Tamames en botica
La Comisi¨®n de Sanidad del Senado me convoc¨® recientemente, como presidente que soy de Idelco (Instituto de estudios de Libre Comercio), para que opinara sobre una posible reordenaci¨®n del sector farmac¨¦utico, es decir, en castizo, sobre la derogaci¨®n del estanco de venta de medicinas que ahora rige en Espa?a.En el sector farmac¨¦utico, las derogaciones de la libertad de empresa en el marco de una econom¨ªa de mercado que reconoce la Constituci¨®n son, en mi opini¨®n, mucho mayores de lo que exige el derecho a la protecci¨®n de la salud. S¨®lo los licenciados en la materia pueden ser propietarios de oficinas de farmacia, y nunca de m¨¢s de una. Las farmacias tienen que mantener unas distancias m¨ªnimas entre s¨ª, y no pueden vender a domicilio fuera de su territorio. Su precio de venta al p¨²blico necesariamente incluye un margen del 29% sobre el coste de la medicina al por mayor y les est¨¢ prohibido hacer descuentos. Gozan de exclusividad en la venta de aquellas medicinas que se pueden obtener sin receta, como la vitamina C o el ¨¢cido acetil-salic¨ªlico. Tienen concertado el horario de apertura para evitar competencias molestas de farmac¨¦uticos m¨¢s laboriosos. No es de extra?ar que se paguen traspasos o primas multimillonarias por las ubicaciones m¨¢s apetecibles, ni que la cola de licenciados en Farmacia en paro y sin oficina en la que aposentarse se alargue a?o tras a?o.
Don Gerardo Ortega, presidente del Colegio de Economistas de Madrid, y Ram¨®n Tamames, catedr¨¢tico de Estructura Econ¨®mica, acaban de componer un Informe sobre la distribuci¨®n minorista de especialidades farmac¨¦uticas en Espa?a, que es muestra de la adaptabilidad de estos s¨ªmbolos de nuestra profesi¨®n econ¨®mica.
Todo descubrimiento cient¨ªfico produce en m¨ª indecibles emociones. Recuerdo mi entusiasmo cuando aprend¨ª en el texto de Jos¨¦ Casta?eda que, si una persona desembolsa una cuantiosa prima al adquirir un activo es porque descuenta el valor neto presente de la corriente de r¨¦ditos que espera obtener. Mi alegr¨ªa fue grande cuando John Hicks, unos a?os antes de recibir el Premio Nobel de Econom¨ªa, me hizo ver que una gran parte de la ventaja de un estanco o monopolio reside en la vida tranquila de quien no se ve sometido a la presi¨®n de la competencia. Mi contento ahora no tendr¨ªa l¨ªmites si nuestros dos especialistas me convencieran de que este an¨¢lisis no es aplicable a la actividad farmac¨¦utica.
En efecto, para Ortega y Tamames, los traspasos pagados por las farmacias "no son indicadores fiables de rentabilidad... no tienen justificaci¨®n econ¨®mica alguna", pues reflejan motivaciones personales, como el deseo de seguridad, la b¨²squeda de un futuro laboral, o la propia vocaci¨®n. Han descubierto que las ventajas y satisfacciones no pecuniarias no deben formar parte de la valoraci¨®n de un activo, especialmente si es una oficina de farmacia.
Tendr¨¦ que revisar mi explicaci¨®n econ¨®mica de por qu¨¦ los directivos y trabajadores de Telef¨®nica han defendido hasta hace poco con tanto entusiasmo el monopolio telecomunicativo de su compa?¨ªa. Tambi¨¦n tendr¨¦ que confesar mi intriga ante el hecho de que se pague un precio m¨¢s alto por los inmuebles en Mayfair, en la avenida, Georges V, o en Unter den Linden, que en barrios menos elegantes; o por qu¨¦ se paga m¨¢s dinero por un collar de brillantes que por uno de circonio.
La fina intuici¨®n de estos dos profesionales del informe les lleva a concluir que quienes pagan un millonario traspaso por una farmacia no saben lo que hacen, y s¨®lo redimen su error de adquirir un activo no rentable: si consiguen venderlo a otro farmac¨¦utico que quiera paga cientos de millones por algo que no les va a rentar nada.
La ¨²ltima vez que convers¨¦ largamente con mi amigo Ram¨®n Tamames fue en los hermosos jardines de la Universidad de Navarra. No hablamos de econom¨ªa, sino de ¨¢rboles, que es de lo que verdaderamente sabe el profesor Tamames.
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