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EL EX PRESIDENTE del Gobierno navarro entre 1984 y 1991 y l¨ªder indiscutible del PSOE en esa comunidad, Gabriel Urralburu, y su consejero de Obras P¨²blicas entre 1987 y 1991, Antonio Arag¨®n, permanecen desde hace varios d¨ªas en la c¨¢rcel bajo la acusaci¨®n de haberse enriquecido il¨ªcitamente al amparo de la trama navarra del caso Rold¨¢n. Una vez m¨¢s, la justicia ha debido actuar como cortafuegos en un caso de corrupci¨®n pol¨ªtica ante la incre¨ªble incapacidad de otras instancias, institucionales y partidarias, para desactivarlo a tiempo. Gracias a su labor, las iniciales GU y AA, camufladas en los papeles que Luis Rold¨¢n pretendi¨® poner a buen recaudo en la caja fuerte de un banco suizo, llevan camino de identificarse con sus personajes de carne y hueso.Hac¨ªa tiempo que la sombra del caso Rold¨¢n se proyectaba sobre el n¨²cleo de personas que compartieron estrechas relaciones de amistad y de negocios con el que fue delegado del Gobierno en Navarra entre 1983 y 1986 y posteriormente director general de la Guardia Civil. Esa sombra ha terminado por materializarse en un proceso judicial en toda regla contra esos dos dirigentes del socialismo navarro, cuyo primer y espectacular efecto ha sido dar con sus huesos en la c¨¢rcel.

La pista suiza, seguida desde hace meses por el juez Perraudin, ha permitido al juez espa?ol que investiga la trama navarra del caso Rold¨¢n dar un paso significativo: acusar formalmente de corrupci¨®n a Urralburu y Arag¨®n (cohecho, prevaricad¨®n, malversaci¨®n y corrupci¨®n de funcionarios) y decretar su prisi¨®n preventiva bajo una fuerte fianza de 100 millones de pesetas. Las rasgos del modelo Rold¨¢n son f¨¢cilmente observables en las actuaciones que la justicia imputa al ex presidente del Gobierno navarro y a su consejero de Obras P¨²blicas: creaci¨®n de sociedades instrumentales y escrituraci¨®n de pisos y fincas a nombre de familiares y amigos como tapadera de todo un montaje de cobro de comisiones ilegales a constructoras adjudicatarias de obras p¨²blicas (Universidad P¨²blica de Navarra, autov¨ªa de Leizar¨¢n, etc¨¦tera).

De momento, esas imputaciones se basan exclusivamente en indicios. Pero son tan fuertes y abundantes que ni Urralburu ni Arag¨®n han podido desmontarlos en su larga declaraci¨®n ante el juez. El ex presidente navarro no ha dejado de proclamar su inocencia y de afirmar que "nada ilegal me es imputable". Pero tanto ¨¦l como su consejero de Obras'P¨²blicas han sido incapaces de dar una explicaci¨®n m¨ªnimamente cre¨ªble sobre el origen de su patrimonio. De ellos depende, y de nadie m¨¢s, que los indicios que relacionan ese enriquecimiento con la percepci¨®n de comisiones ilegales no se conviertan en pruebas que les conduzcan hasta el banquillo de los acusados y quiz¨¢ a la c¨¢rcel. Y no de forma provisional como ahora.

Sobre Urralburu y Arag¨®n pende la m¨¢s grave acusaci¨®n que cabe hacer a un pol¨ªtico en democracia: la de prostituir el mandato popular utiliz¨¢ndolo en beneficio propio y en contra de los electores e intereses generales que representa. Pero, entretanto se dilucida si el que fue todopoderoso presidente del Gobierno de Navarra durante siete a?os y su consejero de Obras P¨²blicas durante cuatro han saqueado o no las arcas p¨²blicas, reconforta que la justicia tome medidas para impedir que esas conductas queden impunes.