Vientos y espuma
Aguardo con cierta esperanza las conclusiones de, la Conferencia de Barcelona. ?Me he quejado tantas veces de que la Uni¨®n Europea se hiciera sin el Mediterr¨¢neo!: Europa sin la cuna de Europa. Las minutas de las sesiones que he podido ver en Estrasburgo o Bruselas apenas hacen referencia al mar Mediterr¨¢neo y, cuando la hacen, a menudo es para lavar la mala conciencia.Esperemos que esto cambie en un futuro pr¨®ximo: que el tiempo se divida en "antes y despu¨¦s de Barcelona". En circunstancias parecidas, los antiguos mediterr¨¢neos, a menudo incr¨¦dulos por experiencia, se refer¨ªan a dos elementos, los vientos y la espuma, para expresar su desconfianza. Dir¨¦ algunas palabras a este prop¨®sito.
Los mediterr¨¢neos discuten m¨¢s de los vientos que de las olas, quiz¨¢ porque aqu¨¦llos influyen m¨¢s en el humor y en el discurso. Las costas toman unas de otras las formas de designar los vientos, sin miedo a transformar sus nombres o sus direcciones, cultivando a veces a sabiendas, el qui pro quo. A los vientos se les atribuyen caracter¨ªsticas o rasgos masculinos o femeninos, er¨®ticos, divinos o demoniacos, col¨¦ricos o traviesos, musicales, acariciantes, vanidosos, mentirosos ..., los que provocan dolor de cabeza o los que hacen que la vida parezca m¨¢s bella, los que nos inspiran o los que parodian nuestras inspiraciones.
A la espuma se la relaciona a menudo con la. ligereza o la frivolidad, la facundia o la fecundidad. Raros son los que quieren saber cu¨¢les son su volumen y composici¨®n, si es salada como el mar o no, por qu¨¦ el mar la rechaza con tanta c¨®lera hacia la orilla. Tampoco olvidemos la diferencia entre la espuma que flota sobre el mar y la que se deposita en la orilla.
En el Mar Muerto no hay espuma.
S¨¦ muy bien que no se hablar¨¢ ni de los vientos ni de la espuma en Barcelona, en el oto?o de 1995.
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