y, en realidad, de vac¨ªo. La ubicuidad de la informaci¨®n la trivializa y degrada. Estamos al corriente de todo y no nos afecta nada. El Big Brother presentido por Orwell vela con solicitud sobre esta apat¨ªa y embotamiento, moviliza sus ingentes recursos para mantenernos pasivos, insensibles y esc¨¦pticos.
La sucesi¨®n de desastres que nos asuelan -racismo, xenofobia, ultranacionalismo, guerras tribales, genocidios, limpiezas ¨¦tnicas- resbalan as¨ª sobre la piel de una Europa que ha perdido la fe en sus principios y el contacto fecundo, con su propia cultura, de una Europa que rechaza temerosa los valores y culturas distintos como una amenaza potencial a su cultivada desertizaci¨®n moral y suced¨¢neos postizos. En un universo entregado al credo sacrosanto del enriquecimiento y satisfacci¨®n individual, cuanto no cuadra en ¨¦l es visto con sospecha, como cortapisa, a la eficacia del sistema y obst¨¢culo a su uniformidad: la inadaptaci¨®n de los gitanos a los nuevos caminos trillados les convierte en factores de anomal¨ªa y desorden en el seno de nuestras, sociedades conformistas y huecas.
Dig¨¢moslo bien alto: la anomal¨ªa es hoy una virtud necesaria, el ¨²ltimo recurso del hombre plural frente a la anestesia embrutecedora que le administran. Ser gitano es una forma de resistir al rodillo compresor de la aculturizaci¨®n, a la paulatina extinci¨®n de la validez de los pactos y, normas en los que se basan los Estados de una Europa supuestamente unida y normalizada. Sentirse gitano es in vocar el derecho a la disimilitud en un universo indiferente e indiferenciado. Es postular la movilidad frente a la r¨ªgida acotaci¨®n espacial, Reivindicar la humanidad perdida: en la seudocivilizaci¨®n de bienestar de unos pocos y miseria de muchos.
Soy hombre poco aficionado a recompensas y honores por la sencilla raz¨®n de que no alcanzo a establecer un nexo entre el fulgor y gracia de la escritura y una escala de valores ajena y hasta opuesta al impulso liminar que la suscita. Cuando en Espa?a y fuera de ella la putrefacci¨®n de la clase pol¨ªtica es una realidad que nos salpica a diario, la piadosa ficci¨®n de un Parnaso fundado en el m¨¦rito de la obra escrita, independientemente de las presiones e intereses institucionales y comerciales, no enga?a sino a quien quiere enga?arse. Lo que escribieron en su tiempo Blanco White, Larra, Clar¨ªn, Valle-Incl¨¢n y Cernuda respecto del gremio letrado y sus escalafones y ritos conserva su ya ancestral vigencia. As¨ª ha sido, es y ser¨¢: ninguna raz¨®n para lamentarlo ni rasgarse las vestiduras. Como algunos, me limito a observar desde la periferia, como un perro viejo y con experiencia, que no muerde ni ladra, la feria de vanidades. Nuestra ofrenda al ¨¢rbol de la literatura es desinteresada. Nada. esperamos a cambio ' de ell a: ni honores ni cacicato.
Contrariamente, el "reconocimiento de los humildes", el "homenaje de los sencillos" evocados*por quienes hoy me honran me conmueven y llegan directamente al coraz¨®n. ?No me he sentido de un modo u otro, desde la madurez, moralmente gitano? ?No han inspirado acaso mi escritura y mi vida la independencia y f¨¦rtil erranza del rom, su binomio feliz de fidelidad y desarraigo. mantenido a lo largo de siglos de persecuci¨®n y desdicha? Ser aceptado al fin como uno de su comunidad no lo tomo pues como algo circunstancial ni honor¨ªfico, sino por reconocimiento p¨²blico a un grupo, humano con cuya lucha -siempre defensiva- por la supervivencia y diversidad me identifico y cuyos valores -fecunda mezcla de excepci¨®n y universalismo- comparto.
Una Espa?a y una Europa sin gitanos ser¨ªan mucho m¨¢s grises, desangeladas y tristes. Ellos, y sus hermanos inmigrados ¨¢rabes y africanos que acuden modestamente a nuestra tierra a causa de que nuestros antepasados hollaron con violencia la suya, son la luz y la sombra que crean el contraste, la morenez de piel que nos endulza, la levadura y sal de lo desabrido, un sentir que es una forma de bienser, el nomadismo y disponibilidad que nos convidan, un revulsivo a la atrofia moral y el autismo, el jerogl¨ªfico de un destino distinto al que con ayuda de ordenadores y gr¨¢ficos los amos del mundo nos han trazado.
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