96, a?o crucial
HA BASTADO que se despejen las dudas sobre la fecha exacta de las elecciones para que los l¨ªderes pol¨ªticos, sin esperar siquiera a que se convoquen formalmente, salten al ruedo electoral con renovados br¨ªos. Los desaf¨ªos de la construcci¨®n europea, las ¨²ltimas y urgentes medidas del Gobierno para paliar la ausencia de presupuestos en 1995, incluso el desastre del 98... Cualquier cosa les viene bien en su intento de situarse en los primeros puestos de salida en la dura carrera electoral, que se avecina.El desastre del 98 -el de hace un siglo- " ha dado pie al candidato Felipe Gonz¨¢lez Para (lar el primer puyazo al Partido Popular (PP). A su juicio, el riesgo de que se repita tal cat¨¢strofe es grande si Espa?a cae en manos de "pol¨ªticos incapaces de ilusionar, dar tranquilidad y prepararla para el nuevo siglo". Una raz¨®n m¨¢s enarbolada por Gonz¨¢lez para justificar su presencia en la cita electoral, aunque responda a una interpetaci¨®n demasiado personal de aquel evento hist¨®rico. Incluso los retos de la construcci¨®n europea de: aqu¨ª al 97 -situar a Espa?a en el grupo de cabeza de los pa¨ªses que cumplan los criterios de convergencia de Maastrich- son del tal envergadura para el candidato Gonz¨¢lez que no quiere dejarlos en manos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. La frase vendr¨ªa a a?adir una raz¨®n masa la candidatura de Gonz¨¢lez, aunque pueda responder a una valoraci¨®n exageradamente alta de s¨ª mismo e interesadamente baja del l¨ªder del PP.De momento, Aznar y su partido han preferido centrar su r¨¦plica a los puyazos de Gonz¨¢lez en un terreno m¨¢s pegado al presente y a la pol¨ªtica inmediata del Gobierno. Y han escogido como punto de ataque el paquete de medidas aprobadas por el ¨²ltimo Consejo de Ministros, a las que califican sencillamente de "electoralistas". Tienen raz¨®n si se refieren a las m¨¢s coyunturales, como la congelaci¨®n de las tarifas el¨¦ctricas (algo desconocido en Espa?a desde 1973), la reducci¨®n del impuesto de matriculaci¨®n de los veh¨ªculos de peque?a cilindrada o la ampliaci¨®n hasta cinco a?os del plazo durante el que pueden devengar beneficios fiscales las cuentas de ahorro-vivienda. No la tienen, en cambio, en las referentes a la reducci¨®n del d¨¦ficit y del gasto p¨²blico (en desempleo, educaci¨®n y obras p¨²blicas, fundamentalmente), aunque sea cuestionable que otra vez se sacrifique m¨¢s de lo debido la inversi¨®n en infraestructuras.
Pero la cr¨ªtica del PP, como la de otros partidos, estar¨ªa m¨¢s justificada si la hubieran expresado en el abortado proceso de tramitaci¨®n de los presupuestos para 1996, en lugar de optar por la c¨®moda v¨ªa de su radical rechazo. Fue una costosa e in¨²til forma de expresar la censura al Gobierno, que ha provocado, en el mejor de los casos, la p¨¦rdida de seis meses en un a?o clave para el futuro de la econom¨ªa espa?ola y el bienestar de los ciudadanos.
Las razones que aconsejaban un mayor rigor en los fallidos presupuestos del 96 no habr¨¢n perdido ni un ¨¢pice de su valor cuando, tras las elecciones del 3 de marzo, el nuevo Gobierno salido de las urnas adopte sus primeras decisiones. Ese rigor ser¨¢ inevitable si se quiere al menos preservar el actual ritmo de crecimiento sostenido de la econom¨ªa espa?ola y llegar a la meta de diciembre de 1997 -transici¨®n a la tercera fase de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM)- en las condiciones requeridas. La econom¨ªa espa?ola est¨¢ consiguiendo algo inusual: contener, cuando no reducir significativamente, la totalidad de sus desequilibrios b¨¢sicos, el desempleo incluido. El mantenimiento del crecimiento econ¨®mico en tomo al 3%, basado esencialmente en el aumento de las exportaciones y de la inversi¨®n privada, ha. posibilitado reducciones en la inflaci¨®n y en el d¨¦ficit p¨²blico hasta niveles que permiten albergar algunas esperanzas de alcanzar de aqu¨ª a dos a?os los niveles de las econom¨ªas m¨¢s estables de Europa.-
Los partidos pol¨ªticos -especialmente. los mayoritarios- aceptan expl¨ªcitamente el horizonte de convergencia. Luego, l¨®gicamente, sus ofertas concretas para alcanzarlo deber¨¢n constituir el n¨²cleo de su mensaje en la inmediata campa?a electoral. Ser¨¢ apenas un a?o y medio el tiempo de que disponga el nuevo Gobierno para concretar ese empe?o. De ah¨ª que los partidos con vocaci¨®n de gobierno, al menos, est¨¦n obligados a especificar ante los electores los plazos concretos para la puesta en pr¨¢ctica de sus propuestas econ¨®micas en la perspectiva de diciembre de 1997. M¨¢s o menos garantizada la transici¨®n durante la interinidad impuesta por la pr¨®rroga de los presupuestos de 1995, corresponde a partir de ahora a las distintas fuerzas pol¨ªticas eliminar ambig¨¹edades y fechar decisiones a partir del segundo semestre de 1996. De lo contrario, puede darse por perdido el a?o m¨¢s crucial de la pr¨®xima legislatura.
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