Vaticanidades
Firm¨¦ en su d¨ªa varias declaraciones de apoyo al sindicato polaco Solidaridad y a su l¨ªder, Walesa, porque me parec¨ªa de justicia y porque aquel comunismo de cart¨®n piedra sostenido por la guerra fr¨ªa, la ret¨®rica y una burocracia esencialmente acomunista, como luego se vio, no ten¨ªa raz¨®n de ser. Si despu¨¦s de 40 a?os de inculcaci¨®n ideol¨®gica resultaba que la Virgen de Chestokowa ten¨ªa m¨¢s gancho que el secretario general del partido, que cada palo aguantara su vela. Por aquellos d¨ªas vi c¨®mo Walesa le pegaba una bofetada a su hija peque?a ante las c¨¢maras de televisi¨®n. La ni?a incordiaba excitada por la ins¨®lita situaci¨®n y el l¨ªder cristiano y liberalizador le daba una hostia en el sentido laico del t¨¦rmino.En una semana, el Vaticano ha sufrido dos reveses. La derrota de Walesa y la victoria en Irlanda de los partidarios del divorcio. En Polonia ha ganado un socialdem¨®crata moderado, repetidamente denominado comunista por todos aquellos que si dejan de ser anticomunistas no son nada. La victoria del divorcio es muy meritoria en un pa¨ªs donde el nacionalcatolicismo se identifica con la reivindicaci¨®n nacional frente al imperialismo ingl¨¦s. Si tiene m¨¦rito que en Polonia se haya dicho no al despotismo neoliberal y poco ilustrado de Walesa respaldado por el Papa, tambi¨¦n lo tiene que los irlandeses hayan conseguido por fin salir de las peores cuevas del Vaticano.
A su vez, el Papa ha sancionado para siempre que las mujeres no podr¨¢n ser ministras de Dios. La decisi¨®n papal parece una rabieta teol¨®gica, y aunque la insistencia de las mujeres por ser curas me produce tanta sorpresa como la que algunas demuestran por ser militares, si se trata de meter en raz¨®n a la sinraz¨®n vaticana, marchemos todas juntas, y yo la primera, por la senda del sacerdocio.
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