La llamada del Grand Slam
Arantxa S¨¢nchez y Conchita Mart¨ªnez, contra Monica Seles en la primera gran cita del a?o en Flinders Park
Cuando un Grand Slam abre sus puertas, los mejores jugadores del mundo intentan estar a punto. EL Open de Australia abrir¨¢ hoy en Melbourne la gran temporada del tenis mundial. No importa que est¨¦ a miles de kil¨®metros de la mayor¨ªa de pa¨ªses, ni tampoco que sea el hermano pobre de los cuatro grandes torneos. Es la primera llamada y es una cita obligada. Los 10 primeros jugadores del mundo estar¨¢n en la l¨ªnea de salida, a pesar de que Pete Sampras y Andre Agassi acaban de salir de sendas lesiones. La ¨²nica gran ausencia ser¨¢ la de la alemana Steffi Graf, n¨²mero uno mundial, a¨²n no recuperada de una lesi¨®n en un pie. Su baja permitir¨¢ a las espa?olas Conchita Mart¨ªnez y Arantxa S¨¢nchez centrar su batalla s¨®lo en Monic¨¢ Seles.La diferencia entre un Grand Slam y cualquier otro torneo es que es ah¨ª donde se crean las estrellas. Es algo parecido a lo que ocurre con el Tour de Francia en ciclismo. En el momento que se proclama campe¨®n un desconocido, deja de serlo y comienzan a llover le las ofertas. En el fondo, el circuito de tenis no es tan distinto del ciclista, el de golf o el de otros deportes individuales. De lo que se trata fundamentalmente es de llegar en ¨®ptimas condiciones a las grandes citas anuales para demostrar all¨ª el verdadero nivel de cada uno.
Un c¨ªrculo restringido
Ganar un Grand Slam es la ¨²nica forma de adquirir cierta trascendencia en el tenis mundial. Y eso es algo que saben todos los jugadores. Cuando alguien entra en el circuito profesional, su primera preocupaci¨®n es ganar un torneo. Y cuando lo ha logrado, su centro de atenci¨®n es el Grand Slam. Sin embargo, son muchos los que acaban sus carreras sin haber anota do su nombre en un torneo del circuito. Y el grupo de campeones de los cuatro, grandes queda restringido a unos pocos de cada genera ci¨®n. En Melbourne, por ejemplo, s¨®lo cinco jugadoras y siete jugadores participantes este a?o lo han conseguido. El Open de Australia, creado en 1905, tuvo una etapa de esplendor entre 1950 y 1975 cuando los jugadores locales dominaban el tenis mundial con nombres ilustres como los de Ken Rosewall, Rod Laver, Roy Emerson o John Newcombe. Despu¨¦s, sin embargo, pas¨® por momentos dif¨ªciles. El torneo perdi¨® prestigio, sus premios se encasquillaron y algunos de los mejores jugadores renunciaron a viajar en fechas navide?as. Un profundo cambio estructural -se cre¨® incluso el complejo de Flinders Park, se cambi¨® la hierba por el Rebound Ace, se recuper¨® el nivel de premios, y se modificaron las fechas- lo revitaliz¨®.Ahora, las ausencias importantes son s¨®lo por lesiones, como les ha ocurrido este, a?o a Michael Stich y a Sergi Bruguera. Los alicientes que ofrece el Open de Australia son similares a los de Roland Garros, Wimbledon o el Open de Estados Unidos. Y tal vez es eso lo que ha decidido a 11 Jugadores espa?oles -siete, masculinos y cuatro femeninos a desplazarse para jugar el torneo.
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