La reforma de las telecomunicaciones
AL GOREAl calor del debate sobre la liberalizaci¨®n de las comunicaciones, EE UU reclama el liderazgo mundial del proceso
No disfrutamos de todos los beneficios que puede traer la Infraestructura Nacional de Informaci¨®n (INI) si no est¨¢ vinculada a una red de redes planetaria, una infraestructura, mundial de informaci¨®n (o IMI) que conecte a todos los pa¨ªses, todas las ciudades y todas las aldeas, y proporcione no s¨®lo servicios telef¨®nicos sino tambi¨¦n transmisi¨®n de datos e im¨¢genes a alta velocidad.A medida que la informaci¨®n se convierte en un recurso abundante en vez de escaso, las naciones est¨¢n desmantelando los monopolios de telecomunicaciones del pasado y sustituyendo el control del Estado por la inversi¨®n privada y la competencia. Al hacerlo, descubren que sus retos no son tanto tecnol¨®gicos como pol¨ªticos y estrat¨¦gicos.
Estados Unidos cree que hay cinco principios cruciales: la in versi¨®n privada, la competencia, el servicio universal, el acceso abierto y las regulaciones flexibles; estos principios ya han sido adoptados y respaldados por l¨ªderes empresariales y pol¨ªticos en foros de todo el mundo. Pero es m¨¢s f¨¢cil apoyar esos principios que lograrlos. Las naciones de la Uni¨®n Europea se han compro metido a liberalizar el mercado de servicios telef¨®nicos b¨¢sicos antes de enero de 1998. Las negociaciones que est¨¢n en marcha en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio de Ginebra avanzan claramente hacia un acuerdo multilateral, en la primavera del a?o que viene, para abrir los mercados de telecomunicaciones. Inevitable mente, los valores que gu¨ªan los esfuerzos de EEUU para desarrollar la IMI se reproducir¨¢n en todo el sistema en su conjunto.
Mucha gente se muestra preocupada por las supuestas hip¨®tesis futuristas y ut¨®picas de la IMI, dominadas por maravillas tecnol¨®gicas y extra?os vocablos. Temen que al dise?ar el futuro de la tecnolog¨ªa olvidemos el futuro de la democracia; que al fomentar la comunicaci¨®n instant¨¢nea pasemos por alto la educaci¨®n universal; que en nuestra ambici¨®n por una mayor productividad y por nuevas fuentes de riqueza no, logremos aumentar el bienestar econ¨®mico y el nivel de vida de todos los segmentos de nuestras sociedades.
Hay miles de visiones contradictorias sobre c¨®mo desarrollar y conseguir la IMI. Cada empresa, cada industria, cada sector tiene sus propias, estrategias para el ¨¦xito y la supuesta supremac¨ªa tecnol¨®gica.
Creo que el papel adecuado de los Gobiernos en el desarrollo de la IMI es fomentar con ¨¦xito -en cada fase de crecimiento, en cada nivel de operaciones, a todas las escalas- los valores de inter¨¦s p¨²blico como la democracia, la educaci¨®n y el bienestar econ¨®mico y social para todos.
Encargarse de que el inter¨¦s p¨²blico sea tenido en cuenta no es el ¨²nico papel de los Gobiernos del mundo. Tienen que asumir la responsabilidad de eliminar la mayor¨ªa de los obst¨¢culos a la inversi¨®n privada y la competencia. Pero su principal foco de atenci¨®n debe ser promover y proteger el inter¨¦s p¨²blico. Igualmente, aunque la industria privada se centra en la obtenci¨®n de beneficios, ¨¦ste no deber¨ªa ser su ¨²nico papel. Puede aportar la innova ci¨®n y la visi¨®n necesarias para llevar las ventajas de la IMI a todos los rincones del mundo de forma ¨²til y econ¨®mica.
Hay ¨¢reas en las que EE UU puede demostrar su compromiso con los principios de la competencia, el acceso abierto, el servicio universal, la inversi¨®n privada y las normativas flexibles al servicio de los valores de la democracia, la educaci¨®n y las oportunidades econ¨®micas.
Un ¨¢rea, por supuesto, es la reforma de la Ley de Comunicaciones de 1934 que se est¨¢ debatiendo en el Congreso. El otro es la forma en que empleamos nuestros recursos nacionales para fomentar esos valores en EE UU y en el extranjero.
Como afirma Bill Clinton, "(...) se necesitan leyes que estimulen la inversi¨®n, fomenten la competencia, proporcionen acceso abierto a las redes de informaci¨®n, refuercen y mejoren el servicio universal y ofrezcan normativas flexibles para este importante sector. Los consumidores deber¨ªan obtener las ventajas de unos precios reducidos, una calidad mejor y una variedad de elecci¨®n m¨¢s amplia en sus servicios de tel¨¦fono y, de cable, y deber¨ªan seguir benefici¨¢ndose de una diversidad de voces y puntos de vista en la radio, la televisi¨®n y la prensa".
El segundo ¨¢rea en el que nos corresponde demostrar nuestro compromiso es el de los presupuestos. El liderazgo de nuestra naci¨®n en el desarrollo de la infraestructura mundial de la informaci¨®n tiene sus ra¨ªces en nuestro liderazgo en ciencia y tecnolog¨ªa.
Desde la II Guerra Mundial, las innovaciones han sido la fuente de al menos un cuarta parte -y puede que incluso la mitad- del crecimiento econ¨®mico de la naci¨®n.
Adem¨¢s, las inversiones federales en investigaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gico han, hecho posibles las piezas b¨¢sicas de la INI. Una asociaci¨®n creativa, iniciada hace m¨¢s de 25 a?os entre el Gobierno federal, la industria y la Universidad en la inform¨¢tica de alto rendimiento y las comunicaciones, apoy¨® las investigaciones para lo que se convirti¨® en Internet, y ayud¨® a impulsar la evoluci¨®n de la industria de las comunicaciones y la informaci¨®n, y tambi¨¦n a crear nuevas empresas que parecen surgir de la nada, pero que de hecho est¨¢n construidas sobre unos s¨®lidos cimientos de apoyo tecnol¨®gico visionario por parte del Gobierno, las universidades y el sector privado.
Pero ahora el futuro tecnol¨®gico de EE UU est¨¢ siendo atacado por ide¨®logos miopes que afirman entender la historia, pero no entienden nada en absoluto. Este es precisamente el momento equivocado para recortar inversiones en innovaci¨®n y destruir el proyecto que llev¨® al crecimiento sin precedentes de la actividad despu¨¦s de la II Guerra Mundial.
El presidente Clinton comprende lo importante que es un presupuesto equilibrado. Tambi¨¦n comprende lo cruciales que son esas inversiones en tecnolog¨ªa para garantizar el crecimiento econ¨®mico futuro. Por eso, equilibr¨® su presupuesto de forma que se mantenga el liderazgo de la naci¨®n en ciencia y tecnolog¨ªa.
Me apasiona la era en la que estamos entrando desde la primera vez que tuve en la mano un cable de fibra ¨®ptica, hace casi 20 a?os. El trabajo que realicemos para construir una IMI no estar¨¢ al servicio de los cables o los sat¨¦lites, sino al servicio de una visi¨®n planetaria que pueda materializarse en todos los lugares del mundo si trabajamos para convertirla en una realidad.
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