Imperial Ajax
El campe¨®n de Europa deja al descubierto las limitaciones del equipo de Valdano
Un vendaval pas¨® por Madrid. El talento, el juego y el atrevimiento del Ajax quedaran para el recuerdo. Su autoridad sobre el Madrid fue incontestable, casi sangrante, en varios momentos del partido. Pero so s¨®lo es una parte de la historia. La otra es el poder de fascinaci¨®n que tiene el Ajax, su capacidad para rescatar la verdadera esencia del juego: el gusto por la pelota, el cuidado de los detalles, la generosidad constante y la ofrenda de la hermosura al p¨²blico. Eso hizo el Ajax frente al Madrid, que admiti¨® sin remedio su inferioridad ante un equipo imperial, uno que est¨¢ dispuesto a marcar una ¨¦poca, como hizo aquel Ajax inolvidable de los a?os setenta. La primera media hora del Ajax fue memorable, el ejercicio de clase, vigor y precisi¨®n que distingue a los equipos soberanos. Silbaba la pelota, que iba de un lado a otro como un bal¨ªn ante la mirada estupefacta de los madridistas. En el campo reinaba un silencio de admiraci¨®n y de temor: el Ajax cabalgaba a todo trapo sobre el partido, con un juego luminoso. Tac, tac, tac. El contacto con la pelota era n¨ªtido y seco, el sonido hermoso del bal¨®n bien jugado, bien dirigido, bien golpeado. Pero lo m¨¢s impresionante era la celeridad de las jugadas, una especie de tejido instant¨¢neo que consist¨ªa fundamentalmente en tocar a cien por hora hasta encontrar al delantero libre, casi siempre ubiado en las bandas.
Uno era Overmars, que confirm¨® la naturaleza de su Apodo -Bip, Bip-, y el otro era Finidi, un extremo casi imposible: alt¨ªsimo, de zancada larga, el cuerpo envarado y un aire regio en su regate. Es decir, la versi¨®n contraria al el¨¦ctrico Overmars. Pero cualesquiera que sean sus diferencias de estilo, su producci¨®n de da?os fue la misma. Cada una de sus irruipciones por las bandas propag¨® un incendio en la defensa madridista, porque despu¨¦s venia Kluivert con todo para rematar esa especie de magnicidio que estaba cometiendo el Ajax sobre el Real Madrid.
El inventario del Ajax se concret¨® en tres tiros al palo y dos goles. Uno de ellos, marcado por Kluivert ante la defectuosa salida de Buyo, fue anulado injustificadamente. El segundo entra en la vieja categor¨ªa de goles fantasmas: el pelotazo de Litmanen golpe¨® el travesa?o, sobrepas¨® la raya, y por esas extra?as leyes de la f¨ªsica regreso al campo. Torturado por el impresionante despliegue futbol¨ªstico del Ajax, el Madrid admiti¨® su inferioridad, confi¨® en los abundantes golpes de fortuna que le rescataban de cada desastre inminente y esper¨® tiempos mejores.
Un arrebato de bravura de volvi¨® al Madrid al partido. Fue, un acto de voluntad y coraje que equilibr¨® las cosas en el ¨²ltimo cuarto del primer tiempo y en la salida del segundo. La punta de orgullo madridista contra el m¨¦ttodo del Ajax, que baj¨® sus revoluciones. La contestaci¨®n deI Madrid fue claramente insuficiente: cada jugada ten¨ªa un aire desgarrado, de gran sufrimiento. No exist¨ªa un v¨ªnculo global en el equipo, una especie de taifas expuesto a cualquier andanada del Ajax. El voluntarismo no le condujo a ninguna parte al Madrid, porque el Ajax es uno de esos equipos con car¨¢cter, que tambi¨¦n acepta la v¨ªa criminal.
Si en ataque se movi¨® con una cadencia armoniosa y precisa, sus defensas dieron un curso de velocidad y contundencia. Quiz¨¢ el m¨¢s impresionante de todos fue Reiziger, un lateral el¨¢stico, potent¨ªsimo, de mirada y gesto inmutable. Adem¨¢s de su categor¨ªa como marcador, Reiziger tiene el descaro para sobrarse en las situaciones l¨ªmites en el mano a mano y en los momentos de inferioridad defensiva.
La observaci¨®n sobre Reiziger viene a dar cr¨¦dito a la capa cidad defensiva del Ajax, un equipo menos valorado en este aspecto que en su car¨¢cter ofensivo. En Madrid ofreci¨® una demostraci¨®n impresionante en los cap¨ªtulos, Cuando los madridistas recurrieron al coraje y al voluntarismo, la defensa del Ajax jug¨® con autoridad y sin fisuras. El Madrid se sent¨ªa condenado. No ten¨ªa recursos para atacar y estaba expuesto al inmaculado f¨²tbol del Ajax. El equilibrio que se observ¨® en los primeros minutos del segundo tiempo era sencillamente un espejismo: el juego estaba del lado holand¨¦s, el m¨¦todo y la organizaci¨®n tambi¨¦n. Faltaban los goles.
La victoria del Ajax se produjo en un periodo de aparente calma. El Madrid se escurr¨ªa del partido y el equipo holand¨¦s parec¨ªa agazapado. En realidad, observaba. Y cuando tuvo la no fall¨®. En lugar de soltar la torrentera de juego de la primera parte, esper¨® el momento para derribar al Madrid. Lo hizo en una jugada sencilla, mal interpretada por la defensa madridista -Alkorta tir¨® mal el fuera de juego frente al pase interior de Finidi y la entrada al ¨¢rea de Litmanen, que recibi¨® libre y marc¨®- El Ajax hab¨ªa conseguido en su primera acci¨®n notable del segundo tiempo todo el beneficio que no hab¨ªa logrado en su avalancha inicial. Quiere decirse que tambi¨¦n es la clase de equipo que te mata por sorpresa; cuando el viento parece que sopla a favor. Estamos por tanto ante un equipo extraordinario, capaz de desplegar el f¨²tbol sinf¨®nico de la primera media hora, de someterse con una nota excelente a cualquier ejercicio defensivo y de sacar partido del talento de sus mejores futbolistas. Un equipo formidable que aire¨® su grandeza y dej¨® al descubierto las limitaciones del Madrid.
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