Viajar en ambulancia
Cuando le¨ª la noticia, publicada el pasado 30 de diciembre, sobre la ordenanza municipal de luces y sirenas que se aplicar¨¢ en Madrid a partir del d¨ªa 1 de enero del presente a?o, me re¨ª recordando el absurdo problema del transporte de difuntos en Cuba, reflejado en la pel¨ªcula Guantanamera. En nuestro caso, cuando un paciente de un pueblo de la Comunidad de Madrid, o de otra comunidad, llegue al l¨ªmite de la ciudad tendr¨¢ que entrar en el "intercambiador de ambulancias", ya que en la ambulancia que venga no tiene por qu¨¦ cumplir esa norma de colorines. Otro punto que me hizo sonre¨ªr es el que dice: "Cuando se quede atrapado en un atasco debe desconectar la sirena. Si contin¨²a la situaci¨®n, puede sonar durante 10 segundos, seguido de un silencio m¨ªnimo de dos minutos"; leyendo esto parece que lo de los atascos en Madrid es algo totalmente excepcional, y, por tanto, en esas rar¨ªsimas situaciones, o bien el se?or concejal de Circulaci¨®n, o el de Sanidad, o el mismo se?or alcalde comunicar¨¢n con el paciente o sus familiares para transmitirles tranquilidad.Esta nueva ordenanza suena a lo de "muerto el perro, se acab¨® la rabia", apagamos las sirenas y se acab¨® el problema del ruido en Madrid. Pero, como en casi todos los problemas, la prevenci¨®n es el mejor tratamiento. Esa prevenci¨®n se puede hacer racionalizando el transporte sanitario, para evitar que el paciente que vaya a una consulta programada o a una sesi¨®n de di¨¢lisis o a rehabilitaci¨®n, o de regreso a su domicilio desde un centro hospitalario o ambulatorio, vaya en una ambulancia a cuyo conductor se le exige cumplir unos horarios o que haga un determinado n¨²mero de servicios para cobrar su n¨®mina, porque esto obliga a llevar puestas las sirenas. Prevenci¨®n es exigir que el personal de ambulancias. tenga una adecuada formaci¨®n, ya que la formaci¨®n que ahora mismo se exige es similar a la del repartidor de patatas, ladrillos, etc¨¦tera, si a?adimos a la furgoneta que conducen unas luces m¨¢s o menos llamativas y unas sirenas m¨¢s o menos cantarinas. Esto, que puede parecer exagerado, se puede comprobar si vemos en televisi¨®n o en las puertas de los servicios de urgencia de los hospitales la llegada en ambulancia de los sufridos pacientes; la mayor¨ªa llegan mareados, p¨¢lidos y con las u?as clavadas en las manos de tanto agarrarse a las barandillas de las camillas para evitar caerse en, alguna de las curvas tomadas a una velocidad excesiva, sin, tener en cuenta ninguno de los efectos que la aceleraci¨®n lineal y angular va a tener sobre el sujeto enfermo, efectos descritos en todos los tratados y manuales de transporte sanitario. Hagan ordenanzas, pero h¨¢gan las de forma realista.-
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