El guardi¨¢n en la sombra
El ej¨¦rcito se convierte en la pieza clave de la transici¨®n guatemalteca
ENVIADA ESPECIALLa foto, hist¨®rica, ocupaba un espacio rutinario de un diario guatemalteco. Nineth Montenegro, combativa defensora de los derechos humanos, se sentaba frente al general golpista Efra¨ªn R¨ªos Montt, cuyo mandato (1982-1983) desencaden¨® uno de los periodos m¨¢s sanguinarios de la historia de la rep¨²blica centroamericana. Ella, como nueva diputada del izquierdista Frente Democr¨¢tico Nueva Guatemala. ?l, como presidente saliente del Congreso.
La imagen recog¨ªa los aires nuevos que soplan en Guatemala, donde los ciudadanos acuden hoy a las urnas para elegir, entre el conservador ?lvaro Arz¨² y, el populista Alfonso Portillo, al tercer presidente civil desde 1985, despu¨¦s de 40 a?os de gobiernos militares. La negociaci¨®n de paz con la guerrilla de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) para poner fin a 35 a?os de enfrentamientos armados, con sus tira y afloja, est¨¢ canalizada, La izquierda, duramente reprimida hasta hace poco, se ha convertido en la tercera fuerza del Congreso elegido en noviembre.
Detr¨¢s de las bambalinas, un vig¨ªa silencioso observa el proceso. El Ej¨¦rcito, tradicional regidor de los destinos del pa¨ªs, se ha convertido en la pieza clave de una apertura que ¨¦l mismo gener¨® y que, como aprendiz de brujo, trata de controlar para que no termine devor¨¢ndole."
En una sala de su residencia, el general Marco Antonio Gonz¨¢lez Taracena, ministro de Defensa, acaricia un grueso eiemplar de las Leyes de Guatemala: "Mi felicidad como oficial estriba en mi sujeci¨®n al poder civil". Gonz¨¢lez Taracena asegura que la modernizaci¨®n del Ej¨¦rcito "es inexorable". "Ya ha cambiado tremendamente. Durante d¨¦cadas se ha creado un estereotipo muy concreto. Fortalecer el cumplimiento de la ley y el respeto a los derechos humanos es la mejor manera de rehacer nuestra imagen
Adecuarse a los tiempos
El general Gonz¨¢lez Taracena, antiguo jefe del Archivo, ¨®rgano de inteligencia de la Presidencia asociado a negros cap¨ªtulos de la represi¨®n pol¨ªtica, ha sabido adecuarse a los tiempos. Como ese grupo de oficiales, tambi¨¦n del servicio de inteligencia. militar (G-2) que, conscientes del desgaste producido por el interminable enfrentamiento con la URNG y de los nuevos aires que trajo el fin de la guerra fr¨ªa, decidieron sustituir el concepto de "seguridad nacional por el siempre m¨¢s suave de "estabilidad nacional", e impulsar una transici¨®n pol¨ªtica que han controlado desde 1987. Entre ellos se encuentra el general Otto P¨¦rez Molina, actual jefe del Estado Mayor Presidencial.El proyecto de apertura controlada ha sido, sin embargo, agriamente acogido por varios sectores de las Fuerzas Armadas. La paz con la guerrilla y la democratizaci¨®n significan, en el caso de Guatemala, no s¨®lo retirarse de los espacios de poder pol¨ªtico y econ¨®mico, sino, como ha ocurrido en El Salvador, rendir cuentas acumuladas durante 40 a?os de control absoluto y de lucha contrainsurgente impune.
La brecha entre constitucionalistas y duros se abre al ritmo de la liberalizaci¨®n pol¨ªtica. "No hay ning¨²n mando limpio, ninguno, porque ha sido una guerra terriblemente sucia" apunta un diplom¨¢tico extranjero participante en las negociaciones de paz. "La diferencia no es entre. violadores o no violadores de los derechos humanos, sino, entre los que siguen violando y los que han dejado de violar. Es decir, entre los inteligentes, con capacidad pol¨ªtica para hacer an¨¢lisis y los tontos, sumamente peligrosos".
El Ej¨¦rcito, arropado por el poder civil, se ha cubierto las espaldas en las negociaciones con la guerrilla: la Comisi¨®n del Esclarecimiento Hist¨®rico, acordada con la URNG en junio de 1994 para investigar las violaciones a los derechos humanos durante el conflicto por ambas partes, no har¨¢ acusaciones institucionales ni individuales, no dar¨¢ nombres ni promover¨¢ procesos legales.
"Hay que tener un poco de pragmatismo. No se puede ir m¨¢s all¨¢ de un juicio pol¨ªtico. Afirmar esto me ha traido problemas con los compa?eros, pero la Comisi¨®n de Esclarecimiento era lo m¨¢ximo que los poderes reales iban a permitir, afirma Nineth Montenegro, fundadora del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) de familiares de los desaparecidos. "La astucia es encontrar una alternativa. En el Congreso propondremos la creaci¨®n de una comisi¨®n para hacer p¨²blicos los nombres de los criminales".
Los pa?os calientes siguen sin convencer a unos duros que incluso cuestionan el proceso de paz. "Los m¨¢s recalcitrantes son, en general, oficiales retirados, pero que todav¨ªa tienen cierta influencia en los mandos medios y que pueden dar problemas", comenta H¨¦ctor Rosada, jefe de la delegaci¨®n del Gobierno en la negociaci¨®n de paz.
Tal es el caso del general retirado Jos¨¦ Luis Quilo, ex jefe del Estado Mayor, que interpuso recientemente una demanda contra Rosada por traici¨®n a la patria. Lo hizo, eso s¨ª, en nombre de una c¨¢mara agraria. "Hay intereses econ¨®micos muy importantes en juego", comenta el diplom¨¢tico extranjero. "Muchos oficiales se han jubilado con fincas no legalizadas y est¨¢n asustados. Hay m¨¢s de cien agencias de seguridad privada y redes de autobuses y taxis controlada por los militares".
La implicaci¨®n de generales coroneles, con nombres y apellidos, en el narcotr¨¢fico y el con trabando de maderas preciosas de veh¨ªculos robados es algo bien conocido dentro y fuera de la instituci¨®n castrense. Nada se ha hecho, sin embargo, contra ello. "El temor de los oficiales de Guatemala a su depuraci¨®n llevar¨¢ al Ej¨¦rcito a cavar su propia tumba", comenta cejijunto un joven coronel. "Es esencial que se limpien las Fuerzas Armadas. Ramiro de Le¨®n no lo hizo. Pensaba que no era el momento. El pr¨®ximo presidente tiene que empezar ya el primer d¨ªa". Este militar, representante de la corriente m¨¢s aperturista, recuerda c¨®mo en El Salvador los acuerdos de paz significaron la depuraci¨®n de 250 oficiales. "Aqu¨ª tendr¨ªan que sacar a 500, incluyendo violadores de los derecho humanos y delincuentes".
Presiones de EE UU
La opini¨®n p¨²blica y el Congreso estadounidenses han estado presionando al Gobierno guatemalteco por casos de violaciones de derechos humanos que afectan a ciudadanos norteamericanos como el caso de Efra¨ªn B¨¢maca guerrillero desaparecido y reclamado por su esposa, la abogada Jennifer Harbury. Washington el padrino durante los tiempo m¨¢s duros de la represi¨®n, ha decidido que ya es hora de que su colaborador se repliegue a un discreto segundo plano. La cautela se impone en otro discursos a la hora de hablar de la depuraci¨®n. "Si yo fuera e nuevo presidente, no tocar¨ªa al Ej¨¦rcito. Es una instituci¨®n muy celosa en la defensa de sus miembros", apunta H¨¦ctor Rosada experto ¨¦l mismo en temas militares. "Ellos tienen sus mecanismos de reemplazo, y si se violenta el orden jer¨¢rquico puede haber problemas. Los m¨¢s se?alados por violaciones a los derechos humanos ya est¨¢n en retiro. A su aire, van siendo conscientes de la necesidad de apertura, pero no hay que agredirles".Hay, de hecho, avances importantes, como se?ala Leonardo Franco, jefe de la Misi¨®n de Naciones Unidas en Guatemala (Minugua): la aceptaci¨®n de un instancia de verificaci¨®n cuya recomendaciones resultan duras para un estamento omnipotente, la disoluci¨®n de la red de comisionados militares (24.000 civiles armados al servicio del Ej¨¦rcito) la pr¨¢ctica eliminaci¨®n del reclutamiento forzoso y el impulso para despegar a las fuerzas policiales de las faldas de la Defensa son algunos de los cambios impulsados bajo la presidencia de Ramiro de Le¨®n, que ya toca a su fin.
"La estrategia del Ej¨¦rcito ha variado mucho, desde luego Hay militares que quieren la apertura de verdad, pero tienen sus l¨ªmites", comenta Ninet Montenegro. Tambi¨¦n ellos, Montenegro y otros diputados de su grupo rechazaron recientemente una invitaci¨®n de Defensa para participar en un seminario del Centro de Altos Estudios Estrat¨¦gicos. "A¨²n hay mucho dolor entre nosotros. El borr¨®n y cuenta nueva es dif¨ªcil. Nuestro hijos hu¨¦rfanos nos recuerdan cada d¨ªa una situaci¨®n aberrante. Hay que sentar precedentes"
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