Todas las ciudades espa?olas quieren un 'foster'
Aumenta la incorporaci¨®n de profesionales extranjeros como 'arquitectos de marca'
El norteamericano Richard Meier, con su Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona, y el brit¨¢nico sir Norman Foster, con las estaciones del metro de Bilbao, son las ¨²ltimas incorporaciones de arquitectos de marca en ciudades espa?olas, a la espera de que el italiano Aldo Rossi pueda terminar el Museo del Mar de Vigo, y el portugu¨¦s ?lvaro Siza, unas viviendas en C¨¢diz. El fen¨®meno iniciado hace 10 a?os con los planes urbanos de Barcelona y Santiago de Compostela se ha extendido a otras ciudades, como Bilbao y La Coru?a, que invierten en los profesionales que definen la arquitectura contempor¨¢nea, como Alvaro Siza, Arata Isozaki, Frank Gehry, Norman Foster, Giorgio Grassi, Richard Meier y Josep Paul Kleihues.
La arquitectura rompe fronteras. En los ¨²ltimos 10 a?os, Espa?a es un laboratorio de la arquitectura contempor¨¢nea, con la solidez de los profesionales espa?oles y la invitaci¨®n de maestros extranjeros. Las revistas especiafizadas -sobre todo las monograf¨ªas de A & V y El Croquis- y el intercambio de profesores son los encargados de difundir proyectos y edificios.La reconstrucci¨®n del pabell¨®n de Mies van der Rohe en Barcelona en 1986, realizada por Ignasi de Sol¨¢-Morales, marca la etapa internacional, que se mueve hacia el 92 con los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona y la Exposici¨®n Universal de Sevilla. Salvo casos de peregrinaci¨®n, como los chal¨¦s de Jorn Utzon -autor de la ¨®pera de Sidney- en Mallorca, se hacen realidad los primeros edificios-s¨ªmbolo: el Palau Sant Jordi y el Museo Domus, de Arata Isozaki; la torre de Collserola, de Norman Foster; el Centro Gallego de Arte en Santiago de Compostela, de ?lvaro Siza; la reconstrucci¨®n del teatro romano de Sagunto, de Giorgio Grassi; la torre Picasso, de Minoru Yamasaki, sin contar los proyectos ca¨ªdos, como las viviendas de Aldo Rossi en Sevilla o los pedidos a Leon y Robert Krier en San Sebasti¨¢n, Ir¨²n y Bilbao.
De forma paralela, los profesionales espa?oles salieron al exterior con edificios y concursos, como Bofill y Moneo, en cabeza, seguidos de Bohigas, Tusquets, Navarro Baldeweg, Arribas, Portela, Miralles, Bonell, Cruz, Ortiz, Freixa y otros, como los que proyectan embajadas espa?olas (De la Sota, S¨¢enz de Oiza, Cano Lasso, Campo Baeza, V¨¢zquez de Castro) o dan lecciones (Moneo, ?balos, Herreros, V¨¢zquez Consuegra, Zaera, L¨®pez Cotelo).
Sin fronteras
"Est¨¢ bien, pero sin pasarse". Jaime Dur¨® es presidente de los Colegios de Arquitectos de Espa?a -hay 24.000 colegiados y 198 son extranjeros- y de la Uni¨®n Internacional de Arquitectos (UIA), con 110 pa¨ªses y un mill¨®n de profesionales. "La incorporaci¨®n de grandes arquitectos es, sin duda, beneficiosa, ya que nos movemos en un mundo competitivo sin fronteras, que requiere esfuerzos por parte de las administraciones p¨²blicas y embajadas. Sucede lo mismo con arquitectos espa?oles que puedo dar fe del gran inter¨¦s que suscitan en todo el mundo", dice Dur¨®.
En cambio, se opone a la exportaci¨®n mim¨¦tica de edificios, aunque por encima de las grandes firmas sit¨²a los problemas de la ciudad (200 ciudades en el mundo tienen m¨¢s de un mill¨®n de habitantes y 12 superan los 10 millones) que desborda los modelos culturales, m¨¢xima preocupaci¨®n de congresos el pr¨®ximo a?o en Estambul y Barcelona.
Para Ignasi de Sol¨¢-Morales, que reconstruye y ampl¨ªa el Liceo, invitar a nombres consagrados para proyectos p¨²blicos, incorporados en un proceso de transformaci¨®n de la ciudad, "es un desaf¨ªo y un ejemplo", pero al mismo tiempo cree que "no han modificado la manera de hacer de los locales". Opina que Barcelona, Santiago de Compostela y Bilbao van en la direcci¨®n de incluir famosos en la ciudad no s¨®lo como "una operaci¨®n de prestigio". "La parte menos interesante es pagar ese peaje al star-system y jugar a la carta del cosmopolitismo".
En Barcelona, Richard Meier ha dejado su reciente museo blanco; Siza, el centro meteorol¨®gico de la Villa Ol¨ªmpica; Isozaki, el parque de Sant Boi -y el polideportivo de Palafolls-; Gae Aulenti, el Museo de Arte de Catalu?a. En Bilbao, el norteamericano Frank Gerhy construye el Museo Guggenheim -tambi¨¦n se invent¨® un pez para la Villa Ol¨ªmpica-, y se espera construir la estaci¨®n intermodal de Abando, de Stirling y Wilford.
Madrid presenta iniciativas privadas, como la torre Picasso, de Yamasaki, y las torres KIO, de Johnson y Burgee. Otros proyectos son de decoraci¨®n -Starck, en el Teatriz; Hollein, en el Banco Santander-, y otros, s¨®lo proyectos: Siza y su Centro Cultural de la Defensa, y un hotel en la calle de Atocha, de Peter Eisenman. Valencia, con dominio de Calatrava, tambi¨¦n quiere a Foster para el Palacio de Congresos y a Grassi para una biblioteca, mientras que Mallorca se queda con el parque tecnol¨®gico Parc Bit, ganado en concurso por Richard Rogers.
El portugu¨¦s Alvaro Siza es el m¨¢s solicitado. No lleg¨® a ordenar la ciudad de Alcoi, pero ya tiene la Facultad de Periodismo de Santiago de Compostela, el rectorado de la Universidad de Alicante, termina unas viviendas en el casco de C¨¢diz y el pr¨®ximo a?o podr¨¢ empezar el edificio Zaida en Granada, con Juan Domingo Santos. En todos los proyectos colaboran arquitectos espa?oles, como ha ocurrido con los numerosos de Giorgio Grassi, con Manuel Portaceli o Aldo Rossi; con C¨¦sar Portela, en el Museo del Mar de Vigo, actualmente paralizado.
Portela, que ha construido un puente en Jap¨®n, considera que "todo lo que sea competencia es est¨ªmulo", pero critica "la arquitectura como publicidad" en algunas propuestas que tienen m¨¢s intenci¨®n pol¨ªtica. Portaceli, pendiente de un museo en Berl¨ªn, se interesa por las aportaciones de calidad, pero se aleja del vedetismo de los nombres. Pedro Casariego -con Genaro Alas, direcci¨®n de obras de la torre Picasso- opina que Madrid ha perdido el tren y que "el ¨¦xito mata a los arquitectos".
Manuel ??iguez -codirector de la revista Composici¨®n Arquitect¨®nica hasta su cierre con el n¨²mero 10- aprueba las buenas aportaciones, rechaza "la coartada pol¨ªtica del hemos tra¨ªdo al mejor" y cree que no resuelven "el d¨ªa a d¨ªa de la profesi¨®n". Ha sido testigo de los encargos a los luxemburgueses Leon y Robert Krier, como urbanizaciones municipales en Bilbao y San Sebasti¨¢n y una plaza en Ir¨²n, que terminaron en papel de revista especializada. A veces, los proyectos son casi privados, como el del brit¨¢nico David Chipperfield, que se construye su casa en Galicia, cerca de la que habita Manuel Gallego, que acaba de terminar el Museo de La Coru?a
Babelia
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