Cumplea?os de lujo en M¨®naco
En M¨®naco han tirado la casa por la ventana. En el d¨¦cimo aniversario de la resurrecci¨®n de la compa?¨ªa monaguesca, Jean-Christophe Maillot ha ideado un programa variado para todos los gustos y que de alguna manera recorre la historia de la legendaria agrupaci¨®n que comenz¨® sus d¨ªas dorados a principios de siglo con Diaghilev, para luego tener altibajos, silencios y esplendores. Hace ahora dos lustros, el principado decidi¨® dotar de dinero y estabilidad al conjunto, que han dirigido, cronol¨®gicamente desde entonces, Pierre Lacotte con Ghislaine Thesmar, Jean-Yves Esquerre y ahora el joven Maillot.
Recital de pies
Les Ballets de Monte-Carlo
Estrenos por el d¨¦cimo aniversario de la compa?¨ªa. Obras de Uwe Scholz, Jiri Killan, Nacho Duato, Jean- Christophe Maillot, William Forsythe, George Balanchine, Leonidas Massine y John Nuemeler. Gala de estrellas con Alesandra Ferri, Sylvie Guillem, Isabelle Guern, Paola Cantalupo, Kader Belarbi, Jean- Charles Gil y Marc Spradling. Sala Garnier, Montecarlo. Del 29 de diciembre al 3 de enero.
La gala de estrellas del 30 de diciembre reuni¨® por primera vez a las dos m¨¢s grandes bailarinas de hoy, las m¨¢s cotizadas y las m¨¢s rutilantes del panorama internacional del ballet: la italiana Alessandra Ferri y la francesa Sylvie Guillem. La funci¨®n fue un recital de los pies m¨¢s bonitos y bien articulados que el ballet¨®mano m¨¢s exigente pueda imaginar. Guillem apareci¨® semidesnuda tras una transparente y ajustada seda negra, algo ins¨®lito en el ballet cl¨¢sico, para bailar Herman Schmerman de Forsythe, donde luci¨® sus discutidos 190 grados de extensi¨®n de piernas. La verdad es que ella est¨¢ mejor en ese registro que intentando ser un cisne cl¨¢sico o una estantigua rom¨¢ntica, es su caldo natural, y as¨ª brill¨® en ¨¦l. Por su parte, Ferri hizo una suite a la manera lifariana del segundo acto de Giselle. Debe tenerse en cuenta a esta Giselle de hoy, ya con visos que alientan al siglo XXI en cuanto a s¨ªntesis de estilo y est¨¦tica, sin dejar atr¨¢s los rigores de la academia. Terrenal a la vez que sufrida, su Giselle vuela y siente el peso de la muerte, con una actuaci¨®n muy personal y sin amaneramiento alguno. Kader belarbi, de la ¨®pera de Par¨ªs, no estuvo a su altura ni le respondi¨® con nobleza como partenaire. Tambi¨¦n de la casa parisina, una chispeante Isabelle Guerin hizo con Dupont el Grand pas de Twyla Tarp, donde se un¨ªa virtuosismo de infarto con humor neoyorkino. El espa?ol Jean-Charles Gil, bailar¨ªn principal en Montecarlo desde hace a?os, cre¨® para ¨¦l mismo y Cantalupo un paso a dos que recrea un cierto glamour perdido de los a?os 50, donde no faltaba la ropa de noche, la pedrer¨ªa y el boato.Entre los ballets estrenados por la compa?¨ªa de Montecarlo destacan tres: Duende de Nacho Duato, Vers un pays sage de Maillot y Petroushka de John Neumeier. La pieza del valenciano, que abri¨® las galas y fue muy bien recibida por el p¨²blico, es uno de sus escasos aciertos en los ¨²ltimos tiempos, y que, por m¨¦rito propio, est¨¢ ya en el repertorio de varias compa?¨ªas importantes. En Montecarlo se vi¨® Duende mucho mejor que en Madrid, con la m¨²sica en directo, una versi¨®n m¨¢s humanizada y alguna ligera, variaci¨®n crom¨¢tica en los trajes. La creaci¨®n de Maillot, inspirada por la ¨²ltima exposici¨®n que hiciera en vida su padre, un pintor que muri¨® hace dos a?os, se basa en la trepidante y repetitiva m¨²sica de John Adams, cercana a Philip Glass y Michael Nyman, pero eficaz para una danza tambi¨¦n llena de fuerza y exigencias.
Un papel en la vida
La gran perla coreogr¨¢fica lleg¨® al final con el Petruschka de Neumaier. Creado originalmente para su compa?¨ªa de Hamburgo en 1982 (a¨²n con una versi¨®n intermedia de c¨¢mara llamada Petrushka variations), ahora revive con toda su grandeza creativa. Neumeier es un core¨®grafo nato, nada vanal, culto y lleno de motivaciones que le llevan a inventar bell¨ªsimas secuencias tanto corales como solistas. Para el papel protag¨®nico del mu?eco de vida breve, escogi¨® a un bailar¨ªn italiano que es todo un descubrimiento de interpretaci¨®n: Francesco Nappa, que dota de energ¨ªa po¨¦tica al ser de trapo, lo dota de sensibilidad hasta crear una identificaci¨®n plena con el espectador. El joven napolitano Nappa ha encontrado pronto uno de los papeles de su vida, mientras Ga?tan Morlotti le daba una s¨®lida contrapartida en su particular Moro.
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