Inmenso
Albricias: la causa general de los derechos humanos ha encontrado un nuevo, palad¨ªn en la compa?¨ªa de tabacos Philip Morris. Con rumboso altruismo, la empresa se ha gastado un dineral en una campa?a publicitaria para defender las libertades de los ciudadanos. ?Qu¨¦ clase de pol¨ªtica es la que obliga a estas personas a estar en la calle?", trompetean los anuncios, mostrando la foto de unos pobrecitos fumadores que tienen que darle al humo en una esquina (lluviosa, para m¨¢s inri). Tanta entrega solidaria por parte de Philip Morris resulta emocionante: pero qu¨¦ buenos son. Tan buenos que casi se te olvidan sus pecadillos, de ellos y de todas las firmas tabaqueras, consistentes en hacerse riqu¨ªsimos a costa de la salud del pr¨®jimo; en a?adir a los cigarrillos sustancias adictivas (amoniaco) para aumentar el mono del consumidor y la cuenta bancaria de la empresa; en anunciar su producto mentirosamente, como si fumar fuera una cosa aventurera y saludable, cuando lo cierto es que el tabaco se come tu resuello y tu vida; o en presionar a los. medios que les critican: hace poco han conseguido censurar un programa de la CBS.S¨¦ bien que el monumental Estado moderno es un fastidio, y que puede resultar irritante que ese Estado intervenga en la regulaci¨®n de lo privado. Pero que la Philip Morris aproveche esa inquietud leg¨ªtima para vender m¨¢s sus perjudiciales productos me parece un abuso. Si quieren, que hablen en sus anuncios del placer de fumar a pesar del da?o (o en busca de ese da?o), por que los humanos siempre han usado drogas: algo tendr¨¢n, algo nos da r¨¢n, en alg¨²n lugar del impulso de autodestrucci¨®n anidar¨¢ ese deseo t¨®xico. Pero, por favor, que no ten gan la desfachatez de explotarnos, envenenarnos y enga?arnos y encima se hagan pasar por nuestros salvadores. Inmenso morro.
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