Amores que matan
La gen¨¦tica lleva a algunos machos a dejarse comer durante la c¨®pula
Algunos machos est¨¢n dispuestos a morir por el sexo, y sus razones son gen¨¦ticas. Una joven cient¨ªfica de la Universidad de Toronto ha demostrado que a la ara?a de lomo rojo macho le compensa sacrificar su vida durante la c¨®pula. Resulta que el suicidio sexual contribuye a asegurar su paternidad y a quitar a la hembra las ganas de aparearse con sus rivales. El nuevo trabajo es el primero en demostrar que los machos se pueden beneficiar gen¨¦ticamente invitando a sus parejas a que los engullan.Al estudiar la ara?a de lomo rojo venenosa de Australia, cuyo nombre cient¨ªfico es Latrodectus hasselti, la investigadora Maydianne C. B. Andrade comunica en el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Science que ha descubierto que aquellos machos que son devorados durante la c¨®pula engendran proporcionalmente m¨¢s descendencia que los machos a los que las ara?as hembra deciden no zamparse.
Los cient¨ªficos saben desde hace mucho tiempo que algunos insectos hembra y algunas ara?as suelen comerse a los machos durante o despu¨¦s de la c¨®pula. Los ejemplos m¨¢s famosos son la mantis religiosa y la ara?a viuda negra.
Pero muchos investigadores afirman que los machos no son devorados por propia elecci¨®n, sino porque no consiguen escapar. Aseguran que machos y hembras tienen intereses muy divergentes: los machos intentan sobrevivir para reproducirse y las hembras esperan cenar.
Pero Andrade demuestra que la ara?a de lomo rojo macho busca activamente su perdici¨®n cuando, durante la c¨®pula, da lentamente unas volteretas y se queda en una postura en la que a la hembra le resulta m¨¢s f¨¢cil com¨¦rselo. Casi siempre, la hembra le corresponde licu¨¢ndolo y devor¨¢ndolo mientras tiene lugar el acto sexual.
Lo que empuja a esta ara?a a comportarse como lo hace es, como en todas las especies, la competencia de otros machos.
Danza de cortejo
Al llegar a la red, inicia su sofisticada danza de cortejo. Salta sobre los pegajosos hilos. Da golpecitos sobre ellos con una pata. Coge un poco de telara?a y forma con ella una bolita, lo cual contribuye a disimular el olor de las feromonas de la hembra impregnado en los hilos y que podr¨ªa atraer a otros machos al punto de encuentro. Se sube en el abdomen de la hembra y lo acaricia repetidamente.El cortejo puede durar tres horas o m¨¢s. Al final, si la hembra no lo impide, el macho empezar¨¢ la c¨®pula.
Pero, a veces, por razones que siguen siendo un misterio, la hembra no devora a su amante por muy en¨¦rgicamente que ¨¦ste exponga su cuerpo a sus mand¨ªbulas y ¨¦ste engendra poca descendencia. Y como la duraci¨®n de la vida del macho es cuesti¨®n de semanas, frente a los dos a?os de la hembra, y tiene tan pocas posibilidades de llegar a la tela de otra hembra sin que otros depredadores lo aniquilen por el camino, pr¨¢cticamente no puede copular otra vez.
Andrade afirma que el comportamiento suicida cumple varias funciones. Al convencer a la hembra de que se lo coma, el macho prolonga el acto sexual varios minutos y la duraci¨®n de la c¨®pula se, corresponde con la probabilidad de que el esperma fecunde los huevos. El acto tambi¨¦n inhibe de alguna manera el ardor de la hembra. Andrade ha observado que es menos probable que una hembra can¨ªbal busque otra pareja que la ara?a que se aparea sin fest¨ªn.
Finalmente, el sacrificio del macho puede ofrecer alg¨²n valor nutritivo a la hembra, lo cual contribuye a garantizar que pondr¨¢ un mont¨®n de huevos. Pero la donaci¨®n es frugal, dado que la hembra media pesa 256 miligramos, mientras que el macho pesa unos 4,4 miligramos. Andrade demostr¨® las diferencias de ¨¦xito en la fecundaci¨®n. entre machos devorados y no devorados con machos esterilizados con radiaci¨®n. El trabajo de Andrade ofrece un ejemplo extremo de las fuerzas selectivas que rigen el comportamiento sexual del macho.
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