La Caracol reabre entre quejas vecinales, y nuevas amenazas de precinto

Tras 10 meses de cierre, 100 millones invertidos en amortiguar decibelios y un conato de inauguraci¨®n abortado in extremis por la polic¨ªa municipal, la sala Caracol, que fuera templo madrile?o del flamenco, reabri¨® su escenario el 15 de diciembre pasado. Pese a su discreci¨®n, la apertura no ha pasado inadvertida para los vecinos, que siguen quej¨¢ndose del ruido. El concejal del distrito estima "probable" que la sala vuelva a precintarse.
"Si los vecinos insisten en sus denuncias, y comprobamos su veracidad, procederemos a precintar la sala", asegur¨® el presidente de la Junta de Arganzuela, Carmelo Torres y a?adi¨®: "Ya est¨¢n avisados".La sala Caracol tiene licencia como "taller de ense?anza", lo que le permite el desarroll¨® de actividades relacionadas con la m¨²sica popular. "La licencia est¨¢ en regla", admite Torres, "pero me temo que la sala se va a exceder de sus l¨ªmites". El principal problema, seg¨²n el concejal, son los horarios: "Deber¨ªan abrir como una academia, o sea siendo generosos- hasta las dos de la madrugada como tarde". Adem¨¢s de los ruidos procedentes del local, los vecinos tambi¨¦n denuncian las molestias que los clientes les provocan en la calle, un punto este ¨²ltimo sobre el que el concejal no se muestra muy receptivo: "Molestias en la calle, hombre, pues las tenemos todos".
Incredulidad
El director de la Caracol, Mario Larrode, recibe las quejas de los vecinos con la misma incredulidad que el Gregorovius de Julio Cort¨¢zar, y cuenta: "Hace un par de semanas vino la polic¨ªa municipal para comprobar los niveles de ruido. Cuando el cabo entr¨® a la antesala y se dio cuenta de que no se o¨ªa nada, dijo: '?Eso es trampa, hab¨¦is quitado la m¨²sica!'. Y de eso nada, hab¨ªa un concierto en directo".La insonorizaci¨®n y acondicionamiento de la sala les ha costado a sus propietarios unos 100 millones de pesetas, y 10 meses de calamidad burocr¨¢tica. Larrode lo narra como una letan¨ªa: "En febrero del a?o pasado, la junta de distrito nos exige insonorizar el local. Cerramos. Para hacer la obra, hay que pedir una licencia de obra. La pedimos y empezamos. En abril nos cierran la obra porque todav¨ªa no hab¨ªa llegado la licencia. Llega por fin el 6 de junio. Seguimos. Nos piden tirar dos despensas y una escalera que ten¨ªamos en el patio. Las tiramos. Para colmo, el 28 de agosto se nos notifica una denuncia de los vecinos por ruidos, cuando la sala no es ya que estuviera cerrada, ?es que no ten¨ªa ni paredes! En fin
Tras la expedici¨®n, Larrode se las promet¨ªa muy felices el pasado 1 de diciembre y se dispon¨ªa a reinaugurar su flamante y silencioso local cuando la polic¨ªa municipal se lo impidi¨®, en el ¨²ltimo minuto alegando. que la licencia no estaba en regla. Dos semanas despu¨¦s, Caracol abr¨ªa "de tapadillo", en expresi¨®n de su gerente, y as¨ª sigue por el momento. Seg¨²n Larrode, la m¨²sica en directo acaba siempre antes de la 1.30, y las puertas del local se cierran a las 3.30, aunque se deje dentro a algunos contumaces.
Sin perder la moral, la sala tiene m¨²sica programada para dos meses, incluyendo la guitarra flamenca de Mario Cort¨¦s y el pop gamberro del ex torero muerto Pablo Carbonell. Dios mediante y si la autoridad competente no lo impide, desde luego.
Sala Caracol. Bernardino Obreg¨®n, 18. Metro Embajadores. Actuaciones a partir de las 11.30. D¨ªa 18: Khrisna (gratis). D¨ªa 20: Mario Cort¨¦s (entrada, 1.500 pesetas). D¨ªa 25: Pablo Carbonell (gratis).
Los audiencias meniguan en las grandes salas
Pese al impetuoso celo de vecinos y municipios, el principal enemigo de las grandes salas no son las normativas crecientes, sino las audiencias menguantes. ?lvaro Ruiz, responsable de programaci¨®n de Rev¨®lver -cuyas actuaciones se han ido espaciando m¨¢s y m¨¢s en los ¨²ltimos tiempos-, tiene listo su diagn¨®stico: "Los grupos de la movida ya no funcionan, y la nueva ola todav¨ªa no tiene ganchoRev¨®lver naci¨®, hace cinco a?os con la intenci¨®n de ofrecer conciertos a diario para unas 500 personas, y as¨ª lo hizo durante un tiempo. "Un calendario continuo de ese tipo", explica Ruiz, "requiere una plantilla fija de t¨¦cnicos de sonido, iluminaci¨®n y personal de organizaci¨®n". Pagar un equipo as¨ª ya no es posible.
Con todo, enero es siempre un mes nefasto, y Ruiz conf¨ªa en que la primavera traiga un rebrote de la afici¨®n. Su receta: no hacer ascos a ning¨²n estilo, centrarse en las presentacione s de discos y seleccionar las bandas -como Australian Blonde y El Inquilino Comunista- con m¨¢s tir¨®n de audiencia.
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