El pl¨¢stico llega a la granja
??rboles que dan bolsas de pl¨¢stico? ?Plantaciones de pl¨¢stico en vez de refiner¨ªas de petr¨®leo? Esto puede sonar a fantas¨ªas de un ecologista, pero los investigadores ya han convencido a las plantas para que produzcan pl¨¢stico de la misma forma que las patatas producen f¨¦cula. Ahora est¨¢n trabajando en formas de mejorar la producci¨®n y reducir gastos.Cultivar pl¨¢stico en vez de cultivos alimentarios podr¨ªa contribuir a reducir la dependencia del petr¨®leo -la principal materia prima del pl¨¢stico- y a disminuir los subsidios agr¨ªcolas, posibilidad que ha hecho conceder subvenciones a los Gobiernos del Reino Unido y de EE UU.
Hasta ahora, la ciencia b¨¢sica es alentadora, aunque deja sin responder varias Cuestiones econ¨®micas fundamentales. Los pr¨®ximos a?os determinar¨¢n si los ¨¢rboles dar¨¢n alg¨²n d¨ªa pl¨¢sticos, y otros materiales industriales inesperados.
El avance m¨¢s sorprendente se produjo hace unos meses, cuando Chris Somerville y su grupo de la Instituci¨®n Carnegie de Washington DC crearon una especie de Arabidopsis thaliana, una planta bien conocida por los cient¨ªficos, que produjo grandes cantidades de un pl¨¢stico biodegradable del tipo Polihidroxialcanoato o PHA.
El truco de Somerville fue convencer a la Arabidopsis para que produjese pl¨¢stico pr¨¢cticamente igual que las patatas crean f¨¦cula. Para conseguirlo utiliz¨® los genes que producen PHA en las bacterias del esti¨¦rcol y los modific¨® para que creasen pl¨¢sticos en las plantas. Al principio, no funcion¨® muy bien. La cantidad era reducida -s¨®lo un 1% del peso de las plantas- y el pl¨¢stico atrofiaba el crecimiento de las plantas.
Como el az¨²car
Entonces, Somerville manipul¨® los genes bacterianos para que no s¨®lo produjesen PHA, sino que adem¨¢s los transportasen a los cloroplastos, f¨¢bricas-almacenes subcelulares en los que se fabrica y se acumula la f¨¦cula. La modificaci¨®n gen¨¦tica aument¨® cien veces la producci¨®n. Ahora, el pl¨¢stico representa nada menos que el 14% del peso en seco de la planta cosechada, rendimiento comparable a la producci¨®n de az¨²car de la remolacha azucarera.
PHA biodegradables como los polihidroxibutiratos (PHB) ya est¨¢n en el mercado. BioPol, un pol¨ªmero con base de PHB cultivado en bacterias por el fabricante de productos farmace¨²ticos brit¨¢nico Zeneca, se utiliza para botellas de champ¨² y cuchillas desechables comercializadas principalmente en Jap¨®n.
Pero, seg¨²n Somerville, fabricar pl¨¢sticos en las bacterias resulta caro. Por ejemplo, la bacteria necesita ser alimentada con az¨²cares como la glucosa, que cuesta varios d¨®lares la libra, y es caro cosechar y extraer los materiales. Seg¨²n ¨¦l, las plantas son f¨¢bricas qu¨ªmicas mucho m¨¢s rentables. Por ejemplo la maicena se puede producir por menos de 10 centavos la libra (13 pesetas medio kilo).
Tanto Zeneca como la empresa norteamericana Monsanto trabajan para comercializar la producci¨®n de PHA en plantas. Desgraciadamente, a causa de su peque?o tama?o, la Arabidopsis no es la planta de cultivo ideal. Para adaptar otras plantas -como la semilla de colza, pariente del br¨¦col, o especialmente la soja- har¨ªa falta el mismo tipo de trabajo manual que Somerville realiz¨® con la Arabidopsis. Esto hace que Somerville se muestre optimista: seg¨²n ¨¦l, t¨¦cnicamente, no ve ning¨²n problema en conseguir las plantas adecuadas para generar incluso mezclas de PHA que puedan ser utilizadas directamente sin m¨¢s elaboraci¨®n. Seg¨²n Somerville, "s¨®lo har¨ªa falta mucho trabajo. Depende de cu¨¢nto dinero quieran invertir las empresas"
Ese es el punto conflictivo, afirma Ganesh Kishore, bioqu¨ªmico de plantas en Monsanto. Kishore opina que producir pl¨¢sticos en las plantas eficazmente y con rentabilidad ser¨¢ un proyecto a largo plazoo de 0 a 15 a?os, incluso con niveles elevados de inversi¨®n.
Actualmente, las empresas se ven estimuladas por un avance similar de los investigadores de la empresa de biotecnolog¨ªa Agracetus, que ha creado fibras de algod¨®n futuristas. El grupo Agracetus, dirigido por Maliyakal John, consigui¨® incorporar poli¨¦ster de PHB a los n¨²cleos huecos de las fibras de algod¨®n. Aunque har¨¢ falta m¨¢s investigaci¨®n para introducir cantidades utilizables de poli¨¦steres ¨²tiles en las fibras, Jolhn conf¨ªa en que "la ingenier¨ªa gen¨¦tica nos permita crear fibras que sean verdaderamente, nuevas" y que alg¨²n d¨ªa pueden proporcionar algod¨®n m¨¢s resistente, m¨¢s c¨¢lido e incluso que no se arrugue.
Petr¨®leo de dise?o
Un nuevo producto vegetal que ya ha alcanzado el mercado es un petr¨®leo "de dise?o" derivado de la semilla de colza, la materia prima del aceite de canola. Calgene, de Davis, California, insert¨® un gen en una semilla de colza para crear una variedad que produce ¨¢cido la¨²rico, una materia prima utilizada en la producci¨®n de detergentes y jabones. Seg¨²n el presidente de su secci¨®n de aceites, Andrew Bauym, el ¨¢cido, la¨²rico derivado de la semilla de colza seguir¨¢ siendo un producto especial mientras siga habiendo ¨¢cido la¨²rico barato y abundante, procedente de aceites de pulpa de coco y de palma de pa¨ªses como Malaisia y las islas Filipinas.
Sin embargo, Denis Murphy, del John Innis Centre de Norwich, fundado por el Gobierno brit¨¢nico, ve buenas perspectivas para las materias primas "de dise?o". El grupo de Murphy ha producido un ¨¢cido graso diferente, el ¨¢cido petrosel¨ªnico, en la semilla de colza al insertar un gen de la planta de coriandro tropical. El ¨¢cido petrosel¨ªnico se convierte en ¨¢cido la¨²rico y en otro producto deseable, el ¨¢cido ad¨ªpico, precursor del pl¨¢stico.
Kishore, de Monsanto, conf¨ªa en que "la cuesti¨®n no es si los pol¨ªmeros derivados de las plantas se comercializar¨¢n o no, sino cu¨¢ndo". Incluso los esc¨¦pticos dicen que la rentabilidad es una cuesti¨®n sin resolver. Si por ejemplo se disparasen los precios del petr¨®leo, la hora del pl¨¢stico del huerto podr¨ªa no tardar en llegar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.