F¨²tbol
El f¨²tbol consiste en meter el bal¨®n en la propia porter¨ªa, que es la que defiende el equipo contrario. La interpretaci¨®n cl¨¢sica de este deporte es muy belicista. Los cronistas narran el partido como una batalla. Defensa, vanguardia, tiros a puerta, bombardeo en el ¨¢rea, son t¨¦rminos militares, pero realmente el f¨²tbol no es sino un intento de regresar al claustro materno. Eso se consigue cada vez que se marca un gol, pero antes de llegar a ese instante supremo hay que atravesar un c¨²mulo de adversidades. Tambi¨¦n la vida suele impedir ese feliz retorno a la placenta mediante una sucesi¨®n de zancadillas y tarascadas. Cuando el delantero, sorteando al adversario, logra llevar la pelota hasta la boca del ¨²tero de la madre y se dispone a disparar, all¨ª encuentra bajo los palos al portero contrario, que es la figura del padre. En el inicio de este deporte, hace 2.000 a?os en China, cada equipo entraba en el campo a trav¨¦s de la propia porter¨ªa, que entonces carec¨ªa de red, y eso significaba un simulacro de nacimiento. La existencia era algo que suced¨ªa en medio de una cancha llena de problemas: los jugadores, seg¨²n cada bando, se alineaban concertando el modo de volver a introducir el yo, que hab¨ªa adoptado una forma esf¨¦rica, en aquel para¨ªso que hab¨ªan dejado detr¨¢s del marco. Cada gol engendra todav¨ªa una explosi¨®n de j¨²bilo. Al principio no ten¨ªa ning¨²n cariz agresivo. No era el producto de una victoria sobre el enemigo, sino una expresi¨®n amorosa que a¨²n conserva hoy la resonancia del orgasmo. El p¨²blico penetra con la pelota en la regi¨®n de los sue?os. Fueron los ingleses quienes dotaron a este deporte de un car¨¢cter competitivo. El reglamento estableci¨® el cambio de porter¨ªa en el segundo tiempo y desde ese momento comenz¨® la confusi¨®n. D¨®nde estar¨¢ mi madre o cu¨¢l ser¨¢ el sexo de mi novia, se preguntan los delanteros. Los dos equipos la buscan en sentido contrario. Esa ansiedad fue convertida por los ingleses en una guerra, pero no es m¨¢s que un amor irremediable por hallar un agujero donde refugiarse.
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