En una Espa?a de vuelo rasante
Fue uno de aquellos locos que con las chaquetas del rev¨¦s y una calavera bajo el brazo se atrevieron a gritar en pleno caf¨¦ Gij¨®n y en nombre del postismo la elevaci¨®n a los altares de la Santa Imaginaci¨®n Creadora. Con el vociferante hito vanguardista del postismo y de sus admirados maestros Eduardo Chicharro y Carlos Edmundo de Ory -dos hombres de altos vuelos en una Espa?a de vuelo rasante-, Crespo aprendi¨® a pronunciar el nombre de Breton con sonido gutural y a llamar a la puerta de la heterodoxia. Con esa savia atravesada de valor y con Gabino Alejandro Carriedo como compa?ero de viaje, saldrian frutos tan jugosos como sus dos revistas de los a?os cincuenta, El p¨¢jaro de paja y Deucali¨®n.Su poes¨ªa tuvo el enorme valor de armonizar, m¨¢s all¨¢ de la vanguardia hist¨®rica, el humanismo naciente y, su compromiso social con aquella fiebre l¨²dica, disparata y surreal que dio en llamarse postismo.
?ngel Crespo nunca dej¨® de ser un fervoroso postista. El tiempo borra los ecos, pero mantiene firme la voz. En su poes¨ªa, en su predilecci¨®n por la heterodoxia y por escritores marginales y no homologados, siempre lati¨® el ideario po¨¦tico que borraba toda sensaci¨®n de lo manido y convencional. Crespo siempre quiso reencontrar en todo lo que hizo aquellas zonas est¨¦ticas del desequilibrio, el humor y el absurdo que armaron las zonas est¨¦ticas del lenguaje de la locura y de la ni?ez. A cincuenta a?os del postismo, el sue?o de la raz¨®n a¨²n sigue creando monstruos. Crespo lo fue. Un monstruo, y tambi¨¦n un ¨¢ngel.
Jaume Pont es autor de El postismo.
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