En busca del 'gen rojo'
Antonio Vallejo N¨¢gera dirigi¨® en 1938 un estudio sobre prisioneros de guerra para determinar qu¨¦ malformaci¨®n llevaba al marxismo
Los rojos, ?nacen o se hacen? ?Qu¨¦ malformaciones, ps¨ªquicas o f¨ªsicas, llevan a un hombre o a una mujer al marxismo? El profesor Antonio Vallejo N¨¢gera, jefe de los Servicios Psiqui¨¢tricos del Ej¨¦rcito de Franco, busc¨® la respuesta a ¨¦stos y otros interrogantes, estudiando mediante test psicol¨®gicos y mediciones antropom¨®rficas a prisioneros de guerra, fundamentalmente procedentes de las Brigadas Internacionales.Durante diciembre de 1938 y octubre de 1939, II y III A?o Triunfal, el famoso psiquiatra public¨® -con otros colaborado res suyos- hasta cinco informes en la Revista Espa?ola de Medicina y Cirug¨ªa de Guerra, con el t¨ªtulo gen¨¦rico del Biopsiquismo del Fanatismo Marxista. En sus p¨¢ginas analiz¨® "las relaciones que puedan existir entre las cualidades biops¨ªquicas del sujeto y el fanatismo pol¨ªtico-democr¨¢tico-cocomunista". No se limit¨® a estudiar a hombres, tambi¨¦n realiz¨® un estudio sobre mujeres prisioneras de guerra -cuyo psiquismo "tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal", escribe Vallejo- buscando una explicaci¨®n a "la activ¨ªsima participaci¨®n del sexo femenino en la revoluci¨®n marxista". La conclusi¨®n del profesor y sus colaboradores fue que el marxismo espa?ol se nutre de las personas menos inteligentes de la sociedad.
P¨¢ginas oscuras
Poco se ha sabido de estos trabajos que la comunidad cient¨ªfica ha preferido mantener en un piadoso olvido. Casi sesenta a?os despu¨¦s, los profesores Javier Bandr¨¦s, de la Universidad de Vigo, y Rafael Llavona, de la Universidad Complutense, han sacado a la luz una de las p¨¢ginas m¨¢s oscuras de la psiquiatr¨ªa espa?ola. Su trabajo -La Psicolog¨ªa en los Campos de Concentraci¨®n de Franco-, que ser¨¢ publicado pr¨®ximamente en la revista especializada Psicothema, recoge estudios y testimonios de viejos brigadistas. San Pedro de Carde?a era en 1938 un viejo monasterio abandonado, a unos 13 kil¨®metros de Burgos. All¨ª eran llevados, a la espera de su ejecuci¨®n, los brigadistas hechos prisioneros por el ej¨¦rcito de Franco. Se cuenta que en la entrada del campo hab¨ªa un estatua del Cid con el brazo le vantado esgrimiendo una espada. La espada desapareci¨® un d¨ªa y el buen Cid qued¨® s¨®lo con el pu?o en alto. Al llegar, los brigadistas, levantaban su pu?o respondiendo a aquel guerrero que les recib¨ªa con el saludo revolucionario. Las condiciones, tal como cuenta uno de los que tuvieron el amargo privilegio de pasar por aquel campo, eran terribles. "A¨²n as¨ª", cuenta Javier Bandr¨¦s, "los brigadistas, ten¨ªan suerte si se les comparaba con los prisioneros espa?oles. A los extranjeros se les procuraba mantener con vida para intercambiarlos por los prisioneros italianos en manos de la Rep¨²blica". Precisamente los peor considerados eran los brigadistas italianos.Andreu Castells en su libro Las Brigadas Internacionales en la Guerra de Espa?a cita a este respecto lo que anota en su diario el yerno de Benito Mussolini, el conde Ciano, el 22 de febrero de 1939. Cuenta que Franco est¨¢ "limpiando" Catalu?a. Y apunta: "Tambi¨¦n han sido detenidos muchos italianos, anarquistas y comunistas: se lo digo al Duce que me ordena que los haga fusilar a todos. Y a?ade: los muertos no cuentan, la historia".
En el campo de concentraci¨®n de San Pedro de Carde?a, fue donde se realizaron la mayor¨ªa de las investigaciones dirigidas por Vallejo-N¨¢gera, a trav¨¦s del Gabinete de Investigaciones Psicol¨®gicas de la Inspecci¨®n de Campos de Concentraci¨®n de Prisioneros de Guerra. Bandr¨¦s y Llavona aclaran que la idea de la creaci¨®n del gabinete posiblemente no fuera enteramente de Vallejo. Algunos prisioneros supervivientes recuerdan que en el campo estuvieron miembros de la Gestapo "que tomaban mediciones antropom¨¦tricas e interrogaban a los prisioneros". Tambi¨¦n recuerdan que a San Pedro llegaron dos cient¨ªficos alemanes que hicieron diversos test a los recluidos.
Antonio Vallejo N¨¢gera, nacido en 1889 y fallecido en 1960, padre del psiquiatra y autor de numerosos libros de divulgaci¨®n, Juan Antonio Vallejo-N¨¢gera, ingres¨® en el cuerpo de Sanidad Militar en 1910. Durante la primera guerra mundial estuvo como agregado militar en la embajada espa?ola en Berl¨ªn. Y ya entonces tuvo oportunidad, de trabajar en los campos de prisioneros de guerra. Al estallar la guerra civil espa?ola era profesor de Psiquiatr¨ªa en la Academia de Sanidad Militar. Fue nombrado jefe de los Servicios Psiqui¨¢tricos del Ej¨¦rcito de Franco y cre¨® en 1938 el ya citado gabinete que dirigi¨® personalmente. Ya en la posguerra, desplaz¨® de su c¨¢tedra al doctor L¨®pez Ibor, al que se le consideraba "poco afecto al r¨¦gimen".
El propio Vallejo explica los postulados de su proyecto Biopsiquismo del fanatismo Marxista impulsado desde el Gabinete Investigaciones Psicol¨®gicas, "relaci¨®n entre determinada personalidad biops¨ªquica y la predisposici¨®n constitucional al marxismo", la "alta incidencia del fanatismo marxista en los inferiores mentales" y "la presencia de psic¨®patas antisociales en las masas marxistas".
Dividi¨® en cinco grupos a personas estudiadas: prisioneros de las Brigadas Internacionales en San Pedro de Carde?a, presos espa?oles varones procesad por actividades pol¨ªticas, presas espa?olas procesadas por las mismas razones, separatistas vascos y marxistas catalanes. Estos dos ¨²ltimos grupos revest¨ªan un especial inter¨¦s. Los vascos porque "se produce el curioso fen¨®meno del fanatismo pol¨ªtico unido al religioso" y los catalanes porque "se une el fanatismo marxista y el antiespa?ol".
Bandr¨¦s y Llavona explican que, utilizando sus propias palabras, Vallejo "denomina revolucionarios natos a los esquizoides m¨ªsticos pol¨ªticos y a los sujetos que inducidos por sus cualidades b¨ªopsiquicas constitucionales tendencias instintivas, movilizadas por complejos de rencor y sentimiento o por fracaso en sus aspiraciones, propenden, en cierto modo cong¨¦nitamente, a trastocar el orden social".
Regenerar a los prisioneros
Vallejo N¨¢gera intent¨®, incluso regenerar a los marxistas. En sus trabajos explica estos objetivos: "La reacci¨®n social m¨¢s interesante al objeto de nuestro estudio es la transformaci¨®n pol¨ªtico-social del fan¨¢tico marxista" Bien es verdad que ¨²nicamente ensay¨® suprograma de reeducaci¨®n con los prisioneros espa?oles. "Con los prisioneros extranjeros yo creo que las conclusiones de Vallejo fueron tan pesimistas que ese objetivo se descart¨®", afirma Bandr¨¦s.Pero los marxistas espa?oles deb¨ªan ser duros de coraz¨®n porque no parece que el proyecto regenerador funcionara demasiado. En realidad, la reeducaci¨®n se limitaba a obligarles a desfilar, entonar gritos franquistas y a impartirles un cursillo religioso de seis semanas que nadie lograba superar y que, en consecuencia, se repet¨ªa continuamente duante el periodo de cautiverio. Ejemplo de los resultados de Vallejo son las conclusiones sobre los prisioneros norteamericanos, un grupo de 72 brigadistas, casi todos pertenecientes a la brigada Abraham Lincoln. Curiosamente, ninguno de los estudiados dio una inteligencia alta. Y s¨®lo un 19,44 mereci¨® el calificaivo de buena. Ello lleva al psiquiatra a afirmar que a pesar de pertenecer "a una naci¨®n que se precia de inteligente y culta" - "sin serlo", aclara Vallejo, superan en mucho las inteligencias de grado inferior a las bien dotadas".
El profesor Vallejo, sin embargo, reconoce sorprendido que la mayor¨ªa de los brigadistas hab¨ªan venido a Espa?a para ayudar a la democracia y que muchos de ellos confesaban con orgullo sus ideas antifascistas y democr¨¢ticas y su entusiasmo por defender la Rep¨²blica. Pero inluso este orgullo le hac¨ªa deducir que "en el fondo nos las habemos con comunistoides, sin que falte un elevado porcentaje de refomadores idealistas y de revoucionarios natos".
Antonio Vallejo N¨¢gera, que en los a?os de la guerra fr¨ªa colaborar¨ªa en un texto estadouniense sobre la psicopatolog¨ªa de las relaciones internacionales, no tiene empacho alguno en afirmar ante el alto grado de revolucionarios natos existente entre estos prisioneros que "tampoco puede chocarnos el gran n¨²mero de imb¨¦ciles sociales, ya que el medio ambiente cultural y social nortemericano, favorece la formaci¨®n de tal tipo de personalidad"
AIto grado de libertinaje
Tambi¨¦n en el estudio se ten¨ªan en cuenta factores como el fracaso personal, alcoholismo -del que encuentra una incidencia alt¨ªsima entre los brigadistas-, simpat¨ªas por el Ej¨¦rcito y vida sexual. Las conclusiones de Vallejo en este sentido hablan de que la frustraci¨®n social llevaba al marxismo, de que hab¨ªa un esaso entusiasmo por el Ej¨¦rcito "t¨ªpico de cualquier pa¨ªs democr¨¢tico"- y de que entre los marxistas hab¨ªa un alto ¨ªndice de temperamentos degenerativos e individuales oligofr¨¦nicos".A los brigadistas hispanoaericanos se les pone de chupa e d¨®mine. Son poco inteligenes, incultos, borrachos y con una religiosidad por los suelos. Eso s¨ª, reconoce que ninguno de ellos se sent¨ªa fracasado sexualente.
El libertinaje sexual parece un elemento com¨²n. Vallejo dice que "constituye la t¨®nica de los marxistas norteamericanos" y asegura que los brit¨¢nicos -en los que incluye escoceses, irlandeses, del pa¨ªs de Gales y canadienses- superan en libertinaje sexual a los dem¨¢s grupos. Todo lo contrario que los ingleses.
Bandr¨¦s y Llavona concluyen con una amarga reflexi¨®n: "Mientras que un grupo de psi¨®logos norteamericanos mostraban su solidaridad con la Re¨²blica, sobre la base de que fascismo y psicolog¨ªa cient¨ªfica eran incompatibles, Vallejo lanzaba el mensaje de que la psicolog¨ªa cient¨ªfica pod¨ªa ponerse al servicio de cualquier ideolog¨ªa, incluidas las totalitarias".
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