V¨ªtores al ferroviario y gritos contra Jupp¨¦
Ni fornidos, ni tiznados, ni curtidos por la intemperie como anta?o, pero a¨²n ferroviarios. Y el p¨²blico, la gente que se agolpa en las aceras para ver la manifestaci¨®n y a la que la polic¨ªa no incluye en sus cuentas, aplaude y vitorea. Ellos llevan 19 d¨ªas sin sueldo y los franceses llevan 19 d¨ªas sin trenes, pero se aplauden unos a otros. V¨ªtores al ferroviario, h¨¦roe de una revuelta visceral e impredecible. Y gritos contra Alain Jupp¨¦, sobre cuya fr¨¢gil calva cae una rabia multitudinar¨ªa, acumulada durante a?os de gobiernos tecnocr¨¢ticos. Ha habido peores primeros ministros que Jupp¨¦, y peores planes de reforma que el suyo, pero Jupp¨¦ y el plan pagan por sus defectos y por los ajenos.Son las 11.30 de la ma?ana y el gent¨ªo se agolpa en la plaza de La Rep¨²blica y sus alrededores. El eje revolucionario de Par¨ªs -de Rep¨²blica a Naci¨®n, pasando por Bastilla- est¨¢ repleto. Cuatro horas despu¨¦s de que la cabecera de la manifestaci¨®n haya empezado a andar, la cola a¨²n seguir¨¢ esperando su turno. Los bulevares est¨¢n repletos y envueltos en el humo de las bengalas ferroviarias, s¨ªmbolo de Diciembre del 95.
Bengalas coloradas, silbatos, petardos, gritos contra Jupp¨¦ y contra el plan, pancartas y globos, complicidad con el vecino de marcha y con el espectador: "Somos ya los dos millones?", "?Se va ya Jupp¨¦?". "?M¨¢s de 100.000 en Marsella!", anuncia con j¨²bilo alguien que oye la radio. Reina un ins¨®lito buen humor en el fr¨ªo diciembre del descontento y, quiz¨¢ por el humo espeso y los colores fugaces, la columna de la Bastilla evoca m¨¢s intensamente que otros d¨ªas antiguas revoluciones.
Todas las profesiones
Tras los ferroviarios, muchos maestros. Y personal sanitario. Y funcionarios, y conductores de autob¨²s, y universitarios, y colegiales. Un grupo antinuclear ah¨ª, otro ecologista m¨¢s all¨¢, una avanzadilla trotskista de Lucha Obrera, bastantes parejas con ni?os.
Un caballero solitario lleva una pancarta en la que pide tregua navide?a. Este es un extra?o mes de Navidad, en el que los abetos estorban y las iluminaciones se mantienen apagadas por no molestar. Una Navidad con los grandes almacenes vac¨ªos y los villancicos callados.
Los comerciantes est¨¢n contra la huelga, algunos bordean la quiebra y lo proclaman con carteles pegados al escaparate. "T¨² haces huelga, yo me pudro", dicen los papeles. Los tenderos est¨¢n hartos, como casi todo el mundo. Francia dice que est¨¢ harta, aunque las razones de unos y otros sean distintas y a veces contradictorias.
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