Religi¨®n y violencia
EN ESTOS tiempos en que religi¨®n y violencia se mezclan tantas veces en los integrismos y los fanatismos, algunas sectas vuelven la agresividad contra si mismas, y se suicidan, o se entrematan, como acaba de suceder en Francia con la Orden del Templo Solar, continuando acciones que hab¨ªan ocurrido ya en Suiza y en Canad¨¢, pa¨ªses con fama de racionales que nos muestran que hay pocos refugios para estas locuras colectivas. No est¨¢ muy lejos la batalla de la secta de los davidianos, en Estados Unidos, mezcla de autoimnolaci¨®n, asesinato de unos miembros por otros y un asalto, desmedido por parte de la polic¨ªa, que termin¨® de caracterizar la matanza.?Se pueden mezclar en la irracionalidad todas las sectas? Probablemente s¨ª, si creemos que el racionalismo es la base de las sociedades que queremos abarcar; pero no toda irracionalidad es reprimible. En la legislaci¨®n espa?ola se reconocen las "sectas destructivas"; aunque probablemente una herencia de la Inquisici¨®n arrastre a pensar que es destructivo todo lo her¨¦tico. No hay aqu¨ª precedentes, de este tipo de asesinatos o suicidios rituales, aunque puedan emparentarse algunas muertes de ni?as por exorcismos de brujos o por alg¨²n curanderismo radical.
Una secta es, b¨¢sicamente, una organizaci¨®n que se separa de la religi¨®n oficial o establecida (a veces se aplica a grupos pol¨ªticos, y los dominantes llaman, ya sectarios a los radicalizados) y encuentra que del fondo com¨²n del que se separa puede llevarse elementos "aut¨¦nticos" o "verdades ¨²nicas". A, veces son rituales perdidos o cambiados; otras, son supuestas "traiciones": no hay que olvidar que de algunas sectas o cismas han salido las mayores religiones de hoy en el mundo.
Conviene aclarar esto porque, si la palabra secta tiene un tono peyorativo, y dentro del racionalismo no admite l¨ªmites (tambi¨¦n hay sectas racionalistas y positivistas), no tienen por qu¨¦ ser identificadas con estas organizaciones que llevan a sus adeptos, generalmente voluntarios, al crimen y al suicidio. Y, a la hora de perseguir, no es tan justo declarar fuera de la ley a heterodoxos pac¨ªficos acus¨¢ndoles de rituales sospechosos que cercar y atacar a estas organizaciones criminales que est¨¢n dirigidas por personas que, evidentemente, no participan en el holocausto que predican o cometen, porque, en caso contrario, el riesgo se habr¨ªa acabado. No hay que olvidar que en Espa?a la masoner¨ªa fue acusada de barbarie y atrocidad, y que el nacionalcatolicismo de Franco produjo una matanza por medio de tribunales, sobre todo del especial llamado de la Masoner¨ªa y el Comunismo de personas absolutamente inocentes. Ser¨ªa conveniente analizar d¨®nde est¨¢ el sectarismo en esa situaci¨®n. En Francia se emiten quejas de la lenidad de la polic¨ªa, que, despu¨¦s de publicados y conocidos los hechos criminales anteriores, no ha vigilado suficientemente sus organizaciones. Sin embargo, entre los muertos han aparecido dos polic¨ªas, con sus armas reglamentarias, que no se sabe si eran infiltrados en el grupo que fueron descubiertos o socios convencidos: templarios del Sol.
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