Olvido militar de Guti¨¦rrez Mellado
El autor, teniente coronel, lamenta la falta de solemnidad del homenaje militar a Manuel Guti¨¦rrez Mellado en un momento de general reconocimiento de sus m¨¦ritos
La reciente muerte del general Guti¨¦rrez Mellado ha servido para que, por vez primera en Espa?a, todos los representantes de la voluntad popular, democr¨¢ticamente elegidos, hayan coincidido en sus valoraciones a la hora de enjuiciar la figura del fallecido, considerado por todos un personaje clave en el delicado proceso de la transici¨®n pol¨ªtica desarrollado a la muerte del general Franco. Precisamente, cuando se cumplen en estos momentos 20 a?os del inicio de dicho periodo, y la b¨²squeda de protagonistas principales se ha convertido en objeto de acalorados debates, nada m¨¢s oportuno pudo haber ocurrido para que las j¨®venes generaciones de espa?oles pudiesen profundizar un poco m¨¢s en el conocimiento de la actuaci¨®n del citado militar en momentos tan delicados para los que vivimos aquellos acontecimientos.Al reconocimiento un¨¢nime de dirigentes pol¨ªticos y sociales -especialmente significativo fue el tributado por el Parlamento de Catalu?a y el presidente Jordi Pujol-, se unir¨¢n, entre otros, el de la Universidad Ram¨®n Llul, en la que deb¨ªa haber intervenido el mismo d¨ªa de su muerte, el del C¨ªrculo de Lectores -para el que "su memoria permanecer¨¢ viva entre nosotros"- el incluso, el de una carrera popular contra la droga, tema al que hab¨ªa dedicado sus ¨²ltimos a?os de militar retirado. Para culminar las muestras de respeto hacia su figura, sirva citar la presencia de los Reyes en la misa que se celebr¨® en el cuartel general del Ej¨¦rcito de Tierra.
Sin embargo, y bien que lo siento por lo que su persona signific¨® para quien esto escribe, ¨¦ste no quiere ser uno de los muchos art¨ªculos laudatorios que se le dedicaron, en su inmensa mayor¨ªa de personas ajenas a la profesi¨®n militar, sino una reflexi¨®n dirigida, precisamente, a indagar en torno a las razones de lo que considero una actitud de frialdad y distanciamiento de los que fueron compa?eros de armas del fallecido -la breve semblanza del general ??iguez fue una de las excepciones-, en mayor medida cuando, como dijo este peri¨®dico, pocos espa?oles de este siglo alcanzaron en vida un reconocimiento tan un¨¢nime.
Si en principio sorprende esa falta de reacci¨®n institucional e individual, un repaso somero a la historia m¨¢s reciente puede dar algunas pistas sobre lo que entiendo silencio militar. Como afirma Javier Tusell, la situaci¨®n del Ej¨¦rcito a la muerte de Franco era muy complicada y el elemento militar constituir¨ªa la mayor dificultad en el camino hacia la democracia. Aunque el general nunca hizo alarde de su protagonismo -siempre insisti¨® en que su actuaci¨®n se deb¨ªa exclusivamente a razones militares-, fue el que inici¨® e impuls¨® la reforma de las Fuerzas Armadas, con el objetivo, resaltado por el ex ministro de Defensa Alberto Oliart, de conseguir la total profesionalizaci¨®n y despolitizaci¨®n de todos sus componentes. De lo que se trataba era de poner a las FF AA bajo el control del poder civil.
A pesar de que era un conocedor profundo de las cuestiones militares, no en vano hab¨ªa sido uno de los disc¨ªpulos m¨¢s aventajados del general D¨ªez Alegr¨ªa -otro de los grandes olvidados de los pensadores militares (su Ej¨¦rcito y sociedad sigue por desgracia vigente en muchas de sus partes)-, procur¨® siempre huir de la ret¨®rica y hablar y comportarse como un soldado, para quien lo ¨²nico importante era evitar la repetici¨®n de una guerra civil y conseguir la concordia entre los espa?oles, fuese cual fuese su ideario pol¨ªtico.
Si como parece que fue cierto, su nombramiento trat¨® de ser interferido ante el Rey por la c¨²pula militar, m¨¢s le doler¨ªa la incomprensi¨®n que su modo de actuar provocaba entre sus compa?eros de armas, lo que supuso que, como afirma Miguel Angel Aguilar, tuviese que arrostrar la m¨¢s cruel de las pruebas, la difamaci¨®n entre sus propias filas. Santiago Carrillo hac¨ªa hincapi¨¦ en el calvario que tuvo que sufrir en defensa de la democracia, con enfrentamientos con una serie de jefes militares que le eran hostiles y que nunca llegaron a comprender lo que estaba pasando. Ese menosprecio del silencio y del olvido, que se prolonga despu¨¦s de muerto, fue lo que m¨¢s hizo sufrir en vida al general al considerarlo totalmente injusto.
Esa misma situaci¨®n es lo que lleva a Santos Juli¨¢ a definirla como "la soledad de un militar", que si bien constituy¨® su fortaleza era tambi¨¦n uno de sus puntos de mayor debilidad. Conviene recordar que cuando se le preguntaba con los respaldos que hab¨ªa contado a la hora de reformar las FF AA, respond¨ªa escuetamente: "El Rey y la disciplina". Bien es cierto que se trataba de una disciplina llena de ira e incluso rencor, cuya representaci¨®n m¨¢s despectiva se manifestaba en el apelativo que se le dirig¨ªa de "se?or Guti¨¦rrez".
Pues bien, pese al rango y trascendencia hist¨®rica de su papel en la reciente historia de Espa?a, y su categor¨ªa militar en el orden jer¨¢rquico -con el Rey, eran los ¨²nicos capitanes generales de las FF AA-, la ceremonia castrense de sus honras f¨²nebres tuvo, de forma muy llamativa, una escasa solemnidad, hecho mucho m¨¢s parad¨®jico si se tiene en cuenta el ritual y formalismo que presiden este tipo de actos dentro de nuestro ej¨¦rcito. Esa tibieza militar a la hora de honrar su memoria contrastaba con el cari?o y respeto popular de unas gentes agradecidas que no olvidaban lo que el general hab¨ªa hecho en favor de su libertad.
Al tiempo que me sumo a ese homenaje, desear¨ªa ver c¨®mo, aunque sea con cierto retraso, los militares espa?oles son capaces de reivindicar para s¨ª, tambi¨¦n, una figura que necesariamente ha de ser ejemplo para las nuevas generaciones que ingresan en la Academia General Militar, centro que tanto quer¨ªa y donde aprendi¨® a comportarse de manera tan decisiva para su patria.
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