El Bar?a vive por gracia del Espanyol
Un gol de ?scar en el ¨²ltimo minuto acaba con la jerarqu¨ªa blanquiazul en el 'derby'

El orden natural se impuso al coyuntural en un derby desbocado. El Bar?a recuper¨® en el ¨²ltimo minuto el mando que por historia le pertenece cuando el Espanyol transitaba de la oposici¨®n a la gobernabilidad. Los blanquiazules se encallaron en mal d¨ªa, peor campo y, sobre todo, a deshora. La de ayer era su noche. Tuvieron al opresor tumbado en su propia cancha, desplomado por el peso de sus miserias, pidiendo clemencia, con toda la grada encendida ante tanta impotencia -gritaba el hincha cul¨¦ contra el ¨¢rbitro, contra su propio equipo, contra el rival, contra todo- y le salvaron la vida a costa de hipotecar su credencial liguera. Vive hoy el Bar?a por gracia del Espanyol.El rom¨¢nticismo periqu¨ªto contrast¨® con la histeria cul¨¦. No estaba el Bar?a para monsergas. Hay partidos, como el de anoche, que se ganan s¨®lo por imperativo. No se atiende al campo sino al marcador cuando en juego est¨¢ tanto la hegemon¨ªa futbol¨ªstica como la propia supervivencia. Y el Bar?a convirti¨®, una debacle en una heroicidad: un gol en el ¨²ltimo minuto, con uno menos en el campo y un instante despu¨¦s que el colegiado le hubiera birlado un penalti en una acci¨®n esp¨¢smica de Kodro. El f¨²tbol estuvo de parte del equipo de Camacho. El resultado, por contra, fue el mejor asidero para el son¨¢mbulo grupo de Cruyff.
El gui¨®n ya auguraba un partido el¨¦ctrico. A un lado se levantaba un Bar?a pasional, voluble, imnprevisible, y en el otro asomaba un Espanyol racional, fiable y muy militarizado. Todos los atributo! castrenses del colectiv o blanquiazul se cayeron, sin embargo, en la arrancada. Nadie respondi¨® al toque de cometa, de Camacho, y el Espanyol ofreci¨® un perfil muy desfigurado.
El colectivo forastero se despist¨® con la pizarra que pint¨® Cruyff. un lateral medio a central (Sergi persegu¨ªa a Ben¨ªtez), un libre puesto de volante derecho (Nadal), un interior zurdo retrasado (Roger), un decatleta de barrendero (Popescu), un medio ofensivo apartado hasta la l¨ªnea de banda derecha para buscar el uno contra' uno con el lateral zurdo (Prosinecki-Torres Mestre) y dos conductores (Guardiola e Iv¨¢n de la Pe?a). Iba y ven¨ªa el equipo de Cruyff sin freno: aqu¨ª recuperaba el cuero, all¨ª corr¨ªa y m¨¢s all¨¢ remataba. Estaba el plantel tan alocado como metido en la faena.
No resisti¨® el Espanyol la presi¨®n del Barcelona. El reloj dej¨® de jugar a favor del grupo, blanquiazul al cuarto de hora. Muy agarrotado, el ej¨¦rcito de Camacho pareci¨® una cuadrilla de cobardes. El gol, sin embargo, no seren¨® al colectivo local, sino que supuso la entrada en el partido del equipo blanquiazul.
Poco a poco encontr¨® el Espanyol el sitio en la cancha y busc¨® de forma ordenada su ventaja num¨¦rica en los ataques por banda. La tensi¨®n defensiva aguant¨® al Bar?a hasta el descanso'. No mord¨ªa el equipo de Camacho mientras el Bar?a se distra¨ªa con acciones m¨¢s vistosas que trascendentales.
Es ese un recurso muy propio hoy de un equipo desmadrado, desnaturalizado y sin una organizaci¨®n estable. La metralleta de anta?o ha dado paso al Cetme. Ya no existe aquel pase multiplicador que sacaba de la cancha al rival, sino que se busca la acci¨®n terminal, un recurso que no es. mal asunto. en. los derbies, que mayoritariamente se resuelven con acciones puntuales. El grupo de Cruyff se encomend¨® a la luminosidad quedesprende la calva de Iv¨¢n y al' serpentear de Prosinecki en ataque, y al grito de Popescu en defensa. Le vali¨®.
El Espanyol fue descosiendo poco a poco la tupida zaga azulgrana desde el inicio del segundo tiempo. Entr¨® por los dos flancos con reiteraci¨®n y s¨®lo la falta de pegada retard¨® casi media hora el empate. Bogdanovic, un futbolista de refresco, remach¨® a Busquets tras un eslalon digno de Tomba.
El mando que desde entonces tuvo del choque el colectivo de Camacho fue incuestionable. Ya despose¨ªdo del cuero, el Barcelona jug¨® sin control ni comunicaci¨®n.
Parec¨ªa resignado al tiro de gracia que el Espanyol dibujaba por la derecha, la izquierda y el centro con sus llegadas contin¨²as al ¨¢rea azulgrana siempre con un delantero de sobras. La expulsi¨®n de Iv¨¢n acab¨® por dejar a oscuras el Camp Nou. Y entonces, justo cuando m¨¢s tiritaba el campo, el ¨¢rbitro encendi¨® la estufa escamoteando un penalti de Pacheta a Kodro. Empujado a¨²n por la rabia del estadio, el equipo se sac¨® un remate a la desesperada de ¨®scar. Y fue la Sentencia.
Cazado el Espanyol, el Bar?a toma ahora aire en busca de las huellas de un Atl¨¦tico que pasea en solitario por las alturas del campeonato con las manos en el bolsillo y silbando el himno rojiblanco. Siete puntos parecen hoy mucha ventaja no s¨®lo por la solvencia del grupo de Antic sino por las carencias de un colectivo. azulgrana que fuera del campo se desangra en una lucha interna y dentro se muere por inanici¨®n.
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