Imaginaci¨®n y cambio
En estos d¨ªas de confusi¨®n y angustia en M¨¦xico, nada m¨¢s saludable que releer (y leer, para quienes se han privado de su excelencia) el gran libro de -Julieta Campos ?Qu¨¦ hacemos con los pobres? La autora va al meollo de nuestros problemas mexicanos y, por extensi¨®n los de Am¨¦rica Latina, cuando nos recuerda que los problemas globales se gestan en los espacios locales "y deben entenderse y atenderse all¨ª para que puedan incidir las soluciones en un aut¨¦ntico cambio mundial"."Somos dos naciones", dijo Benjamin Disraeli en 1845, frente a las desigualdades de la revoluci¨®n industrial en Inglaterra, y Charles Maurras distingui¨®, en Francia, entre el pa¨ªs legal, existente en leyes, proyectos y modelos, y el pa¨ªs real, existente en trabajo, familia, casa. Se trata de dos conservadores europeos (Maurras m¨¢s que Disraeli), cuyo rechazo de las esquizofrenias nacionales bien puede servir de gu¨ªa a nuestros propios conservadores, unos menos ilustrados que otros.
Dos pa¨ªses, describe Julieta Campos, el pa¨ªs moderno que le impone al pa¨ªs tradicional sus propios modelos, avasallando la l¨®gica de la segunda naci¨®n donde vive la mayor¨ªa de los mexicanos, la vasta red de comunidades rurales y barrios urbanos cuya trama social, lejos de fortalecerle, es deshecha por un modelo excluyente, exclusivista, que opera como si el pa¨ªs fuese uno solo, el minoritario, el moderno.
La justificaci¨®n del modelo modernizante en su actual fase, la neoliberal, es que tarde o temprano la riqueza acumulada en la cima acabar¨¢ por derramarse a la base, asegurando la prosperidad de todos. Esta tesis, tan antigua como el privilegio, jam¨¢s se ha cumplido. La l¨®gica del mercado, nos recuerda Campos, es concentrar la riqueza, y difundir la pobreza. La misi¨®n del Estado moderno ha sido la de corregir ese desequilibrio mediante legislaci¨®n y pol¨ªticas sociales, que, en el primer mundo, han creado una red protectora que, aun en casos de recesi¨®n, asegura que los m¨¢s necesitados cuenten con, recursos suficientes para sobrellevar la crisis. Pero en el mundo desarrollado, los pobres son minor¨ªa; en M¨¦xico y Latinoam¨¦rica, son mayor¨ªa. La implacable aplicaci¨®n de modelos neoliberales extremos, argumenta Campos, no har¨¢ sino aumentar ese n¨²mero, en vez de disiminuirlo.
La pobreza, se?alamos los autores del informe presentado por Patricio Aylwin a la Cumbre sobre el Desarrollo que tuvo lugar este a?o en Copenhague, sigue siendo el lastre mayor, el mayor obst¨¢culo de la Am¨¦rica Latina para acceder al bienestar. Somos la regi¨®n de mayores ingresos entre las regiones pobres del mundo. Pero tambi¨¦n somos la que tiene mayor desigualdad en la distribuci¨®n del ingreso. La brecha entre ricos y pobres crece constantemente. El ingreso se concentra cada vez m¨¢s. Y el crecimiento no elimina la pobreza. Entre 1950 y 1980, el PIB latinoamericano aument¨® en un 80%, pero la pobreza tambi¨¦n aument¨®, en un 10%.
Ciento noventa y seis millones de latinoamericanos tienen ingresos, de menos de 60 d¨®lares mensuales. Se trata del 46% de nuestra poblaci¨®n. Otros 94 millones -la cifra es aterradora- reciben menos de treinta d¨®lares al mes. Los recursos humanos de Am¨¦rica Latina se deterioran sin cesar: las enfermedades, el trabajo temprano, la escolaridad interrumpida, crean un c¨ªrculo que alimenta y reproduce la pobreza, interminablemente.
Aumenta el n¨²mero de desempleados. Todos Ios d¨ªas, 10 millones de latinoamericanos no encuentran trabajo. La pobreza se feminiza: el 25% de los hogares latinoamericanos son hoy encabezados por mujeres. Tenemos 30 millones de discapacitados. Veinticinco millones de latinoamericanos tienen m¨¢s de sesenta a?os, pero 200 millones tienen menos de 18 a?os. ?Puede concebirse estabilidad pol¨ªtica en estas condiciones? ?Cu¨¢nto tardar¨¢ en manifestarse el estallido social? ?Puede considerarse un ¨¦xito un modelo que le ha dado a la Argentina un 20% de desempleados, el m¨¢s alto en la historia de esa naci¨®n homog¨¦nea y relativamente pr¨®spera? ?En M¨¦xico, donde hay un mill¨®n m¨¢s de desempleados de enero a noviembre de este a?o, y un mill¨®n m¨¢s de trabajadores buscando empleo? ?En Venezuela, desplomada y sin una base productiva nacional?
?Hay que volver entonces a la f¨®rmula anterior, el desarrollo estabilizador, la sustituci¨®n de importaciones, las altas barreras arancelarias, el estatismo? De ning¨²n modo. El problema no est¨¢ all¨ª. La l¨®gica del mercado es ineludible, asegura Campos, pero tambi¨¦n lo son las asimetr¨ªas que la engendran y a las que ella misma da lugar. ?C¨®mo evitarlas? Campos propone que, sin romper la disciplina del gasto, la estabilidad cambiar¨ªa o el acceso a los mercados financieros, se atiendan las prioridades del desarrollo humano. Esto es lo que, salvo en contadas ocasiones -el Gobierno de C¨¢rdenas en M¨¦xico es el mejor ejemplo-, nunca hemos intentado en Latinoam¨¦rica: confiar en que, a partir del desarrollo humano, se consolida el cambio macroecon¨®mico: entender que las soluciones a los problemas globales dependen en muchas ocasiones de la soluci¨®n a los problemas locales; amortiguar la meta obsesiva de lograr inflaci¨®n m¨ªnima de primer mundo en vez de crear empleos y fortalecer el poder de compra del salario, aun a costa de una inflaci¨®n tolerable.
La propuesta social de la Comisi¨®n Aylwin consiste en aumentar la producci¨®n de los pobres mediante capacitaci¨®n, est¨ªmulo y asistencia a sus actividades productivas. Es decir, darle la m¨¢xima protecci¨®n a la mediana y peque?a empresa. Esto es m¨¢s importante que pagarle a los especuladores, que, nos advierte el empresa r¨ªo juarense Carlos Salas Porras, ya obtuvieron enormes utilidades a cambio de los riesgos que tomaron en el mercado mexicano. La Bolsa norteamericana, contin¨²a Salas Porras, ya ha descontado el llamado "efecto tequila". La confianza en M¨¦xico no regresar¨¢ mientras el pa¨ªs no vuelva a producir, y el pa¨ªs no volver¨¢ a producir si no apoya a su mediana y peque?a industria, a sus trabajadores, antes que a quienes no necesitan nuestro apoyo, los inversionistas y especuladores extranjeros.
Elevar la producci¨®n de los pobres mediante capacitaci¨®n, reconversi¨®n laboral, acceso al cr¨¦dito, asistencia t¨¦cnica, sistemas de comercializaci¨®n y distribuci¨®n de los peque?os productores. Darle prioridad a la educaci¨®n. Y negociar una reforma tributaria, como se, hizo en Chile desde 1990, mediante acuerdo del Gobierno y los partidos, a fin de darle un consenso legitimador a la carga tributaria que permite el acceso a la educaci¨®n, la salud, la nutrici¨®n, la habitaci¨®n. No hay, dice el informe Aylwin, econom¨ªa de mercado sin carga tributaria.
?stas son las pol¨ªticas que nos acercan a lo que propone Julieta Campos: superar el divorcio constante entre los sectores moderno y tradicional. "Nada puede sustituir el encuentro entre los dos M¨¦xicos", dice la escritora. Ni entre las dos Venezuelas, o los dos Brasiles. Entre tanto, el verdadero Milagro en Am¨¦rica Latina es que los pobres sobrevivan, esperando el paso, del cambio imaginario a la imaginaci¨®n del cambio.
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